Trato de contenerme, aprieto fuerte mi mano y la escondo detrás de mi espalda, pero esto no me hace controlarme. Contra mis impulsos, mi mano se mueve y está por tomar la ardilla para que yo pueda extraer su sangre, pero ésta logra darse cuenta antes y huye para salvar su vida. Corre rápidamente por el bosque, mi nariz sigue olfateándola.
Trato de perseguirla, pero se pierde entre el inmenso y frondoso bosque. Mi sed por la sangre se va y vuelvo a la normalidad. Estoy por marcharme de allí, pero otro olor pone alerta a mi nariz, aunque este olor no es para nada agradable, es más bien asqueroso. Empiezo a olfatear por todo el bosque hasta encontrar de dónde proviene ese olor putrefacto. Sigo el olor con mi nariz y me lleva hasta una esquina del bosque. Al llegar allí me encuentro con una escena espantosa.
Hay un gran animal en completa descomposición que parece ser un perro. Su cuerpo se encuentra totalmente abierto, como si lo hubiesen cortado con un cuchillo. Las tripas y algunos órganos ya podridos se salen por un costado de su cuerpo atrayendo la atención de muchísimos animales como las moscas, hormigas y gran cantidad de lombrices.
Es entonces cuando intento alejarme al ver aquella escena tan asquerosa, pero un dolor de cabeza repentino me hace detenerme. Toco mi sien y en ese momento a mi mente se viene un recuerdo, un recuerdo de aquella noche. Mi mente recrea todo perfectamente.
Aquella noche, la primera en esta universidad, luego de salirme del comedor porque mis instintos de vampiro me obligaron, me vine para el bosque y maté a Mörder, el animal símbolo de esta universidad. Lo había atacado salvajemente hasta la muerte, extrayendo su sangre y bebiéndola hasta más no poder.
Un grito de desesperación sale de mi boca, ¿qué me había hecho él para que yo lo matara?
Luego de llorar unos minutos, me alejo del bosque con destino a la biblioteca, quería relajarme y olvidarme del mundo por un momento mientras leía. Por su parte la lluvia en lugar de cesar, aumentaba su potencia.
Estando afuera de la biblioteca pensé muy bien antes de entrar. Me metería en problemas por no haber cuidado los libros, ya que estaban todos empapados e imposibles de leer.
Miro por un costado de la puerta principal de la biblioteca, que es de vidrio y está rodeada por un marco de madera. Puedo ver que el lugar se encuentra muy solo, no hay nadie dentro, sólo la bibliotecaria Grace que se encuentra sobre su escritorio de madera acomodando algunas flores en un florero.
Me decido por entrar. Abro la puerta y un rechinado profundo sale de ella, acompañado de un rayo caído del cielo y un penetrante olor a rosas.
—¡Madre santísima! —dijo la bibliotecaria mientras se persignaba, lo que me provocó un pequeño dolor de cabeza—. Me asustaste muchacho, nadie suele venir por acá cuando está lloviendo con esta magnitud.
—¿Puedo pasar? —pregunté mientras miraba el piso, había provocado un charco, ya que estaba todo mojado.
—Estás todo mojado, pero no importa, pasa. Iré por un paño para que puedas secarte, debes tener un frío terrible. —Se dirigió hacia un pequeño cajón y sacó de él un paño blanco.
Menos mal que me alejé a tiempo de la lluvia, mi piel empezaba a ponerse arrugada y muy débil.
—Gracias —respondí tras haberme secado.
—No hay de qué. ¿Eres el de los libros de vampiros cierto?
—Sí.
—Ya decía yo que te me hacías conocido. ¿Cómo te fue con el libro, pudiste leerlo?
—Espero que no se moleste, pero cuando venía de camino para acá, la lluvia mojó los libros. —Puse los libros mojados sobre su escritorio.
—¡Tenías que cuidarlos muchacho! —dijo un poco molesta.
—Discúlpeme, fue algo que se me escapó de las manos. —La miré imitando un rostro resentido.
—¡Cómo lo voy a decir que no a esos ojos azules tan hermosos! —dijo Grace mientras pellizcaba mis mejillas, algo que me hizo arrugar la cara y quitarle las manos de mis rostro.
—¿Podría mostrarme otros libros nuevamente? —Pedí fingiendo una sonrisa.
—Está bien, pero esta vez cuídalos como a tu corazón. —Me miró misteriosa—. Vamos, sígueme —dijo cambiando su rostro a uno más angelical.
La seguí y me llevó a la bodega a la cual habíamos ido aquel día. Estaba tan sucia y oscura como aquella noche. Miré rápidamente los estantes que habían y tomé algunos libros.
—Listo —dije tras tomar los libros.
Salimos de allí y Grace cerró la puerta con llave.
—Toma asiento en alguna mesa y aprovechas para leer, no te vas a ir con esta lluvia. —Me sugirió mientras ella se iba para su escritorio a continuar acomodando las flores en el florero.
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Editado: 16.11.2019