Una voz a mis espaldas me interrumpe.
—¿Está usted espiando a la señora directora estudiante? —habló chillona Judith, la guía.
—No, claro que no. Sólo buscaba la sala de computación.
—¿Y según usted la iba a encontrar en la oficina de la directora? —Acomodó sus lentes.
—No, no soy un idiota para pensar eso. Venía a preguntarle a la directora dónde se ubica la sala señorita —contesté enojado.
—Yo lo llevo, sígame. Recuerde que cuando tenga una duda debe preguntarme a mí. —Me miró de reojo.
Tuve que seguirla ya que no se iría hasta que yo la acompañara. La conversación entre la directora y la bibliotecaria no era para nada beneficiosa, algo extraño se traían entre manos y tenía que averiguar qué era.
—Es aquí —habló Judith tras llegar a la sala.
—Muchas gracias, yo puedo entrar solo.
Espero a ella que se vaya y luego abro la puerta de la sala de computación. Aquella sensación de que se encuentra un vampiro cerca se adentra en mis sentidos. Entro y para mi suerte el lugar se encuentra totalmente vacío. Busco una computadora y veo que a pesar de que no hay nadie, un ordenador se encuentra encendido, lo que significa que no estoy solo realmente. Me acerco a la pantalla y miro que se encuentra en una página llamada Blog Vampiros de Alemania.
Estoy por tomar el ratón para ojear la página, pero una bulla que parece venir de afuera me hace entrar en razón; no puedo perder tiempo tan valioso chismeando, así que me acerco hacia otra computadora y tomo asiento frente a ella. La enciendo e ingreso al buscador de internet.
Coloco la palabra sangre artificial y me aparecen una gran cantidad de resultados. Ingreso al enlace en el cual se especifica cómo prepararla. Imprimo toda la información que me sirva y cuando estoy por apagar la computadora, una chica ingresa al lugar.
—¿Qué haces aquí? —preguntó arrogante mientras bebía un sorbo de fresco.
—Usando la computadora, ¿no ves? —respondí de la misma manera.
Toma una bocanada de aire y acomoda su corta cabellera castaña oscura para posteriormente sentarse frente a la computadora que estaba encendida.
—¿Y qué miras? —habló de una manera más amistosa.
—Cosas personales.
—¿Sabes? Me caes bien, tu personalidad es similar a la mía, no había encontrado a nadie parecido en la universidad. Soy Lily McGonagle. —Me estrechó su mano, sentí un calor recorrer todo mi brazo.
—Yo soy Keyland Blood. —Una pequeña sonrisa salió de mis labios involuntariamente.
—¿Blood? ¿Te apellidas sangre? —expresó extrañada.
—Sí, ¿algún problema?
—No claro que no.
Termino de apagar la computadora y estoy por salir de la sala pero Lily me detiene.
—¡Espera! —habló de repente mientras se levantaba de su silla—. ¿Te gustaría ir a la cafetería conmigo?
—Lo siento ahora no puedo, estoy ocupado.
—Pero puede ser otro día, no sé... ¿mañana?
—Está bien —afirmé para poder irme, aunque realmente no iría a la cafetería con ella.
—Nos vemos en la cafetería a las cuatro de la tarde, claro, si pasamos el examen de mañana. —Sonrió nerviosa.
Me dirijo rápidamente hacia el laboratorio de química, tengo que preparar cuanto antes la sangre artificial ya que la hora límite se aproxima, las seis de la noche.
Camino rápido por los pasillos hasta llegar al laboratorio, por la ventana miro al profesor Mark Dössel dormido sobre el escritorio. Ingreso al lugar y el ruido provoca que el profesor despierte.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres? —decía temeroso el profesor mientras tomaba un frasco de vidrio para lanzármelo.
—Baje eso, no vengo a hacerle nada. Sólo ocupo de su ayuda. —Traté de tranquilizarlo.
—A ver, dime.
—Necesito preparar una sustancia en el laboratorio.
—Eso no es posible muchacho, no puedo dejarte usar el laboratorio hasta que estemos en la clase de química —respondió angustiado.
—Por favor profesor, es una emergencia —supliqué.
—Está bien, dime de qué se trata la sustancia para ayudarte.
—No es necesario, quisiera hacerlo solo si es posible.
—De acuerdo, iré al pasillo para cuidar que no venga la señora directora —dijo tranquilo mientras salía del aula.
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Editado: 16.11.2019