Blood

Capítulo 35

LA MENTE ASESINA

Alza su mano. La luz que ingresa por los orificios que tiene la vieja cortina que tapa la ventana le ilumina sus garras, las cuales aún contienen rastros de sangre, ya que prefiere no lavarse las manos cuando comete algún asesinato. Esos restos sangrientos son todo un orgullo, y por nada del mundo dejará que se caigan como si nada por el tubo del lavamanos.

 

Baja su mano a una velocidad impresionante e inserta sus largas y filosas uñas en el pecho de Judith Dohman. Su blanca piel ahora adapta un tono rojizo mientras comienza a abrirse, como producto de la ferocidad de los cortes. La sangre empieza a derramarse desde el interior de su cuerpo con cada corta que le hace. Además de usar sus uñas, hace utilidad de sus colmillos. Acerca su boca al pecho de la dama y deja que sus colmillos sobresalgan, con ellos arrancará algunos trozos de piel, así será más rápido. 

 

Su mente ya no está presente, sólo se encuentra enfocada en quitarle el envoltorio al regalo para poder tenerlo de una vez por todas, o al menos así lo piensa. Los chorros de sangre salen expulsados infinitamente del cuerpo de la joven dama, la cual comienza a perder el conocimiento, y lentamente, también la vida. De la boca de ella salen algunas gotas de sangre, lo mismo pasa con su nariz. Sus ojos empiezan a cerrarse lentamente.

 

Una vez que le ha arrancado la piel suficiente, su regalo está ahí de una vez por todas. Una enorme sonrisa se hace presente en sus labios, además de que sus ojos se abren enormemente. Al fin está tan cerca de un corazón nuevamente. Con un color rojo bastante intenso, el corazón de Judith se encuentra latente y lleno de vida. El ruido de su palpitar le genera más placer que nunca, más aún cuando imagina el momento cercano en el cual ese órgano tan esencial para la vida estará entre sus colmillos, siendo devorado.

 

Arranca la cinta que en un principio le puso sobre la boca a la asistente, pues, quiere escuchar sus gemidos. Ya no podrá gritar, su cuerpo ya no tiene la capacidad para ello, tan sólo para quejarse de dolor y sufrimiento. La chica suspira agitada y por ratos se ahoga al no poder respirar bien, dicha escena le provoca una diversión enorme, y por ende, una enorme carcajada sale de sus adentros. 

 

Disfruta el sufrimiento ajeno.

 

Le dirige fijamente la mirada al corazón, el palpitar le tienta, quiere apagarlo cuanto antes. Decidido y sin pensarlo dos veces, introduce su mano en el pecho y arranca el corazón de Judith. Ella se levanta bruscamente y da un último suspiro a la vida, para luego caer sobre la cama nuevamente e irse de este mundo para no regresar, aunque sus ojos permanecen abiertos. Ríe nuevamente al ver que la mujer está perdiendo la vida.

 

Disfruta la muerte ajena.

 

Miles de gotas sangrientas salpican por toda la habitación, pero un chorro enorme va a parar al techo blanco de la vivienda, el cual queda completamente manchado por dicho líquido. Es el primer chorro sangriento de los muchos que habrán en dicho techado, sólo es cuestión de tiempo.

 

Con el corazón embarrado de sangre en la palma de su mano, se acerca hacia la joven Judith, ya agonizante y probablemente fallecida, y le susurra unas palabras al oído de manera escalofriante.

 

—Tienes un corazón delicioso cariño. —Se detiene en seco mientras vuelve su mirada a su mano, en la cual posee el corazón de la mujer. Lo aprieta con mucha fuerza. De su rostro caen algunas gotas de sudor, este asesinato ha sido cansado, y quiere acabarlo de la mejor manera de una vez por todas—. Nos vemos en el infierno —le comenta entre risas y enseguida introduce el corazón en su boca, devorándoselo por completo.

 

Sus filosos colmillos se introducen en el órgano que se encuentra en su cavidad bucal, y trituran totalmente el corazón de la dama probablemente ya fallecida. Su boca produce grandes ruidos en cada mordida que le da al corazón, está disfrutando la comida. 

 

Una vez que se lo ha tragado enteramente, lame sus manos para chupar los restos de sangre que aún le quedan. Ha disfrutado de un manjar delicioso. 

 

Permanece sin movimiento por unos minutos, quizá quince como máximo, y luego se pone bruscamente de pie.

 

—¡Éste no es el corazón que quiero! —exclama con furia mientras empieza a escupir con desesperación.

 

Pensó que la desesperación sangrienta que tiene, puede alivianarla con cualquier corazón, pero se ha dado cuenta que no. Únicamente Blood podrá calmar esto, sólo él tiene el remedio necesario para terminar con esta ansiedad que le está llevando a la cordura.

 

Se dirige hacia la cama y comienza a lanzarle cientos de golpes a la asistente Judith, la cual yace sobre la suave cobija de terciopelo que adorna la cama. Su rostro ya sin vida es golpeado por los puños llenos de sangre de la persona que le quitó la vida, y como consecuencia, la cara de la mujer queda completamente desfigurada.

 

Con el cansancio ya apoderado de su cuerpo, deja de golpear a Judith y se sienta sobre un banco de madera frente a la cama, y así permanece, mirando el cuerpo de la muerta, admirando el trabajo que realizó y sumando una persona más a su larga lista de víctimas mortales.



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En el texto hay: vampiros, muertes, sangre

Editado: 16.11.2019

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