Nos volteamos y vemos que se trata de Richard; el padre de Dressler.
—¿Hijo? ¿Qué haces aquí? —pregunta extrañado mientras suelta el rastrillo de madera que estaba utilizando—. Hace bastante sonó la campana de entrada, y no asististe a clases. —Su tono de voz es bastante grave. Se nota que está enojado.
—No padre, claro que no. Sólo estaba en el baño y me he retrasado —se justifica con la mirada baja.
—Ojalá que me estés diciendo la verdad Dressler. Ya te he dicho que no desaproveches la gran oportunidad que tienes, sino vas a terminar como yo. —Richard se acerca hacia nosotros—. Quiero que tú seas un profesional y no estés en la misma situación que tu padre. Ya ves lo difícil que ha sido para mí.
—Sí papá, no te preocupes.
—¿Y qué hace el joven contigo? —pregunta mientras me dirige su mirada—. ¿No era que estabas en el baño hijo?
—Sí. Bueno... él me acompañó —miente rápidamente, sin siquiera dejarme hablar.
Miro a Dressler con confusión.
—Eso no está bien... Ya estás bastante grande para pedir compañía al baño. Además sabes que eso no me gusta hijo. —Observa a Dressler con enojo.
—Entiendo padre, aunque yo no lo veo mal. Pero tranquilo, no volverá a suceder. —Dressler responde todo a su padre sin reclamar nada, algo difícil de ver en muchos hijos de ahora.
—Bueno, será mejor que se vayan de una vez para su clase. Ya ha pasado mucho tiempo. —El padre de Dressler sube una bolsa plástica llena de hojas amarillentas a una carretilla roja—. ¡Ah, Hijo, casi lo olvido! Recuerda que puedes volver a la piscina cuando gustes, además de llevar a tus amigas... y amigos claro. Ya pronto empezará el clima frío y deben aprovechar el último calor de estos días de otoño.
—¡Sí! —responde Dressler emocionado—. Ya me hace falta estar bajo el sol un buen rato. ¿Y a ti Keyland?
—No... bueno, a mí no me gusta el sol.
—Hay una clase de personas a las que no les gusta. —Richard Gärtner me mira con detenimiento. Puedo apreciar malicia en su mirada.
El silencio se apodera del lugar por un momento. Extrañamente nadie vuelve a decir una sola palabra, pero veo que Dressler y su padre se miran fijamente, con una mirada bastante extraña que me da mala espina. Es como si se estuvieran comunicando por telepatía, ya que sonríen macabramente a la misma vez.
—¿Nos vamos? —le digo a Dressler.
Un viento frío repentino hace su presencia en el lugar.
—¡Claro! —Su mirada vuelve a tornarse normal—. ¡Hasta luego padre!
—¡Nos vemos hijo! Ya terminé mis labores, por ahora. Es muy cansado limpiar esta universidad tan grande, más ahora que estamos en otoño. Las hojas no paran de caer de los árboles, y eso arruina lo que he limpiado.
—Pobre de mi padre. Ya verás que cuando sea doctor no tendrás necesidad de trabajar. —Dressler coloca su mano sobre el hombro de su padre. Ambos se sonríen, esta vez normalmente.
Aparto mi mirada de dicha escena con un poco de nostalgia. Sin tan sólo yo pudiera decirle eso a mi padre... pero algún idiota que quería arruinarme la vida no me lo permite. Él ahora no está conmigo, y me hace mucha falta.
—¡Ay hijo, tú siempre tan noble! —Le da una palmada en el hombro—. Recuerda lo que te dije de la piscina. Puede ser que cuando vayas me presentes a una muchachita como tu novia. Ya va siendo hora de que tengas una mujer a tu lado. Estás bastante grande y aún no me has presentado a nadie, ¿no cree joven? —me pregunta, con una sonrisa algo sádica.
Yo le contesto fingiendo una sonrisa para no ser tan grosero.
—Sí, papá, sí. —Dressler rueda los ojos.
—Nos vemos hijo. Tal vez más tarde pasas por mi cabaña —le propone el señor Gärtner mientras levanta la carretilla—. Por ahora voy a descansar un poco, y tú a estudiar. Quiero ver esas buenas notas.
—Ahí estaré padre, nos vemos. Ya verás que sacaré puros cienes. —Se despide sonriente.
Richard empieza a alejarse de la escena mientras lleva la carretilla cargada de hojas caídas de distintos árboles. Las ruedas de ella provocan un ruido bastante extraño y agudo para los oídos. Al parecer están oxidadas, pero no es nada fuera de lo común, o eso creo. Empezamos a caminar con destino a los pasillos de la universidad. La clase ya debe ir muy avanzada, así que nos apuramos. Siento una mala vibra, una mala sensación. El ambiente está muy pesado.
—¿Estás bien? —me pregunta Dressler mientras me mira.
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Editado: 16.11.2019