Blood

Capítulo 44

Muevo mi pie izquierdo con cautela; hago lo mismo con el derecho. Una sonrisa se esboza en mis labios. Todo está saliendo bien... por el momento.

 

—¿Keyland? —Ámbar me mira y frunce el ceño—. ¿Pasa algo?

 

La observo confundido. Miro mis manos, en las cuales destacan mis garras puntiagudas y resaltan algunas venas. Visualizo mis pies. Ambos están situados de una forma cautelosa, como en posición de ataque. Toco mi boca y siento que de ella empiezan a destacar mis colmillos. En ese momento reacciono. Sacudo mi cabeza y trato de apartar los pensamientos asesinos de mi cabeza.

 

Siento como mis uñas lentamente recuperan su tamaño normal. También siento un extraño movimiento en mis pupilas y un cambio en la temperatura de mi cuerpo. Además, mis colmillos disminuyen el tamaño suficiente como para no resaltarse de mis labios fríos y secos. No puedo cometer esta atrocidad, es imposible. Hay muchos testigos aquí presentes.

 

Uno de mis compañeros me toma bruscamente del brazo tras ver la extraña reacción de Ámbar. Ella talla sus ojos con algo de confusión.

 

—¿Sucede algo? —pregunta Keren, tratando de saber el porqué de la reacción de Ámbar.

 

—Keyland, ¿acaso ibas a...? —comienza a pronunciar Luck en tono misterioso, pero yo lo detengo.

 

—¡Nada! —grito enseguida—. Quiero decir... Sólo estaba viendo de cerca para ver si en realidad es sangre lo que sale de su nariz. Puede que sean mocos.

 

Ámbar termina de tallar sus ojos y vuelve a mirarme. Respira tranquila, pero dándome una sonrisa poco convincente.

 

—Al parecer nadie ha tomado la iniciativa, así que yo iré a traer el trapo de piso —dice Keren—. Prefiero verle la cara al papá de Dressler que estar viendo la nariz sangrienta de Sarah. Es capaz que ahorita le comienzan a salir mocos como a Luck...

 

Keren comienza a caminar rumbo a la salida, pero la freno.

 

—¡Espera! —la detengo. Ella se voltea y me dirige su mirada.

 

—¿Qué? —pregunta extrañada.

 

—Iré yo.

 

Comienzo a caminar de forma rápida y salgo del salón de clases con la mirada de mis compañeros penetrada en mí. No puedo resistir un segundo más aquí. La tentación sangrienta me ganará. 

 

Avanzo un poco más y atravieso los demás pasillos. Tomo dirección rumbo a la zona de la dirección. Por lo general no hay nadie rondando por esos sectores a estas horas, ya que todos se encuentran en sus respectivos puestos, ya sea trabajando o estudiando, y lo que necesito es un lugar solitario para relajar mi mente unos segundos. 

 

Cuando llego, observo que la puerta de la dirección está cerrada, así que dejo salir de mi interior una profunda exhalación que me tranquiliza por un momento. He estado cerca de nuevo, no puedo permitirme más esto. No debo arriesgarme a la posibilidad de cometer un asesinato en cualquier instante. Es algo que no puedo evitar en el momento, pero sí con anterioridad. Necesito cuantos antes preparar los medicamentos que antes ingería. 

 

Anteriormente, no tuve problemas de este tipo, ya que los medicamentos me controlaban las ansias y la sed sangrienta, pero precisamente en estos momentos cuando más necesito ser cauteloso, me está causando muchos malos ratos. Me llevo las manos a las cabeza e intento hacer masajes en mis sienes, eso me tranquilizará un poco. Ocupo estar relajado para poder retomar esta venganza. Debo mantener la calma y no perder la cordura. 

 

Entre toda la tranquilidad y paz en la que permanezco, escucho de un pronto a otro un pequeño ruido que parece provenir de la oficina de la directora. Frunzo mi ceño confundido y me acerco a la puerta de dicho lugar. A medida que lo hago, el ruido se hace cada vez más fuerte y cercano, lo cual me provoca mucha curiosidad, así que me pego a la puerta lo más que puedo para escuchar. 

 

Parece ser la voz de la directora Teressa.

 

—Querida Elizabeth, no sabes cuánto lo lamento. Lo pensé durante muchos años, he incluso por un momento decidí que ya era tarde para esto, pero me alegro de haber cambiado de opinión. —Se escuchan unos misteriosos pasos de tacones—. Creo que nunca es tarde para retomar venganza y reclamar el lugar que nos pertenece. Mírate tú, ahora estás bajo tierra, siendo comida por los gusanos, y mírame a mí. Soy una mujer profesional, bella, elegante, con un puesto envidiable... Odiada por muchos; amada por otros.

 

Empiezo a analizar sus palabras y a preocuparme. ¿Acaso ella está hablando de mi madre? 

 

El silencio se hace dueño del tiempo por un momento, en el cual el único ruido presente es el del viento, pero no por mucho, ya que la directora toma nuevamente la iniciativa del habla.

 

—El destino me ha ayudado un poco, pero me ha impedido vengarme en tu contra. —Esos pasos de tacón se acercan lentamente a la puerta, así que me alejo un poco, pero no tanto. Quiero seguir escuchando—. Aunque creas que ya no tengo posibilidades de vengarme, lamento decirte que estás equivocada. Aún queda una parte viviente de ti en este mundo, y las dos sabemos muy bien de quién estoy hablando.



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En el texto hay: vampiros, muertes, sangre

Editado: 16.11.2019

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