Empiezo a caminar de forma acelerada siguiendo mis instintos con mucha atención. Miro con detenimiento para ver hacia dónde se ha dirigido esa sombra, pero parece que la he perdido de vista, aunque no me doy por vencido. Sigo observando con mucha detención, hasta que un movimiento en las hojas unos árboles ubicados en el jardín me hace reaccionar, así que sigo ese ruido y comienzo a correr.
Los demás se dan cuenta de mi comportamiento, pero únicamente Ámbar pregunta algo al respecto, ya que los otros ingresan a la habitación al mismo tiempo que lo hace la enfermera, la cual fue llamada por ellos debido al fuerte grito proveniente de la enfermería.
—¡Keyland! ¿A dónde vas? —consulta la rubia, con preocupación.
No le contesto, ya que ni siquiera presto atención a su habla. Lo que me importa es seguir a esa maldita sombra y ver hacia dónde se dirige para luego descubrir qué es todo esto.
Mis pies se mueven a una gran velocidad mientras trato de perseguir a esa cosa negra y oscura que no parece tener nada humano. El viento se pasea en mi rostro en grandes ráfagas y hace que mis facciones cambien de forma momentáneamente. La gran velocidad a la que corro, también pasa factura en mi cabello negro, ya que éste baila a merced del viento.
Luego de correr por unos segundos, pierdo de vista a la sombra. No tengo rastro físico o abstracto de ella. No hay nada que me dé indicios de hacia dónde se haya podido dirigir, así que me rindo por esta vez. Lanzo un grito lleno de furia y de esa forma puedo expulsarla un poco. Me llevo las manos a la cabeza y refunfuño con bastante cólera mientras jalo un poco mi cabello. La vi tan cerca. Vi esa mancha negra frente a mis ojos a una distancia cercana, pero no pude atraparla, y ya van dos veces en el día de hoy.
Regreso cabizbajo a la enfermería. He estado apunto de solucionarlo todo, pero no lo he logrado. Tendré que seguir esperando.
Una vez que estoy allí de nuevo, observo como los chicos salen de la enfermería, aunque no voluntariamente. La enfermera los ha sacado por alguna razón, así que empiezo a correr para llegar más rápido y averiguar qué ha pasado.
—¿Qué sucede? —pregunto, agitado, observando a los chicos.
La puerta de la enfermería aún se encuentra entreabierta, así que hecho un vistazo a su interior rápidamente. Puedo observar a Sarah recostada en la camilla, aunque ya no se mira alterada, sino más bien como en estado de shock nuevamente. De su mejilla brota sangre a más no poder, así que aparto la mirada de inmediato. No vaya a ser que la tentación sangrienta me gane. En ese instante, la enfermera termina de cerrar la puerta y se dirige a la camilla de nuestra compañera.
La amiga de Sarah se mira muy triste. Está llorando en demasía y parece sentirse bastante afligida. Ámbar le ayuda a caminar para alejarnos un poco del sector de enfermería y, cuando encuentra una banca en uno de los pasillos, la ayuda a tomar asiento.
—Tinkerbell tenía una gran cortada en el rostro. Según la enfermera, al parecer ella misma se la hizo, como producto de la cólera y la histeria que tiene acumulada —me comenta Keren, aunque esta vez no se mira burlista, sino más bien muy seria.
—Parece que es algo común en pacientes como ella y en el estado en el que se encuentra —agrega Luck, pero le retuerzo los ojos, ya que yo no le he preguntado nada a él.
—Esta chica está muy mal. —Ámbar nos mira con preocupación—. Creo que necesitas un poco agua. ¿Pueden ir por un vaso de agua para...? —pide, pero se detiene al no saber el nombre de la pelirroja.
—Mónica... Me llamo Mónica —musita la chica mientras se acomoda su flequillo. Se mira muy agitada y sudada, pero poco a poco se va calmando y normalizando su estado.
—De verdad que no soporto eso de ti, Ámbar. Te crees la jefa de todos. ¿Por qué no vas tú a traerlo? —le reclama Keren, fastidiada.
—No tengo tiempo para perderlo peleando contigo por tonterías. —Ámbar se pone de pie—. Se lo pediré a Dressler. Él no hace tanto drama —dice, mirando a Keren—. Dressler, ¿podrías ir por...? —Frena su habla.
Comienza a mirar a nuestro alrededor, al igual que todos lo hacemos. Dressler no está por ningún lado.
—¿Y Dressler? ¿Dónde está? —habla Ámbar, extrañada, ya que él no se encuentra con nosotros; algo que es difícil que suceda.
—Tranquila, yo puedo ir a tomar agua. No te preocupes —masculla Mónica mientras, a duras penas, se pone de pie.
Ámbar la toma del brazo y la ayuda a caminar para recorrer los pasillos en busca de un lavamanos. Todos las seguimos y caminamos de forma tranquila, en un profundo silencio, hasta que ante nosotros aparece Dressler; el cual camina a pasos lentos y cabizbajo.
—¿Dressler? —pronuncia Luck—. ¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando.
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Editado: 16.11.2019