Blood

Capítulo 54

"Cada decisión que tomes, por más insignificante que sea, puede cambiar radicalmente tu destino".

 

 

 

El almuerzo ha transcurrido normalmente. El silencio es dueño de la sala, y el ambiente es muy incómodo y bastante tenso, tanto que muchos, al igual que yo, ni siquiera se han llevado un solo bocado a la boca, ya que la triste noticia les ha quitado el apetito. Otros solamente mueven la cuchara en el plato mientras indagan por sus mentes, pero ese no es el caso de Dressler.

 

—Keyland, de casualidad... tú... tal vez —tartamudea—. ¿Vas a comer tu comida?

 

—Si quieres cómetela. Yo no tengo hambre —hablo mientras lo miro. Sus manos están llenas de restos de comida, al igual que su boca, en la cual destacan algunas migajas.

 

Él reacciona de inmediato y toma el plato, ansioso, y se lo lleva para su lugar con una gran sonrisa.

 

—¡Qué llena que estoy! —habla Keren mientras se recuesta en su silla y se acaricia la barriga.

 

—No sé cómo pudiste comer luego de la trágica noticia. Es muy duro pensar que la asistente Judith está muerta. Era muy joven —dice Ámbar. Se mira muy triste—. Además, tú habías dicho que la noticia te quitó el hambre. 

 

—Me la quitó, sí, pero sólo durante el minuto de silencio. Ya después regresó. —Keren lanza un eructo—. ¿Y ahora? ¿Nos vamos o qué? —dice mientras inserta sus uñas en las separaciones de sus dientes para eliminar los restos de carne.

 

Ámbar, Luck y Mónica hacen mal gesto luego del apestoso olor que ha salido expulsado del interior de Keren, pero se limitan sólo a eso, y ninguno dice nada al respecto. 

 

—Mejor vámonos de aquí. Ya pronto empezará la siguiente clase. —Ámbar comienza a colocarse su mochila al mismo tiempo que los demás lo hacen.

 

—¡Espérenme! —grita Dressler de repente—. Aún no he terminado de comer.

 

—¡Ah, cierto! Come tranquilo, nosotros te esperaremos —le comenta Ámbar con una sonrisa mientras vuelve a quitarse el bolso.

 

Reviso mi reloj de mano y veo que pronto será la hora de entrada a la primera clase de la tarde. Ojeo rápidamente el horario y observo que es Biología, así que me pongo de pie para marcharme. No he estado presente del todo en las clases de la mañana, y no quiero que eso mismo suceda con ésta, que es la única que tengo programada en el horario de la tarde del día de hoy. A pesar de que no tengo a nadie que me exija buenas calificaciones, es algo que siempre me ha gustado tener. Mis buenas notas siempre fueron todo un orgullo para mis padres, y quiero seguirlas manteniendo aunque ellos ya no estén conmigo, pero sé que para eso debo entrar a clases y estudiar mucho, y de momento no lo estoy estoy haciendo.

 

Me pongo de pie y hago un intento por marcharme, pero la voz de Dressler me detiene.

 

—¡Keyland! ¡Keyland! —chilla—. ¡Espera, no te vayas! Debemos hablar con la directora para lo del traspaso de habitaciones. —Se pone de pie.

 

—Sabes, con respecto a eso... —Rasco mi cuello—. He decidido que ya no lo haré. No perderé mi tiempo en esos asuntos, ya que, la verdad, no me interesa cambiarme de habitación. Me da lo mismo.

 

—¡Pero Keyland! No seas así. Tú me lo prometiste —reprocha mientras tira un hueso, que anteriormente mordía, al plato.

 

—No mientas, yo no he prometido nada.

 

Observo su cara fijamente y en ella veo reflejada un sinfín de emociones, pero ninguna buena. El miedo ha vuelto a su ser. El terror se ha apoderado de su estado y parece que le va a dar un ataque de pánico en cualquier momento. Y no dudo que va armar un berrinche.

 

—¿Y ahora qué haré? —musita, tembloroso, mientras expulsa un lloriqueo—. ¡Me van a matar! ¡Y será por tu culpa! —grita mientras me señala.

 

Los demás allí presentes lo miran y fruncen su ceño con confusión.

 

—¡Ya, cállate! —murmuro. Intento calmarlo mientras me acerco a él—. Está bien, está bien, cambiaré de habitación contigo —digo, luego de lanzar una exhalación y de haberlo pensado—. Pero has silencio.

 

No es que me dé miedo estar en la habitación mil, ya que, más bien la veo como una gran opción para mí, sino que me da pereza tener que alegar y luchar por un cambio de habitaciones que, realmente, no me interesa, ni me beneficia tanto, pero lo hago para evitar que Dressler arme un escándalo mayor y me haga pasar un ridículo frente a todos, y también para salvarlo a él de más burlas de las que ya le hacen por su apariencia y mentalidad tan tonta e inocente.

 

Vuelvo a tomar asiento junto a los demás chicos y Dressler continúa comiendo. El ambiente vuelve a tranquilizarse.



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En el texto hay: vampiros, muertes, sangre

Editado: 16.11.2019

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