viaje a la casa de los abuelos fué más tranquilo de lo que pensé que sería; y si, me sorprendió que Logan me dejára tranquilo por primera vez en un viaje; no digo que sea un fastidio, pero creo que ya tenía merecido el un descanso de tan eterno tiempo conmigo.
Al llegar a casa de los abuelos (por parte de papá) decidimos que al llegar la noche Logan y yo nos quedaríamos donde los otros abuelos ya que solo había una habitación disponible y no queremos incomodar. La abuela Martha; nos cocinó lo que se puede llamar un “mini buffet”; todo la sabrosa y pura sazón de abuela, mientras saboreabamos esa pedacito de gloria; Logan se dedicó a preguntarle a mis abuelos sobre aquellas historias de antaño, aquellas en donde si tú familia conocía a tu pareja; sería esa con la cuál te casarías y no había manera que eso se rompiera puesto que era amor en su máximo esplendor.
Luego de eso ayudamos a lavar los platos y nos quedamos el resto del día en el patio; más específicamente en unos columpios que mi abuelo había construido para nosotros cuando veníamos a visitarlos más a menudo.
Llegó la noche y me encontraba caminando con Logan a la casa de la abuela Edna(no, no es la de la película de Pixar), todo tranquilo incluso daba miedo tanto silencio; a lo por cosas de la vida decidí romper ese incómodo momento.
—¿Qué pasa Logan?—
—Nada, ¿Por qué lo dices?—
—Durante el viaje hacia acá no pronunciaste ni una sola palabra y ahora tampoco—
—No es nada no te preocupes—
—Logan Amadeus Parker, hazme el favor de dejar la pendejada—
—No son pendejadas—
—Entonces dime—
—Pensé que necesitabas tu espacio—
—¿Y por qué carajos pensaste eso?—
—No lo sé ok, simplemente pensé que estaba siendo muy pegajoso o muy fastidioso y decidí dejarte tranquilo—
—Escúchame bien lo que te voy a decir, Nunca en la vida por más estúpido, idiota y pendejo que seas me cansaré de tí—
—Eso lo dices ahora—
—Tan solo recuerda cuánto tiempo te he aguantado logan—
—Eso no tiene nada que ver—
—Claro que sí, no quiero discutir Logan—
—Pero hablo enserio, siempre me preguntó si de verdad hago lo correcto al querer estar contigo todo el tiempo—
—No se trata de si haces lo correcto o no—
—¿Entonces?—
—Se trata de si nos gusta pasar tiempo uno con el otro—
—No entiendo—
—Nunca me he quejado, ni me quejaré de tu presencia; necesito que entiendas que no importa cuántas veces quiera arrancarte el pellejo por tantas estupideces, siempre estoy feliz de tenerte a mi lado—
—¿Eso quiere decir que estoy logrando algo?—
—No te hagas ilusiones tan pronto amigo mío—
—Eres un idiota—
—Así me amas pendejo—
—Lastimosamente—
—Mira, ya llegamos—
El recibimiento de la abuela Edna fue un tanto peculiar; nos puso una nota en la entrada de su casa diciendo que estaba en su cuarto y al llegar allá encontramos otra diciendo que estaba en la cocina y así duramos como una hora paseando por toda la casa para que al final estuviera ella burlándose de lo frustrados que estábamos.
—Debo admitir señora Edna que fue una buena broma— Dijo Logan
—Si, aja. Hola abuela—
—Hola muchachos; ¿Qué tal el viaje?
—Un poco tedioso por ciertos detalles pero estuvo bien—
—Luego me cuentas, ahora vayan a instalarse que se hace tarde; es el cuarto de siempre—
—Gracias abuela—
Luego de esa calidad bienvenida, entramos al cuarto y Logan se metió al baño enseguida; no entiendo cómo puedo empezar a pensar eso de un momento a otro, es que es ilógico. Salgo del cuarto y me encuentro con la abuela en su silla reclinable con vista perfecta al televisor.
—¿Cómo está todo por acá abuela?—
—Nada nuevo, pero eso no es lo importante; ¿Qué hay entre tú y Logan?—
—¡Abuela!, ¿Cómo puedes pensar eso? Es mi mejor amigo—
—Conmigo no te hagas, que yo no soy igual a tu madre, ya sé tú secreto cariño no tienes que fingir—
—Esto es otra de tus bromas—
—No seas idiota, yo sé que Logan está perdidamente enamorado de ti desde hace mucho tiempo, y sé que te gustan los hombres—
—¿No estás molesta por eso?—
—De ninguna manera, es más, me siento feliz de que hayas encontrado a esa persona que te hace feliz—
—Aún no somos nada—
—¿No te lo ha pedido?—
—Yo no le he dado respuesta aún—
—¿Y qué esperas?—
—No lo sé, es todo muy difícil—
—No seas idiota, el en algún momento se va a cansar y va a tirar a la toalla todo por lo que ha luchado; no dejes que eso pase—
—¿Y si ya es tarde? Ha estado un poco distante desde que llegamos ésta mañana—
—Nunca es tarde para nada, así como no es tarde para que yo les haga bromas; no es tarde para que tú finalmente te deseo una oportunidad de ser feliz—
—¿Cómo que finalmente?—
—Te dije que yo no soy como tu madre; yo si me he dado cuenta cuánto sufres por todo lo que te rodea, cuánto te importa cada uno de los comentarios que puedan hacer tus padres o el mismo Logan; y si él no te lo ha dicho te lo digo yo, date una oportunidad para estar tranquilo, si no quieres decirle a tus padres está bien nadie te obliga pero debes saber que tu felicidad y tú vida solo la controlas tu y tu eres el que decide si quiere o no que Logan se aleje de ti—
—Te amo abuela—
—Y yo a ti pequeño, ahora dile a Logan que venga que necesito hablar con el—
Me sequé mis lágrimas y fui directo al cuarto, ahí se encontraba Logan mirando a la ventana, tomé el valor necesario y pronuncié ciertas palabras que funcionaron para tener su atención.
—Debo admitir que esto es raro—
—¿De qué hablas?—
—Soy yo el que suele pasar todo el día mirando a la nada con la esperanza que algo maravilloso suceda, no tú; tu eres el que me saca de esa burbuja que me mantiene siempre preso de expresar lo que siento y ya entiendo todo al verte ahí con la mirada perdida y vacía—
—Eso no es verdad—
—No es momento de hablar esto; la abuela te espera—
Sin pensarlo dos veces fue dónde la abuela y me acerqué a la ventana con la curiosidad de saber que miraba y la sorpresa que me llevé fue mucha. Justo al frente mío se encontraba aquella casa del árbol que mi abuelo construyó para mí cuando tenía 5, recuerdo todas las noches en las cuáles el me contaba historias acerca de su paso por la milicia y de cuando era niño. En algunos de esos momentos Logan estaba también ahí, su mirada era de asombro igual o más que la mía. Juegos, risas, llantos, abrazos y demás están guardados con llave en aquella casa del árbol que fue testigo de mis sueños.