Jihae había llegado hace tres días, se la había pasado metida en el departamento, intento miles de cosas para que saliéramos, pero lo más lejos que llegue fue a la sala.
Y no me pasaba refugiada en mi habitación porque estuviera deprimida o algo así, si no que me moría vergüenza, después de aquella noche había escrito el peor mensaje en toda mi vida.
Los teléfonos deberían de tener una función donde no te permita escribir mientras estas furiosa.
Hoy era el primer día de clases, si no fuera por eso me la habría pasado encerrada de nuevo, pero Jihae esta parada frente a mí, con esa mirada que estaba a punto de matarme, mientras tiene el cabello perfectamente acomodado en una media coleta esperando a que el desastre de su amiga se decidiera a levantar de la cama. Y viéndola de esa manera me hacia pensar que si ella y yo nos conociéramos en estos momentos no seriamos amigas.
Nos conocimos luego de que regresara a Corea, Jihae siempre ha sido amable y porque no serlo con la niña nueva, en ese entonces teníamos los mismos gustos, una banda japonesa. Ahora ni siquiera existía y tampoco teníamos los mismos gustos, pero ya era muy tarde para deshacerse de mí.
—Eunjin, nos van a cerrar la entrada— dice en sentencia no le digo que es lo que más deseo, porque solo me ganaría un reclamo más
Durante todo el camino no podía dejar de mirar a todos los autos negros que aparecían por la calle, una tarea casi imposible no pensar que Namjoon, que podría estar por ahí ¿Y si me reclamaba?, aun no creía tener el valor suficiente para verlo de frente.
—Es solo el primer día de clases, quita esa cara o enserio pensaran que te arrollo un tren
—Lo hizo, se llamaba Kim Namjoon. — dije y luego me arrepentí de haberlo mencionado.
—Ya hablamos de eso, no me hagas repetirlo— rodo los ojos mientras me observaba de frente y yo sentía como acomodaba mi uniforme—. Listo ahora solo parece que te arrollo una bicicleta.
—¿Te vere en la cafetería o las canchas?
—Ve con tu salón a la cafetería.
—Sabes que no les caigo bien
—Eso es porque jamás les hablas. Solo socializa. — solté un suspiro—. Si eso es muy difícil, te vere en la cafetería. ¿Vale?
En el salón camino hasta una de las mesas vacías del fondo, el año pasado mi compañera había sido Cha Yuri, pero se había mudado durante el verano, así que el asiento aún estaba vacío.
Al principio yo también había llegado a la conclusión de que si iba a clases mi mente se distraería, eso no funciono, su nombre venia una y otra vez, tanto que a la hora de la salida lo había traído justo enfrente de mí, mientras esperaba a Jihae lo vi estacionarse, mi primer impulso fue girarme, mis pies no dejaron de caminar hasta llegar a la sala de maestros y quedarse estancados frente a una puerta buscando miles de excusas para esconderme ahí, luego la puerta se abre de repente.
Me quedo por unos segundos frente a ese chico totalmente inmóvil, su chaqueta es de color negro, siento como un escalofrió recorre todo mi cuerpo cuando lo tengo delante de mí, sé que me ha recorrido con la mirada fastidiado, lo hubiese visto hacerlo de no ser por esos lentes que trae puestos, trato de apartarme con un paso torpe y luego desaparece entre los pasillos.
—¿Necesitas algo? — mi mirada se cruza con la de profesor Kang, a él sí que lo veo furioso apenas me tiene sobre su vista—. Debería de estar estudiando, señorita Kim Eunjin.
Dice con recelo y huyo antes de que me de un libro extra para leer, aparecen los mensajes de Jihae.
“Donde estas”
“Eunjin, te espero en la pizzería que esta a dos calles, seguro estará repleta”
Esta vez cuando salgo del edificio reviso que no siga su auto, antes mataba por verlo solo un segundo, ahora solo lo quería a miles metros de distancia.
Estaba en segundo semestre cuando conocí Namjoon, acababa de terminar con mi novio, el chico que duro tres meses, en esa ocasión había acompañado a Jihae a ver a su novio Hoseok a la universidad, ambos compartían una clase, no tarde en notarlo entre todos esos chicos. Solo basto una vez para que no me lo pudiera sacar de la cabeza.
Como una tonta me imaginaba caminando junto a él tomados de las manos mientras recorríamos todo el campus comiendo un helado de vainilla o ir a todas esas exposiciones pintura, porque a él le encantaban, incluso en ese tiempo me propuse en pintar el mejor cuadro para regalárselo. Lo había analizado por completo, tenía siete puntos de mi lista del chico perfecto.
Pero no fue hasta casi un año después que tuve un avance, no niego que todo fue parte del plan de Hoseok, él sabía que me gustaba, se lo confesé cuando comprendí que necesitaría de su ayuda si quería lograr algo con su amigo.
La primera vez que cruce palabras con él no podía dejar de sonreír en más de una semana, no dejaba de mencionarlo cada que podía, y mucho más cuando me invito a tomar un café, luego hablábamos casi todos los días y con un poco de suerte nos desvelábamos mandándonos mensajes toda la noche.
Y así, sin siquiera pensarlo, quedábamos de vernos los fines de semana o de vez en cuando venía a dejar su hermana a la escuela, pero los días pasaban y el no intentaba nada. Pensaba que no estaba interesado en mí, Hoseok aseguraba que yo le gustaba, pero había días enteros que no nos cruzábamos y no tenía noticias sobre él.