La idea de que todo pudo haber sido diferente entre Namjoon y yo no dejaba de darme vueltas.
Y es que estar con las amigas de Jihae solo sirvió para eso.
Durante dos horas tuve que sentarme en una mesa, rodeada de chicas a escuchar hablar sobre sus novios, y lo mejor, escucharlas hablar sobre el mío, que ahora era ex novio.
Todas se morían por saber de Namjoon, cuando hicieron aquella primera pregunta debí de haber huido., debí de haber dicho la verdad:
“¿Namjoon es tu novio?”
Nunca había mentido tanto como en esas dos horas, cuando respondí con un “Sí, él es mi novio”, en ese momento sentí que no podía decirles la verdad, no cuando debía pronunciarlo en voz alta.
Y eso desencadeno el infierno de preguntas.
“Es rico”, “Enserio es tan inteligente”, “¿Es buen novio?”, “Manda esos mensajes cursis”, “¿Nos llevábamos bien?”.
Habían sido tantas preguntas de las cuales no sabía que responder más que con más mentiras, escucharlas hablar sobre él, y agregando sus mil cualidades que ni siquiera se acercaban a la realidad, ahora me hacía sentir un hueco en el estómago, para solo recordar de nuevo todas esas palabras que no se me salían de la mente, haciéndome sentir tan culpable.
Incluso pensé que el problema enserio era yo, y que Namjoon era el chico perfecto.
Durante el camino a casa, no deje de ver a través de la ventana del autobús mientras escuchaba esa canción tan triste, se me ocurrieron tantas cosas por escribir, un largo, largo mensaje. Que solo se quedaría estancado ahí entre los autos y las personas afuera del cristal.
—Oye, no deberías hacerles caso a ellas. Ellas no lo conocen.
Lo dijo luego de llegar al departamento, y yo seguía sin decir una sola palabra. Ella no había dicho ni una sola palabra sobre todas mis mentiras.
—No les estaba haciendo caso
—Eunjin, te conozco. — No recibe respuesta, mi mente aún seguía en ese mensaje mental—, ellas solo imaginan como es y lo tienen idealizado, solo olvídalo. ¿Tienes tarea?, deberíamos de empezar por eso.
Comienza a sacar sus libretas y ponerlas sobre la mesa de la sala, yo estoy a punto de hacer lo mismo cuando cambio de dirección hacia mi habitación, lo primero que veo es mi teléfono arrumbado sobre el escritorio. Pensando en que si lo hubiera tenido en el autobús ese mensaje ya estaría enviado.
“Hola”
“He pensado demasiado sobre lo que dije el otro día. En realidad, dije cosas que no deseaba, estaba molesta…”
Y hasta ahí logro escribir, porque todas las palabras que tenía enserio se habían quedado entre esas calles, en aquel asiento del autobús. Ahora leyendo su último mensaje sabía que tenía todas las respuestas.
¿Era rico?, por supuesto que no, me había pedido que le regresara lo que tenía de él.
¿Era inteligente?, al menos no para sus excusas, ¿Nos llevábamos bien?, ahora por supuesto que no, me llamo inmadura y yo le dije que solo era un cielo gris sin ningún significado.
—¿Qué haces ahí? —aparece Jihae.
—¿Sabes dónde vive Namjoon? — la veo fruncir el ceño —. Debo mandarle sus cosas a su casa.
—No lo estas diciendo enserió — si lo estaba pensando enserió—. No deberías de regresar sus cosas solo tíralas, o regálalas a la caridad, Simplemente ignóralo. Vamos debemos terminar los deberes. Debo enseñarte algo.
Me toma de la muñeca y me lleva hasta la sala donde me sienta frente a la computadora, veo escrito en letras grandes el nombre de Minjae. De inmediato la miro confundida.
—No iba a decírtelo hasta que lo terminara, pero tengo un plan— dice emocionada—. Se que Minjae es un chico que tiene significado para ti, aun no sé porque, pero luego de Namjoon, pensé que esto podría funcionar.
La miro a un más confundida, ella me hace regresar la vista a la pantalla.
—¿Enserio hiciste esto? — digo sorprendida.
—Sí, sé que tienes una lista de Diez cosas de chico perfecto, y estas son siete cosas que hacer para encontrar a Minjae.
Veo con más atención aquella lista, y todo parece una locura, poco probable y algunos de aquellos puntos ya los había intentado más de una vez sin obtener un resultado; aparte de Jihae no había nadie más que me creyera cuando mencionaba a Minjae, mi madre siempre dijo que no había otro niño cuando me encontraron esa tarde, y Jin evitaba a toda costa mencionar esa época.
—¿Qué te parece?
Su emoción sigue ahí, pero la mía ni siquiera aparece, luego de pasar años intentado buscar a alguien que jamás aparecía, la emoción no es una opción.
—Buscar a Minjae en internet lo hice, buscarlo por Busan lo he hecho…
—Pero podríamos intentar lo de las escuelas, en el punto número cuatro.
Asimilo la idea, en corea por lo menos había unas mil escuelas, y si las predatorias no servían también incluye visitar las universidades, no me imagino recorriendo toda corea preguntando por un chico, del que tampoco recuerdo su rostro.