Me dedico más que a dar, evitar golpes. Ya tengo suficientes moretones y desafortunadamente no desaparecen tan rápido como las heridas. Tuve que decirle a Tyler que firme un papel que confirmará estoy recibiendo clases de kick boxing para que papá se quede tranquilo, aunque inmediatamente fue a quejarse con el mismo Tyler sobre los moretones. Lo cierto es que él está peor que yo.
Los movimientos de Gwen se ralentizan, y aunque mi primer impulso es plantar un gran golpe en su rostro comprendo que es porque es hora de un descanso.
—Peleaste más rápido cuando tus habilidades despertaron por instinto. Tus amigos estaban en peligro, ahora no y es por eso que peleas con menos esfuerzo.
—Se supone que tienen que hacer que se caigan de un acantilado para despertar mi habilidad.
—Se supone que la debes poseer incluso si no hay peligro.
—La poseo.
—Pero no con la misma fuerza.
Gwen toma asiento al lado de Logan, a su lado, en la parte de arriba de la gradilla se encuentran Tyler, Rowan y Reynolds, aunque no lo quieran admitir su entrenamiento es malditamente fuerte. Mucho más que el mío. He estado hablando con Logan —o intentando sobornarlo— para que lo haga más fuerte. Evidentemente mi petición solo le produce gracia. Ninguno de los tres se ha rendido ni siquiera por las burlas de Dylan.
—Sin embargo —Logan se dirige a mi—, tienes una gran capacidad para esquivar golpes y muy buena puntería. ¿Algún otro deporte a parte de arquería?
—He realizado varios deportes para mantenerme activa incluyendo ir al gimnasio. Boxeo, futbol un poco de natación, equitación...
Las cejas de Dylan se elevan al cielo
—¡El único deporte que he hecho es lacrosse! ¡Uno, uno solo!
—No puedes darle una vuelta a la cancha sin hiperventilar, Rease. Ya entiendo porque dejaste de jugar —choco los cinco con Rowan antes de mirar a Dylan.
—Es tu instinto el que te lleva a mantenerte activa —dice Gwen, levantándose como un elástico de la banca—, la sensación de peligro o de que alguien te ataque. Es normal, muchos de los boxeadores en el mundo humano son Pounders pero no tienen conocimiento de ello.
—Nadie se los dice.
—Algunos lo dicen porque se siente como si hicieran trampa, depende de si quedan confundidos o no. Si quedan confundidos significa que no tienen idea de que son Pounders, lo que es justificable. Si no...
—Trampa, es como si hicieran trampa —gruñe Tyler, creo que ahora sabe a que su padre llego a perder peleas porque muchos de sus adversarios eran Pounders.
De pronto, la vergüenza recae en mí a gran escala. Yo competí, yo peleé, yo estoy en el equipo de tiro con arco como unas de las mejores pero sin justicia alguna. Aunque no tenía idea en ese entonces de que estaba relacionada con los Pounders, me siento culpable.
—Vuelvo en seguida —informo, al tiempo que tomo mi celular.
El paisaje terrenal de la gran mansión, o como ellos le llaman, centro de control, se hace presente. Hace una hora el sol irradiaba todos los lugares, ahora, un enorme trueno resuena en las lejanías de acuerdo con mi estado de ánimo.
Lo primero que hago es dejarle un mensaje de renuncia al capitán del equipo de tiro con arco. Es sábado en la mañana, pero no le muestro importancia a ello. Sé que la maestra de Educación Física planeaba ponerme como cocapitana, pero ahora no creo que sea correcto.
—¿Todo bien, Rayo de Luz? —esta vez es un rayo el que cae del pequeño bosque que se divisa a lo lejos—. No tienes porqué salirte del equipo de arquería, Blue —dice, ante mi silencio.
Mis ojos recorren su rostro con interrogación, supongo que se hizo muy evidente lo que estaba haciendo con el celular en mano.
—Es lo justo, he participado en muchas cosas. Nunca me había dado cuenta de que estaba haciendo trampa, no lo volveré a hacer otra vez.
—Pero te divierte, te gusta. ¿Por qué dejar lo que te gusta?
Expulso una bocanada de aire antes de retirar mi vista de la suya. Me cruzo de brazos, posando mi mirada en el cielo oscurecido.
—A veces lo que nos gusta no está en la línea de lo correcto. Hay dos opciones: moderarse por cuenta propia, o esperar a que la situación de un giro inesperado que nos demuestre nuestro error.
—Suena a que has tenido muchos de esos.
Una sonrisa se desliza por mis labios.
—Soy incorregible en muchos sentidos —guiño un ojo en su dirección logrando hacerlo sonreír. Me gusta esa sonrisa—, tal vez es por eso que trato de corregir lo que se pueda.