Blue Diamond #1 ( Saga Luz y Oscuridad: El Surgimiento)

37. No siento nada...

 

Coloco mis manos en cada una de sus mejillas mientras muevo mis labios sobre los suyos. Aunque sé que lo he tomando por sorpresa, no tarda en seguirme el ritmo. Sus labios son suaves, pero el beso se da en una rapidez que hace parecer que quisiéramos devorarnos el uno al otro.

Un gemido se me escapa cuando me toma de mis caderas sin importar el vestido. Adentra su lengua dentro de mi boca, rozando la mía en el proceso. Llevo mi mano a su cabello, en busca de más profundidad. Gruñe, mientras ambos retrocedemos hasta chocar con una pared. Deja mis labios y suspiro ante la estela de besos que comienza a dejar desde el hueco de mi pecho a mi cuello.

Busco su mirada, pero... No encuentro lo que quiero.

No lo encuentro porque este no es mi Christopher. Este no es... este no es el Christopher que me gusta, él es solo Edward Lowell, un hombre llevado por la lujuria, nada más allá de eso.

No comprendo el sentimiento que me invade. Sí, Reynolds me gusta, pero ¿qué es esto? Hace tiempo que no...

La puerta se abre, y Lowell se separa de mi tan rápido como yo de él.

Parpadeo.

Sayrus Young acaba de entrar a la habitación solo como Pounder. No siento ninguna maldad, posiblemente en este año no existían los Fitxponds.

Una sonrisa juguetona y asquerosa se dibuja en su rostro.

—Quería saber si Sir Lowell necesitaba ayuda con el champán, veo que ha encontrado algo más interesante —así que él es Lord Casterburry.

Maldito tenía que ser en esta vida también.

De pronto, el rostro de Young se deforma. Ira totalmente descomunal se dispara por todos lados. Me doy cuenta de qué la causa en cuestión de segundos. Virginia y Elena dejaron la habitación vuelta nada. Hay papeles por todos lados, vidrios en todo el suelo y ¡Santa Mierda! ¿Es que acaso no pudieron robar con etiqueta?

Mierda.

—Acabamos de entrar no-o —finjo tartamudear y estar asustada—. Lord Casterburry nosotros no hicimos nada.

Él no me mira a mí, sino a Lowell.

Sacude su cabeza en negativa.

—Miss Diamond tiene razón, lo que sea que haya sucedido nosotros no somos cómplices.

El Lord se agacha, tomando un anillo del suelo. Lo analiza, el reconocimiento se le nota con prontitud.

—No, ustedes no hicieron nada —gruñe.

Un hombre mayor enfundado en un traje de guardia y con una espada que cuelga de su cinturón se adentra a la habitación.

—Quiero que los guardias sigan el camino a Withtaker. Busquen a dos mujeres, ambas rubias de ojos verdes. Son unas ladronas —aprieta el anillo con fuerza. Nos observa a todos cuando esboza una sonrisa maliciosa—. Quiero que me las traigan, muertas.

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Sigo el pasadizo a pleno trote, tratando de no pensar en la cantidad de ratas e insectos asquerosos que hay dentro. El vestido no hace mi correr más sencillo, al contrario, lo minimiza. Además de que los zapatos comienzan a lastimarme. El punto es, que no hay tiempo para esto. Apenas y logre escabullirme entre el gentío y perder a Reynolds para entrar en el pasadizo.

Agacho la cabeza al pasar por un sitio de pared baja hasta que una puerta se encuentra al frente de mí.

Nieve y viento es lo primero que me recibe. Hace frío, está nevando demasiado. No estoy segura de si ellas se fueron a caballo, es muy difícil caminar con nieve. Me pregunto si tienen flashlighter. Como Pounders tienen mayor resistencia al frío, pero eso no significa que no se puedan congelar.

Hay un carruaje no muy lejos de donde estoy. El frío se apodera de mí con cada paso. Reviso que no haya nadie cerca, luego deshago el amarre de uno de los caballos con cuidado y en el mayor silencio posible.

Es raro subirme al caballo cuando no posee montura; no obstante, tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.

Paso mi mano con suavidad por el lomo del caballo. Doy unas pequeñas palmaditas.

—Vas a ayudarme, amigo.

Comienzo a cabalgar siguiendo cada una de las pisadas que se entrevén en la nieve. El caballo se mueve velozmente, removiendo mis cabellos ante la oleada de la noche. Fría y oscura, no hay rastro de una sola estrella en este sitio.

Me detengo al cabo de una hora, cuando escucho dos voces femeninas no muy lejos de donde estoy. Hago unos minutos de silencio, hasta que detecto por completo el provenir de las voces. Continuo con un trote bajo, el caballo relincha cuando me coloco en frente de Virginia y Elena.

—Me temo, Miss Elena y Virginia, que van a tener que acompañarme —anuncio—. ¿Por qué no han sacado su flashlighter? ¿No están en posesión de uno? —me fijo un poco más en su ropa con gran preocupación.



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En el texto hay: peligro, accion, amor

Editado: 02.07.2019

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