Abro la puerta de la habitación que parece una cárcel, porque sí, ellos tienen lugares en donde encerrar a personas debajo de toda la bonita mansión. Aunque no son cárceles feas como en las películas, hay una mesa y sillas, lo que la hace una cárcel es la puerta porque está hecha de un material fuerte que solo se puede abrir por medio de una llave o una clave; cabe decir que tampoco hay cama para acostarse, luce como una habitación para un enfermo mental.
La Fitxpond yace sentada y completamente amarrada tal como la vi por última vez.
Sabía que nadie me iba a desafiar.
Sacudo mi cabeza despejando esos pensamientos. Prendo la luz para verla mejor, es cuestión de segundos en los que espabila un poco adolorida, no creo que sea muy cómoda la posición en la que está.
Noto la alerta en sus ojos a medida que me acerco y, a pesar de que no vengo con la intención de hacerle daño, me obligo a lucir lo suficiente imponente para que ella sepa que cualquier movimiento en falso, no me molestaré en probar la espada en ella.
Mentirosa...
—El hecho de que me protegieras antes no significa que te voy a decir algo ahora —espeta, agradezco que no despida tanta sensación de maldad como Syrius Young.
Esbozo una sonrisa irónica, luego arqueo una de mis cejas.
—¿Quién te dijo que lo que hice se llama proteger? —bufo con descaro, un leve rubor sube por sus mejillas—. Créeme, nadie más que yo quiere enterrarte esa espada para ver qué sucede.
—Pero no lo harás.
—No, no lo haré. De la misma manera en la que sé que por más que te torture jamás me dirás dónde se encuentra toda su manda, o cuáles son sus siguientes planes.
—¿Entonces qué haces aquí?
—Vas a escucharme muy bien —las luces titilan sin razón alguna mientras me acerco a ella amenazadoramente. Noto a la perfección como se estremece de miedo—. Voy soltarte, no por completo pero si lo suficiente para que puedas mover tus pies. Todos están dormidos, te sugiero completa discreción o no tardaré en decapitarte —a juzgar por su mirada dudo que vaya a ser tan tonta como para escapar. Primero porque es una casa con bastantes Pounders y humanos capaz despedazarla en dos; segundo, estoy yo, que también puedo despedazarla en dos.
Retiro el nudo hecho en sus pies contra la silla para dejarla caminar. La tomo por el hombro con un poco de brusquedad, no demasiada como para lastimarla. Apago la luz a medida que salimos en silencio. Me asegures de que toda la casa estuviera con las luces apagadas antes de salir, puesto que todos están aquí, hasta los gemelos, así que corro un riesgo de que alguien salga de la nada.
Claro que, por lo que escucho sus corazones están dormidos.
Salimos por completo de la mansión, adentrándonos en la cantidad de árboles que guían al bosque. Cuando me aseguro de que no hay nadie alrededor saco el cuchillo que tengo en mi bota, cortando la soga que une sus manos. Ella se aleja un poco de mi, no lo suficiente como para salir de mi radar.
—¿Qué te hace pensar que no te haré daño? —cuestiona, pasando sus dedos por sus muñecas seguramente lastimadas ante el roce de las cuerdas.
—Intenta hacerlo y la dañada será otra. Ahora vete —ordeno, lanzando una mirada a donde sea que se quiera ir.
—¿Por qué?
—Porque tu cara es muy fea y comienza a molestarme.
—Yo puse unas de las pociones que hicieron que todo el lugar en parte de Rayo Nocturno se fuera abajo, también mate parte de esa gente.
—¿Qué es lo que esperas de mi? ¿Aplausos? —ruedo los ojos con exasperación—. Lárgate ¿si? —ella se queda con sus ojos fijos en mi por unos segundos hasta que comienza a retroceder lentamente. Entonces, se detiene.
—No puedo darte información, pero puedo asegurarte que no le diré a nadie sobre lo que hiciste con la espada.
Me cruzo de brazos, frunciendo el ceño.
—Pensé que ustedes no podían ocultarle algo a Young —replico, recordando algunos de los apuntes escritos en los diarios de mamá.
—Si decimos algo de nosotros a los que no son Fitxponds, algo nos mata, es por eso que no decimos nada —informa. Finjo desinterés—. No sabemos por qué o qué, solo que si dejamos salir una palabra morimos. Pero podemos ocultar cosas que suceden, cosas que nosotros sabemos, como yo ahora de ti y de lo que haces con la espada.