Hemos salido por un lugar diferente. Muros grises llenos de grafitis se levantan, parecidos al callejón solitario en el que Christopher dejó su moto, un olor moribundo entra por mis fosas nasales logrando hacerme arrugar la nariz en desagrado.
—No te veía desde...
—Desde hace mucho tiempo, Tyler, comprendo —el pelirrrojo asiente en acuerdo, se toma el tiempo para inspeccionarme de arriba a bajo.
Tyler Hockins, uno de mis fantásticos compañeros de niñez al igual que Dylan y Sara, solo que éste se distingue por algo en especial: su testarudez.
Su padre es uno de los mejores entrenadores de boxeo, dueño del más grande gimnasio en Heshville; éste decidió infundirle el boxeo desde pequeño. Resulta muy agradable para cuando necesitas ayuda de unos cuantos músculos. Ahora, con él aquí delante de mí, se siente extraño recordar al niño con el que me daba empujones, patadas y pellizcos; obviamente no lo vamos a hacer ahora porque estoy segura de que me rompería la espalda con tan solo tocarme.
Evidentemente al igual que todos los otros él ya no es un niño, el entrenamiento forzoso que le han proporcionado desde su infancia ha dado frutos, ahora se puede ver cómo el ejercicio ha hecho de la suyas. Si no quiere ser boxeador, bien puede ser guardaespaldas de algún famoso.
Ojos miel, cabello rojo, facciones finas, alto, musculoso... me pregunto qué es lo que está pensando de mi ahora que me ve con intensidad. Una cosa es que te vea toda una multitud pero una persona... una persona te hace desear saber exactamente qué es lo que piensa de ti.
En un principio no comprendo qué va a hacer, luego comprendo la intención de darme un abrazo. Admito que primero me siento un incómoda, después los recuerdos familiares me invaden y me es imposible no devolver el gesto.
—No vamos a jugar quién da el abrazo más fuerte, ¿no es así? —susurro en su oído.
Su pecho vibra por la risa que reverbera desde su garganta. Ambos desenlazamos el abrazo para poder volver a vernos cara a cara.
—Había escuchado rumores de ti pero pensé que habían sido toda una farsa.
—Dame una razón por la que los chismosos estuvieran nombrándome si no estuviera aquí.
El muchacho se encoge de hombros despreocupado, hay un brillo juguetón en sus ojos que una vez más me pone a recordar mi infancia.
—Todo está tranquilo —avisa uno de los amigos de Christopher. Es rubio y delgado, la luz amarillenta de las farolas me hace saber que sus ojos son verdes—, Christopher dice que sigamos a las carreras nosotros, el problema esta solucionado —sus ojos se posan en mi y, dejando de lado la curiosidad, me regala una sonrisa radiante al tiempo que extiende su mano con amabilidad—. Liam Fers, lamento no haberme presentado antes —murmura. No luce como alguien que ande por lugares de tabernas, carreras, o cervezas, luce como alguien que va a una cena familiar o a negocios. Si no me equivoco es... Joder, es el Presidente Estudiantil.
—No pareces con exactitud un amigo de Reynolds —comento, el rubio abre su boca para hablar pero es interrumpido.
—Créeme, ya hemos hablado de cambiar su vestimenta —un moreno de ojos cafés hace su presencia con la cabeza en alto. Éste, a diferencia de Liam, si luce más a lo que Christopher se asemeja: tatuajes, alto, musculoso, cabello negro rizado y cómo no, huele a cigarrillo—. Soy Rowan Prince, amigo del rubio, de Tyler, de Reynolds; he escuchado mucho de ti, Blue.
—Gracias, yo también he escuchado mucho de mí —el muchacho sonríe compartiendo una mirada significativa con Tyler y Liam.
—Ahora comprendo por qué Christopher te trajo con él, parece que los dos han encontrado por fin una persona con la cual entenderse —no se me pasa desapercibida la burla.
—Ahora comprendo por qué eres amigo de Reynolds —arqueo una ceja—, los dos son partidarios de Los Tres Chiflados versión gótica.
Nuestros acompañantes vitorean. Rowan ríe al igual que ellos; las comisuras de mis labios se levantan en una pequeña pero dulce sonrisa.
Un trueno resuena a lo lejos y la satisfacción me recorre, aquello me toma por sorpresa, es como si se hubiera activado algo en mí con agilidad. Por unos instantes temo sentir el usual dolor de cabeza que me viene persiguiendo por días, pero no sucede nada.
Tyler y Liam dejan de fastidiar a Rowan apenas el moreno manifiesta que vamos a llegar a tarde a las carreras.
Camino conversando con los tres muchachos de temas variados, son agradables, e incluso ríen con mi repentina brusquedad. Ocurre un tiempo en que mientras caminamos Rowan y Liam comienzan a conversar entre ellos, aprovecho ese momento para acercarme a Tyler.
—Así que andas con Reynolds y los amigos de Reynolds.
—Blue, tú y yo sabemos que soy de los que andan solos —musita—. Ellos son como unos conocidos, personas a las que puedo ver en una esquina y acercarme a ellas solo para conversar de vez en cuando.
—¿Cómo estan tu mamá y tus hermanas? A tu padre lo vi hace unos mese en Londres.
—Ellas están bien, no te voy a hablar de mi padre, ya sabes cómo es.
—Sé que la última vez que lo vi me contó mucho acerca de ti.