—No tenías porqué llamarlos —gruño, al tiempo que salgo de la moto de Reynolds con la vista fija en el grupo de personas que se nos han unido.
El primero en salir del auto gris y caminar hacia nosotros es Dylan, que posee una sonrisa de bobo en su rostro. El pelinegro corre hasta nosotros como si fuera un niño pequeño que encuentra a su mamá en la mitad de la nada. No alcanzo a refunfuñar algo debido a que para ese entonces Dylan ya ha a comenzando a chillar acerca de que la gran aventura que vamos a vivir.
La cabeza ahora castaña de Sara Cox aparece para callar Dylan. Ella murmura algo hacia él antes de mirarme, la sonrisa se extiende por sus labios al fijarse en mi peinado, rostro e incluso zapatos —aún tengo puesta la gabardina, por lo que no puede ver el uniforme completo—.
—No esperaba que...
—Sin comentarios —advierto, arqueando una ceja en su dirección. Se limita a alzar sus manos en señal de inocencia, mas la sonrisa divertida de sus labios no se va en ningún momento.
—Yo solo quería preguntarte cómo hiciste para delinearte los ojos de esa manera, a mi no me queda muy bien.
Ruedo los ojos cuando todo el mundo se encuentra reunido.
—Esto es demasiado, son muchas personas —comento, preocupada por el hecho de que vamos siete a un hospital psiquiátrico.
Hemos aparcado una cuadra antes del Sanatorio Cronwell, de lo contrario, nuestra llegada se vería demasiado sospechosa.
—No, no lo es —interviene la castaña—. No puedes simplemente aparecer con un traje de animadora y decir que vas a realizar trabajo comunitario, necesitas un carnet —de un bolsillo de su falda de animadora, el cual no tenía idea de que existiera, saca una especie de carnet que indica que es una porrista del Heshville High—. ¿Qué es lo que ibas a hacer exactamente para entrar sin ese carnet? Irías sola, así que sospecharían con facilidad; no creo que estén acostumbrados a recibir visitas de animadoras, en especial cuando están solas. Así que ¿Qué pensabas hacer? ¿Coquetear con el que te atienda?
El silencio reina durante unos segundos en el que las miradas de todos se encuentran fijas en mí. Comparto una mirada significativa con el chico superhéroe y ambos nos encogemos de hombros.
—No es una mala idea —opina Dylan.
— ¿Qué si es mujer?
—Blue la convierte en lesbiana —arqueo una ceja hacia él, tratando de hacerle notar que lo que ha dicho suena estúpido, aún para su usual nivel de estupidez.
—Como sea, qué hay de ustedes —ahora me dirijo a Tyler, Rowan y Liam—. Tyler, tu ya no estudias en el instituto.
—Soy el Representante del Comité de Alumnos, el Presidente Estudiantil —informa Liam—, diré que vengo con un grupo de alumnos que se han comportado mal y por tanto han sido castigados con realizar trabajo comunitario. En cuanto a Tyler, por favor Blue, no es como si fuera un viejo —pretendo decir algo pero Dylan pone una mano en mi boca con la intención de callarme.
—No, Blue, no lo digas —quito su mano de mi boca con disgusto—. No le bajes la autoestima a Tyler.
Me tomo un par de segundos observando el grupo que se ha formado. Una parte de mi sabe que todo resultaría más fácil si lo hago sola; la otra parte, por el contrario, me dice que ellos a pesar de que no me conocen están aquí para mi sin que se los hubiera pedido. Eso, aunque no lo admita frente a ellos, me agrada. No tuve que mover ni un solo dedo para que estén junto a mí a pesar de que no tienen idea de lo que quiero hacer dentro de ese manicomio.
—Bien —chasqueo la lengua—, antes de adentrarnos por completo dentro de las instalaciones en las que se hace el servicio comunitario necesito ver los registros en la computadora —informo—. Cuando estemos dentro del lugar en el que se realiza el servicio necesito que distraigan lo que se pueda a las enfermeras para yo me interne en las habitaciones de los pacientes.
— ¿Qué vas a hacer ahí? —cuestiona Rowan, sacando a relucir la pregunta que seguramente ronda por la cabeza de muchos.
Niego con la cabeza sin saber qué decir.
—Ni siquiera yo sé que voy a hacer ahí —levanto mi muñeca para observar la hora, tenemos tiempo suficiente como para realizar todo—. Hora de irnos —giro sobre mis talones comenzando a caminar hacia la moto de Christopher. La razón por la que acepté que los dos viniéramos en una moto fue porque nos brinda sencillez, eso es lo que necesitamos para no lucir tan sospechosos.
Tardo en darme cuenta de que ninguno se ha movido de su lugar, volteo en su dirección al tiempo que elevo ambas cejas al cielo. Dylan, un tanto nervioso, traga saliva de manera audible; Sara parece tener salpullido en sus manos, Liam luce como una estatua, Rowan y Tyler comparten una mirada de desconfianza, y Reynolds tiene su ceño fruncido, como si estuviera reconsiderando la decisión de venir conmigo.