Blue Diamond #1 ( Saga Luz y Oscuridad: El Surgimiento)

12. Te creo y te voy a ayudar...

 

 


Paso entre la marea de estudiantes lo más rápido posible. Voy llegando tarde a clase de cálculo y por desgracia la maestra de esa asignatura me odia sin razón alguna, es como si tuviera algún tipo de rencor contra mí desde el momento en que le corregí un ejercicio de identidades trigonométricas que le había quedado malo. Tal vez debí de haberme quedado callada, pero la expresión de la maestra cuando le hice todo el ejercicio de manera correcta valió la pena.

Ahora sólo me preocupa llegar antes de que me cierre la puerta en las narices. La última vez que la vi me regaño por el simple hecho de estar caminando en el pasillo a plenas horas de clase; en mi defensa, no hay nada de malo en eso cuando has terminado un examen y tienes permiso de quedarte afuera.

Entro al salón recibiendo las miradas de todos. Por el rabillo del ojo alcanzo a ver como Reynolds se incorpora en su asiento del fondo del salón. Agacho la cabeza, al tiempo que tomo asiento en las sillas del medio. Afortunadamente, la maestra no tarda en hacer presencia.

Percibo con claridad la mirada de Reynolds perforando mi espalda, sé que se debe de estar preguntándose lo mismo que yo: ¿Lo que sucede es obra de mi imaginación? ¿Fue algo real?, ¿Cómo es posible que de estar totalmente destrozada físicamente al siguiente día se esté bien?

No tengo ni idea de qué responder a esas preguntas, en lo personal, preferiría no responderlas. No sé que voy a hacer, o cómo voy a hacerlo, pero tengo que encontrar una forma urgente de saber lo que me está pasando y al mismo tipo evadir a Reynolds.

La maestra busca algo a la lejanía con sus ojos, todo el salón se encuentra en silencio simplemente observándola, al cabo de unos minutos su atención se posa en mí y es la única pista que necesito para saber que me estaba buscando. Acostumbrada a ubicarme en los asientos finales —al menos en esta clase porque en otras sí me hago en las sillas del medio— debe encontrarse un poco contrariada con el actual cambio. Finalmente, eleva su barbilla hacia mí en un gesto que pretende demostrar altivez y reprimo el impulso de sonreír.

No puedo creer que se sienta rebajada ante mí. ¡Por el amor de Dios, ella es la profesora!

Muerdo mi labio inferior procediendo a sacar lápices y cuaderno. Le dedico una mirada a Mildred, una de mis compañeras de estilo Punk que parece compartir el sentimiento de extrañeza conmigo.

Entonces, me pongo a pensar en el comportamiento de la profesora. Debo de admitir que me gusta que me miren como si significará algún reto, pero nunca me di cuenta de que los ponía de los nervios y a la defensiva; es más, nunca se me ocurrió llegar al punto de intimidarlos.

Se siente como si fuera algo natural...

Mi visión se nubla y apretó mi mandíbula luchando conmigo misma y la punzada de dolor que quiere amenazarme. No puedo tener uno de esos ataques en clase..., al cabo de unos segundos mi vista regresa a su normalidad, permitiéndome recostarme en el asiento y escribir lo que hace la maestra.

Sé la perfección que, aparte de la mirada de Reynolds la de Sara se ha posado en mí, pues se encuentra dos asientos a mi izquierda y es lo único que necesito para saber que vio el momento de la lucha entre mi cuerpo y yo; sin embargo, no le devuelvo la mirada y sigo con lo mío.

La clase continua tranquila el resto de la hora si quitamos la cantidad de miradas que me lanza la profesora desde su puesto. En mi opinión, la clase de física con el Sr. Foreing es mucho mejor que ésta. Nos emocionamos cada vez que realizamos un problema sobre gravedad de la naturaleza, además de que él posee un razonamiento totalmente increíble, y, más que nada, tiene una forma peculiar de aceptar sus errores que la maestra de cálculo no posee.

Suelto un suspiro dirigiendo mi mirada al suelo, que pasa a mi maleta entreabierta.

Frunzo el ceño como por millonésima vez en este día.

Relamo mis labios con inquietud, acercando mi mano a la cartera Dolce & Gabbana que utilicé esa noche. No tenía idea que la había puesto en mi maletín el día de hoy. Un objeto resplandeciente, del mismo color del aparato que vi en el bolsillo de Rickhill se asoma por ella y pronto, recuerdo con exactitud el "regalo" que dejo dentro de ella.

Estoy en clase, pero no hay nada más aburrido y estúpido que cálculo, así que sin más, estiro mi mano hasta la cartera, desenvuelvo aquello que oculta parte del brillo verde y saco aquello con apariencia mágica.

Lo giro entre mis dedos detallándolo cuidadosamente. Es grueso, no es pesado, pero tampoco es lo suficientemente leve como para dar la sensación de que se va a partir en dos. No sé qué material es, pero brilla como nunca antes había visto brillar a algo a menos que fuera en la televisión. Se siente como si se moviera o como si estuviera constituido de una especie de diamante parecido a la esmeralda, pero mucho, mucho más brillante.



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En el texto hay: peligro, accion, amor

Editado: 02.07.2019

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