Salgo del auto expulsando un suspiro al sentir el aire libre contra mi rostro. La rapidez con que Tyler manejó no nos dejó sentarnos bien, todo el trayecto consistió en un mar de incomodidad, en especial porque Dylan se movía como si tuviera salpullido.
No sé en qué lugar estamos pero es como si sintiera que el aire se me sale de los pulmones con tanta agilidad que apenas y puedo respirar. La sensación de electricidad me vuelve a invadir por completo, al igual que la visión nublada y una punzada dolorosa en mi cabeza.
Parpadeo continuamente como lo llevo haciendo desde que siento los síntomas y me obligo a alejarlos, sólo que esté es diferente. Este síntoma, el mismo me invadió cuando estaba con Christopher dentro del armario del conserje es diferente a todos los demás.
Un rayo cae no muy lejos de donde nos encontramos, envía una oleada de placer por todo mi cuerpo. Por segunda vez en la noche aquel sonido se oye como música para mis oídos; recuesto mi espalda en la pared tomando diversas respiraciones.
Puedo mantener la calma.
"No, ya no la mantengas...", susurra una voz parecida a las que usualmente escucho y reprimo con un gruñido.
Vamos, Blue. Mantén la calma...
"Ya no más, ya no..."
—¡¿Me estás jodiendo?! —me sobresalto ante la repentina voz chillona a unos pocos metros de distancia. Levanto la cabeza para encontrarme con los ojos cafés de Sara—. Hicimos todo esto por una bendita cartera de marca, es decir, sí... admito que está bonita y... Y admito que no tengo idea de dónde la sacaste y...
—Dame eso —le arrebato mi cartera haciendo sus chillidos a un lado.
Me apresuro a abrirla, mientras lo hago, me fijo en que hay una mesa en el medio del callejón en el que nos encontramos.
Rayo Nocturno.
Debemos encontrarnos en algún lugar de Rayo Nocturno. Mis acompañantes se aglomeran y extraigo el objeto luminiscente color verde. Muerdo mi labio inferior sólo porque las ansias de poder observarlo entre mis manos son tantas que dejo la cartera en la mesa y tomo el objeto entre mis manos. Una vez más un rayo cae iluminando la noche, lo siento tan cerca que me estremezco.
—¿Qué es esa piedra fea y gris? —pregunta Rowan y mi cabeza se eleva en su dirección rápidamente.
—Vete a la mierda, esta cosa brilla como si fuera un foco de navidad.
—Entonces todos debemos tener diferente vista —interviene Liam—, porque concuerdo con Rowan, no parece ser nada más que una piedra.
—¿Hablas enserio? —ahora mi mirada se posa en Dylan en espera de que diga algo.
—Bueno, luce como una piedra gris tallada como si fuera un palo.
—Esto es increíble —niego con la cabeza—, ese maldito objeto luce como si fuera de otro mundo.
—¿Qué carajos te tomaste, Blue? —cuestiona Sara, al tiempo que un ligero dolor se instala en mi sien—. No me digas que hicimos todo esto para recuperar una piedra, porque hasta la cartera es pasable —mi exasperación es tanta, que dejo el objeto luminiscente en la mesa y vuelvo mi atención a ella.
Sé que está mal deshacer mi enojo, pero para ser sincera el dolor en mi sien se tiene que ir como sea.
—No te he obligado a nada, no tienes por qué hablarme de esa manera.
—Chicas....
—¿Yo? ¿Hablarte de esa manera? Le hablo a todos de la manera que quiera, no tienes derecho a decirme cómo debo o no hablar.
—Chicas...
—Entonces modera tu lengua y ten cuidado con lo que insinúas.
—¿Insinuar? no soy yo la que suelta mierda cada que abre la boca. ¿Crees que puedes andar diciendo lo que piensas cada vez que se te da la gana? —la persona que me está diciendo esto no es Sara, algo debe pasarle como para comportarse de esa manera, pero el dolor comienza a crecer y el estrés de callarla junto con él—. ¡No a todo les gusta tus comentarios y tu frialdad! ¿Sabes? —Suficiente.
Un rayo cae sorprendentemente muy cerca de nosotros, la sensación envía oleadas grandes de emoción por todo mi cuerpo.
—Yo no soy la que se esconde detrás de una fachada con el fin de que me acepten unos completos tontos que no sirven para nada —retrocede como si le hubiera dado una patada en el estómago y seguramente eso fue lo que hice. Seguramente le clave un puñal, pero las palabras ya están dichas, y no hay nada que pueda hacer ahora, tampoco disculparme porque solo quiero maldecir.