—No veo el porqué hacemos esto.
—¿Le tienes miedo a las agujas, lucecita? —el tono agrio con el que Tiffany me habla es muy latente en su voz.
—No, pero no veo el porqué burlarse de ello. Todos le tememos a algo ¿Qué hay de malo en que alguien le tenga miedo a las agujas? —sueno despreocupada, relajada. Y me encuentro disfrutando de la manera en la que rueda los ojos con notable irritación.
—Acomoda tu brazo, lucecita.
—No hay mejor apodo que ese viniendo de una rubia —arqueo una ceja, al tiempo que extiendo el brazo.
El pinchazo de la aguja no hace ningún efecto en mí, de la misma manera la en la que no me produce el más mínimo escalofrío observar cómo la sangre llena el frasquito. Me digo a mí misma que es el simple hecho de todas las inyecciones que tuvieron que ponerme durante los análisis de laboratorio. Pinchazo por aquí, pinchazo por allá... Todo para encontrar por qué la joven Blue Diamond de dieciocho años poseía un dolor de cabeza de los mil demonios. Papá todavía me pregunta si me siento bien o mal, aunque no he tenido muchos dolores de cabeza frente suyo.
—¿Por qué ella tiene que hacer esto? —cuestiona Reynolds en dirección a Logan, el muchacho de cabello castaño.
Al final de todo, terminaron por decirme sus nombres. La chica de tatuajes se llama Gwen, el novio de Tiffany se llama Logan, y finalmente ya conocía a Dean.
—Porque Tiffany desconfía de Blue, no va a descansar hasta que sepa la verdad.
—¿La verdad sobre qué? —ahora es Sara quien luce fastidiada—. No veo el por qué estaría mintiendo cuando caímos, enserio, caímos como si tuviéramos el peso de una pluma del asfalto para caer en otro suelo.
—Y lo comprobare, eres una Pounder, debo poder ver a través de tu sangre aquel recuerdo.
—Alguien me haría el favor de ser diccionario por un jodido instante y decirme qué es un Pounder —espeto, al tiempo que Tiffany se retira hacia no sé dónde con mi muestra de sangre.
—Los humanos creen que son la única creación en el mundo, pero están equivocados. Hace miles de millones de años una raza nació junto a ellos, un hombre y una mujer, como Adán y Eva; ellos nacieron en un entorno diferente, un tipo de mundo subterráneo, procrearon y nació la raza de los Pounders, se extendió tanto como la de los humanos —explica Logan, recostando su espalda en la pared detrás de él—. Los Pounders tienen mejores y mayores capacidades que los humanos; mayor velocidad, mayor fuerza, mayor todo, incluso mentalidad, pero no todos es risas y diversión. Tenemos razones para recibir envidia, pero también para recibir una mirada de peligro.
—Súper cool ¿Alguien más se siente como en una película de ciencia ficción de las buenas? —murmura Dylan, alzando su mano al aire con una sonrisa en sus labios. La baja al cabo de unos segundos de silencio por parte de todos—. ¿No? Bueno, mejor dejo que... Ya saben, dejo que sigan con la historia —aclara su garganta, pasando una mano por su cabello.
—En fin —continua Logan—, nuestra raza es bastante competitiva la una con la otra. Tenemos un presentimiento natural de que cualquiera nos puede hacer daño, nuestros instintos son elevados, estamos atentos a la mayoría de las cosas que nos rodean por más sencillas que sean; de igual manera, nuestra naturaleza nos guía a la violencia, es por eso que cada uno aprende a controlarse a su tiempo.
—¿Y si no qué? —cuestiona Liam, al lado de una Sara que parece ya haber comprendido todo.
—Somos asesinos —se encoge de hombros Gwen—, aquí matamos y nadie nos dice nada a menos que sea alguien importante. Lo que trato de decir es que a diferencia de ustedes nosotros no retenemos nuestras necesidades.
—Pero no hay nada de qué preocuparse —interviene Dean, enseñando una de sus amplias sonrisas un poco tensa cuando mira a Gwen en advertencia—, generalmente se controla y convivimos bien.
—¿Puedo seguir? —cuestiona Logan, la mayoría a excepción de Sara y Dylan porque este último parece que va a hacerse pis en sus pantalones asiente—. El hecho de que hayamos nacido en una tierra subterránea no nos impidió conocer la naturaleza humana, de tal manera que la reproducción se volvió una mezcla de todo. Al principio procrear con un humano era considerado una aberración total, pero con el paso del tiempo los malentendidos amorosos eran más, lo que produjo varias guerras que trajeron una ganancia para aquellos que sentían que el mundo humano y Pounder debían unirse. Todavía hay algunos que consideran inaudito procrear con el mundo humano, pero son pocos aquellos casos, la mayoría está familiarizado con ello.