Blue Diamond #1 ( Saga Luz y Oscuridad: El Surgimiento)

18. Pero si es toda una...

 

 

La adrenalina corre por mi cuerpo como una cascada, fuerte, sin contratiempo, nada que se interponga. Antes de que Tiffany de la patada para poder soltarse, deshago el agarre, logrando que pierda el equilibrio y lo recomponga con rapidez.

Un rayo resuena en las afueras cuando esquivo un golpe que iba a mi rostro. Me agacho, cojo impulso, paso mis pies por debajo de los de ella haciéndola caer con estrépito al suelo. Escucho un gemido de dolor por su parte que se va como el viento cuando volvemos a estar en la pelea.

Tomo una de las flechas que se encuentran en la bolsa de atrás a espalda, la paso por su abdomen, logrando herirla con ella.

Esquivar, agachar, patear, saltar, golpear, esquivar, agachar, patear, saltar...

—¡No hagas eso! —exclamo.

—¡¿Qué?! ¡¿Tratar de golpearte?!

—¡No! —ni siquiera sé cómo logro hablar en tan apresurados movimientos—. ¡No hagas esa secuencia!

—¡No entiendo una mierda de lo que hablas, lucecita!

Hago una maniobra evasiva distinta cuando impulsa su puño en mi dirección, lo tomo con una fuerza que desconocía hasta el día de hoy. Levanto su cuerpo logrando que dé una vuelta y caiga expulsando un gruñido de dolor en el suelo, antes de que logre pararse pongo mi pie en su pecho ejerciendo presión. Al principio trata de luchar, poco después parece rendirse porque deja de removerse.

—Esquivar, agachar, patear, saltar, golpear... —mi voz sale tan ahogada que apenas puedo reconocerla—. Realizas una secuencia que me hace vencerte de manera... —el aire se va de mis pulmones, al tiempo que mi vista se nubla—, de manera más... más... —pero no lo resisto, la punzada en la cabeza me golpea tan fuerte que no puedo hablar ni respirar. No puedo hacer nada más que revolcarme en mi miseria mientras las voces se escuchan y recuerdos que no sabía que existían regresan.

Escucho la voz lejana de alguien llamándome pero no puedo; no consigo dejar a un lado el dolor.

Imágenes mías de pequeña corriendo hacia mamá de manera eufórica y preguntándole sobre algo brillante que llevo en mano. Un Flashlighter. Ella lo retira con brusquedad.

Imágenes de papá en una pantalla parecida a las que me vi a mí misma hace poco.

Abro mis ojos y todo mi cuerpo parece quedarse petrificado.

Ahí están otra vez, las sombras, una blanca y una negra que no tienen ningún rostro, que no parecen nada más que unos espectros. Un nudo se forma en mi garganta pero no hago absolutamente nada para que aquellas sombras se vayan.

De nuevo, cuando mis ojos se posan en los demás algo dentro de mí se siente bien. Me siento bien porque Logan y Tiffany ven lo mismo que yo, lo que quiere decir que no son obras de mi imaginación y creatividad.

Son reales.

Son maldita y horrorosamente reales.

—¡No Dean! —la exclamación sale de mí, empujo al rubio para que no le dé a ninguna de las sombras con su arma.

Sé por experiencia no les afecta nada, son traspasables, es decir que si la bala los atraviesa puede llegar hasta el cuerpo de Tiffany.

Afortunadamente me muevo rápido, la bala da contra la pared. No es hasta cuando estoy en el suelo que detecto cómo una sombra negra viene a velocidad alta en mi dirección. Vuelo, chocando contra la pared del fondo; expulsó un jadeo de dolor pero a pesar de todo me muevo. Me muevo porque ahora soy consciente de lo que puedo hacer sea Pounder o no, o un intento fallido.

Trato pero una sombra blanca se abalanza por mi derecha tomándome desprevenida. Esta vez siento el dolor porque es como si me estuvieran enterrando millones y millones de cuchillas filosas.

Gritos, murmuros, disparos y hasta alguien chocando contra la pared envuelven todo mi sentido auditivo pero no permito que me amedrente. No voy a permitir que salgan lastimados.

Lucho contra el peso y el dolor que me invade. Lucho contra la ansiedad. Lucho hasta quitarme a ésta maldita sombra de encima y cuando lo logro, viene la otra. La sangre inunda mis papilas gustativas pero no me detengo. Escucho un jadeo que no sale de mí, sino de otra persona y recuerdo tener un cuchillo en mi jean. Ruego con que la proximidad de la sombra negra haga que el cuchillo traspase.

Entonces lo hago, y justo cuando lo hago. Justo cuando dejo todo de lado, la sombra se va, se difumina como si nada hubiera pasado.

Mi cuerpo resbala con lentitud hasta tocar el suelo, recordando el dolor cuando esa sombra se abalanzó encima de mí por mucho tiempo. Como cientos de cuchillos enterrándose en mi cuerpo. Siento la necesidad de temblar, podría llorar en este momento, quizás podría gritar.... La única razón por la que no lo hago es porque tengo compañía.



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En el texto hay: peligro, accion, amor

Editado: 02.07.2019

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