Blue Eyes · Ashtray O'neill. ·˚ //publicando - Completa// ✧

⋆★⋆ Cap. 7 ⋆★⋆

[Ashtray's POV]

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Caminaba con tranquilidad, un cigarrillo en mi boca, hacia la tienda para ayudar a Fezco. Una mano descansaba en mi bolsillo mientras fruncía el ceño en el puente de la nariz. Mis ojos se movían de un lado a otro, notando cosas y personas que, por instinto, evitaba o mantenía a distancia. El sol me golpeaba en la frente mientras seguía mi camino, ajeno a los pensamientos y situaciones que se entretejen a mi alrededor.

Finalmente llegué a la tienda y empujé la puerta sin mirar a nadie. Mi paso era tranquilo, casi indiferente, hasta que alcancé el mostrador. Me senté en uno de los taburetes y apoyé los codos sobre la superficie desgastada, dejando caer el peso de mi cuerpo. Con la otra mano me pasé los dedos por el cabello, intentando aliviar la tensión acumulada. Un largo suspiro se escapó de mis labios, mientras mi mente repasaba, una y otra vez, todo lo que había ocurrido en las últimas semanas.

— ¿Qué te pasa? —Me preguntó mi hermano al verme llegar, acercándose al mostrador.

— Estoy bien, no preguntes. —Respondí con tono seco, no tenía ganas de hablar con nadie.

— Ni mierdas estás bien, Ash.

— Fezco, vete a joder a otro lado.

Di un leve suspiro, mis ojos clavados en el mostrador. Evitaba el contacto visual con cualquier otra persona, como si de alguna forma pudiera protegerme de algo que no sabía cómo enfrentar. Era evidente que algo me tenía incómodo y nervioso; ya no quedaba rastro de ese aire de confianza que solía llevar conmigo a donde fuera. Me sentía vulnerable, casi desconocido para mí mismo.

— ¿Sigues consumiendo esas mierdas?

— Hermano, mírame. Estoy en la mierda, pero hago el esfuerzo para no volver a tocar esas malditas pastillas.

Respondí con rapidez, casi sin pensar, mientras mi mirada seguía fija en el mostrador. Había una urgencia en mis palabras, como si necesitara soltarlas antes de que me atraparan los pensamientos que intentaba evitar. Era evidente que mis respuestas eran apresuradas, y aún me negaba a levantar los ojos. El contacto visual me parecía un riesgo que no estaba dispuesto a correr en ese momento.

— Mírame.

— No.

— Ashtray, mírame.

Finalmente levanté la mirada hacia Fezco, soltando un suspiro tembloroso al verlo. Mi rostro intentaba mantener esa expresión seria que ya era casi un hábito, pero mis ojos no podían ocultar lo que sentía. Reflejaban un torbellino de emociones: preocupación, miedo, y un nerviosismo que no podía controlar. Mis manos estaban inquietas, moviéndose de forma casi automática, como si buscaran algo con qué distraerme. Había tanto que quería decir, pero las palabras se quedaban atrapadas en mi garganta, ahogadas por el peso de todo lo que me preocupaba.

— ¿Puedes prometerlo? —Los ojos de Fezco sólo denotaban preocupación y tristeza al verme en este estado.

— Lo prometo.

— ¿Seguro, segurísimo? —Sabía que él no me creía del todo, lo entendía, pero asentí.

— Lo prometo. —Dije nuevamente, con más seguridad y decisión en mi tono de voz—. Estoy limpio, te lo juro.

La determinación se dibujó en mi rostro, y cada palabra que pronuncié rezumaba seriedad y convicción. Mi mirada se mantenía fija, y en ella se reflejaba algo más que una simple promesa: era el eco de una decisión irrevocable tomada para mí mismo.

Me quedé en silencio durante unos instantes, sumido en mis propios pensamientos. Mi vista seguía fija en el mostrador mientras, de manera casi automática, me pasaba la mano por el cabello. Sentía cómo la tensión se apoderaba de mi cuerpo, como si luchara en una batalla interna que amenazaba con desbordarme.

En un momento de tensión abrumadora, decidí levantarme del taburete, sin apartar la mirada del mostrador. Mi mano se aferró de nuevo al respaldo, buscando en ese gesto un apoyo que calmara la inquietud que me consumía.

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Me encontraba afuera de la casa de Claire, con las manos metidas en mis bolsillos. Mi corazón latía con rapidez, inundado de nervios, tensión y ansiedad, pero aun así reuní el valor necesario y llevé mi mano hacia la puerta.

Golpeé la puerta un par de veces y esperé pacientemente. Mis manos seguían apretadas en puños, y mi respiración se volvía cada vez más pesada mientras sentía que mi garganta se resecaba. Un torrente de pensamientos cruzaba mi mente, reviviendo momentos pasados con la chica que se encontraba al otro lado de aquella puerta. Me preguntaba: ¿Seguirá estando molesta? ¿Querrá siquiera verme?

Finalmente, la puerta se abrió y apareció Claire. Observé en su mirada el cansancio y una expresión de dolor, aunque, a pesar de ello, mantenía la cabeza en alto.

— No, no, no. —Claire negó con la cabeza, intentando cerrar la puerta, pero yo la detuve. Sentí una punzada en el corazón al ver su reacción. Mi mirada, reflejaba el tormento interno que me consumía.

— ¿Puedo... puedo pasar? —Dije finalmente, mi voz estaba cortada pero aún trataba de mantenerme calmado.

— No quiero ver como el amor de mi vida se mata a sí mismo con esas mierdas.

Las palabras de Claire me impactaron como un puñal en el corazón, y en su rostro distinguí una mezcla de dolor profundo y arrepentimiento. Al oírla, mi cuerpo se tensó aún más, como si se preparara para recibir el golpe final. Un silencio incómodo se instaló entre nosotros por unos instantes, llenando el aire de una tensión casi insoportable. Finalmente, rompí ese mutismo; mi voz salió baja y suave.

— Ya no... ya no estoy con las pastillas.

— No sé si creerte.




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