Boarding School

| Capítulo 32 | Lo más sencillo es complicarlo todo.

👭🏽✨ NICK ✨👭🏽

 

Esta rutina de "De mi casa al consultorio. Del consultorio al colegio. Y del colegio a mi casa" ya me está aburriendo. Empiezo a pensar que Patrick tiene razón cuando dice que soy un hombre solitario y aburrido que, debería disfrutar más de la vida. Creo que mi vida social terminó desde que le puse fin a mi relación con Mackenzie.


Sigo pensando en lo que pasó anoche con Solange. De todas las cosas malas que pueden pasarme, ¿en serio tuvo que ser eso? Encima de malcriada, maleducada e insoportable, también resultó ser una irrespetuosa de lo peor. Digo, lo mínimo que pudo haber hecho fue recordar que soy su profesor, no uno de esos adolescentes estúpidos a los que puede manejar a su antojo.


Después de su atrevimiento, me despedí con un "Buenas noches, Nicholson", y me fui a casa. No podía quedarme ni un segundo más. Ni siquiera pude decirle que mi padre aprobó el grupo que desea formar.

 

 

—¿Ocurre algo, cariño? —preguntó sacándome de mis pensamientos—. Te veo más pensativo de lo normal.

—Siento que no voy a aguantar por mucho tiempo —dije con frustración. Dios... Ahora no es solo lidiar con Aiko, Mackenzie y Maddison, sino que también con Solange—. Todos en este colegio me van a hacer enloquecer.

—¿A quiénes te refieres cuando dices "todos"?

—Mejor no hablemos de eso, mamá —sacudí mi cabeza, poniendo de lado esos pensamientos

—¿Quieres que te prepare algo de comer?

—No. Estoy bien. Gracias.

—Entonces dime qué tienes, Nick —pidió preocupada—. Detesto verte así.

—No tenía idea de que ahora vienes a pasar el fin de semana con papá —no es como si eso me interesa mucho, pero prefiero no seguir hablando de mis cosas.

—No cambies el tema, Nicholas —la expresión que tenía en el rostro, es exactamente la misma que me hacía cuando era niño... Cada vez que jugaba con mi pelota de fútbol dentro de la casa y terminaba rompiendo sus jarrones. Siempre decía "¡No puedo contigo, Nicholas! Todo el tiempo es lo mismo". Mis respuestas siempre fueron "Te amo, mamá". Entonces ella me miraba como si quisiera matarme, pero no lo hacía por lo mucho que me ama.

 

 

Como si hubiese sido salvado por la campana, mi padre llegó a la sala. Por el gesto de su rostro, estoy seguro que no me va gustar lo que sea que tenga en mente.

 

 

—¿Tienes planes para esta tarde?

—¿Por qué? —odia cuando respondo con una pregunta. Y en mi defensa, no estoy de humor para sorpresas.

—Quiero que vayamos a almorzar.

—Claro. Tú, mamá, yo... y, ¿quién más?

—Kenzie.

—Ustedes nunca se van a dar por vencidos, ¿verdad? —me molesta que a pesar de dejarles en claro que no va volver a haber nada entre ella y yo, insistan en tratar de juntarnos—. ¿Por qué no entienden que lo que había entre Mackenzie y yo ya murió?

—Seguimos pensando que son el uno para el otro.

 

 

Si les digo la verdadera razón por la que Mackenzie y yo terminamos... ¿Será que al fin me dejen en paz? Antes pensaba que si lo harían, ya que su mayor anhelo es llegar a ser abuelos. Sin embargo, ahora pienso que me dirían "Lo pueden volver a intentar."

 

 

—Los veo luego.

—No te enojes, Nick —suplicó—. Nosotros solo queremos lo mejor para ti.

—Si tú lo dices —sin más que decir, salí de ahí,  azotando la puerta al cerrarla.

 

 

Cuando salí del edificio en el que están los apartamentos de los profesores, me encontré con varios alumnos haciendo picnic, unos tomando el sol, y otros jugaban en las canchas. Es común verlos en el colegio durante el fin de semana. Aunque pienso que los sábados y domingos deberían de ser días en los que todos van a casa para descansar, disfrutar de su familia y, lo más importante... Darle paz a los profesores. Pero entiendo que algunos tienen padres que se la pasan viajando. Los que son del extranjero no les queda de otra que esperar hasta las vacaciones para ver a su familia. Y están los que simplemente no desean ir a casa.


Me llamó la atención ver a Beth Fuller. Pensé que se había ido a casa ayer. Sigo preguntándome porqué cambió tanto desde la muerte de Linsy.

 

 

—¿Puedo? —señalé el lugar vacío a su lado.

—Si.

—¿Cómo has estado? —debe estar cansada de escuchar la misma pregunta cada vez que me acerco a hablar con ella.

—Tratando de sobrevivir —quiso sonreír, pero en su lugar le salió una mueca.

—¿Sigues pensando en Linsy?

—¿Cómo no hacerlo? —bajó su cabeza en señal de tristeza—. Era mi mejor y única amiga.




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