Antes de la verdad, hubo silencio.
Antes del fuego, sombras.
Elysianek no era solo un internado antiguo ni un castillo perdido entre colinas. Era un nudo, un eco atrapado entre generaciones, una caja cerrada con llaves esparcidas en el tiempo.
Y quienes llegaron, no lo sabían aún, pero no estaban allí solo para estudiar.
Vinieron con nombres, pasados rotos, alianzas dudosas y preguntas no pronunciadas. Vinieron creyendo que su historia comenzaba allí.
Pero en realidad, habían sido parte de algo más grande desde mucho antes.
Porque este no era un lugar como los demás.
Aquí, los reflejos hablaban. Los pasillos ocultaban más de lo que revelaban.
Y el amor, la lealtad y la traición, esas antiguas fuerzas humanas, se entretejían con secretos que amenazaban con reescribir la historia misma.
Una llave. Un núcleo. Un sacrificio.
Pero también una elección.
Y entre todo eso, los rostros de quienes aprendieron, en medio de la confusión, a confiar unos en otros.
A salvarse.
A amar.
A perder sin rendirse.
Este no es un cuento de hadas.
Ni un mito de héroes perfectos.
Es una historia de fragmentos. De memorias rotas. De cicatrices que se vuelven puentes.
Una historia donde la oscuridad existió, sí, pero la luz también eligió quedarse.
Ahora, abre la puerta.
Lo que ocurrió aquí aún vibra en las paredes.