Boarding School for Princes (internado para príncipes)

CAPÍTULO 19. Entre lo Que Se Dice y lo Que Se Roba.

La habitación de Caleb estaba en penumbra.
El reloj marcaba las 22:14 cuando Nolan llegó con una sonrisa pequeña, algo cansada.

—Perdón, tuve entrenamiento más tarde —murmuró, dejando la chaqueta sobre una silla.

Caleb asintió, algo incómodo. No porque Nolan llegara tarde, sino porque desde hacía días, algo había cambiado en su forma de mirar.

Más frío. Más medido. Como si siempre estuviera esperando algo.

Pero aun así, Caleb lo dejó entrar. Como siempre.

Se sentaron en el suelo, con una manta y una película de fondo que nadie estaba viendo.
Nolan no hablaba mucho, pero cuando sus dedos rozaban los de Caleb, su piel temblaba.

Y cuando Nolan lo miró a los ojos, casi como si le costara, Caleb contuvo el aliento.

—Te esperaba para vernos al menos un poco hoy... Pero... ¿Qué pasa? —susurró.

Nolan negó con una sonrisa rota.

—Solo… quería esto.

Y lo besó.

No fue un beso perfecto. Fue torpe, silencioso, como si el mundo se hubiera detenido sin saber si debía avanzar o retroceder.

Caleb cerró los ojos. Quiso creer. Quiso sentir que era real.

Pero cuando Nolan lo abrazó más fuerte… sus dedos buscaron el pequeño colgante en forma de llave que Caleb llevaba desde primero.

Y se lo quitó con sutileza.

Una copia. Un acceso. Un archivo.
Caleb no lo sintió. Aún no.

Pero el vacío empezaba a crecer sin que lo notara.

Al día siguiente, Caleb caminaba con pasos lentos por el pasillo principal de Elysianek.
Sentía a Nolan más cerca que nunca… pero también más lejos.

¿Por qué cada palabra suya sonaba como un eco calculado?

En una sala con mapas antiguos, Theodora y Laziel comparaban pasajes marcados.
Habían encontrado una conexión entre los nombres "Aurelia", "Eldren" y "Selith" con puntos clave del internado.

—Mira esto —dijo Laziel—. Esta torre al este tiene grabado el símbolo de una corona rota. Solo aparece en planos previos a la fundación oficial de Elysianek.

—¿Qué hay dentro?

—Sellado. Mecanismo antiguo. Solo abre con una clave triple… o con una llave.

Theodora se tensó.

—¿Llave? ¿Como una física?

—Sí. Pero no común. Dorada, pequeña, con la marca de los fundadores.

Theodora pensó.
Recordaba haber visto a Caleb con algo así desde el primer año. ¿Podía estar conectado?

En un rincón exterior del internado, cerca del jardín de invierno, Eleanor se sentó junto a Ylba, su “pareja oficial” desde hacía semanas.

Ylba hablaba de cosas banales. Fiestas. Perfumes. Nueva moda en la capital.

Eleanor solo asentía. Miraba a la nada.

Intentó tocarle la mano. Ylba se la retiró con indiferencia.

—No hagas eso delante de todos. ¿Quieres parecer necesitada?

Eleanor sonrió. Una sonrisa vacía.

—Claro… olvidé que esto es solo por imagen.

—Exacto. No lo estropees.

Eleanor no dijo más. Se levantó sin avisar.
La máscara seguía puesta, pero empezaba a agrietarse por dentro.

Mientras tanto, en una cripta subterránea del ala oeste, Blake bajaba los escalones con el corazón cargado.

Allí, entre columnas antiguas y velas medio apagadas, estaban Deus, Harrison, Erkan… y Kaito.

—¿Lo hiciste? —preguntó Deus.

Blake asintió, sin levantar la mirada.

—Sí. Lo está viendo. Lo toca. Confía.

Pero Nolan ya se lo quitó.

—¿Y Caleb?

—No tiene idea. Pero ya empieza a notar cosas.

Harrison sonrió.

—Perfecto.

—¿Qué haremos? —preguntó Blake, más tenso.

—Esperar —dijo Erkan—. Y cuando Nolan cruce la línea… estaremos listos para arrastrarlo con pruebas.

Kaito habló, esta vez con voz baja:

—Blake, escucha. No lo hacemos solo por ti. Ni siquiera por Caleb. Hay algo más profundo en Nolan. Y si está aquí por lo que creemos…

—¿Qué? —susurró Blake.

—Entonces… no solo es peligroso. Es parte de algo mucho más grande.

Blake se quedó mirando el fuego.
Pensó en Caleb. En Nolan.
Y en cómo todo eso lo estaba consumiendo, sin siquiera haber elegido entrar.




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