Boarding School for Princes (internado para príncipes)

CAPÍTULO 26. La Mirada del Cuervo.

El día amaneció espeso, con una neblina extraña arrastrándose por los jardines de Elysianek como si el mismo internado quisiera ocultar los secretos que estaban a punto de salir a la luz. La calma era sólo una ilusión; debajo de ella, todo se movía.

Blake caminaba por el pasillo norte acompañado de Deus y Erkan. Desde que se había unido, su comportamiento había cambiado. Ya no era sólo el príncipe amable que ayudaba a los estudiantes comunes, ahora había en su mirada una sombra más pesada. No por maldad, sino por la carga de saber cosas que los demás no sabían.

Kaito apareció en el umbral de un aula cerrada, con el rostro casi neutral, siempre calculador. Con él, Blake había aprendido a moverse entre las piezas del tablero sin levantar sospechas.

—Hoy es el día —dijo Kaito, sacando un viejo plano de las habitaciones del ala oeste.

—¿De qué exactamente? —preguntó Blake, sin ironía, pero sin perder la distancia.

—Vamos a encontrar la llave.

—¿Y si Caleb ya la tiene?

Kaito le sostuvo la mirada un instante.

—Entonces, necesitaremos estar un paso por delante.

En otra parte del internado, Caleb y Theodora se encontraban de nuevo con Laziel en una de las viejas salas que funcionaba como archivo oculto. Theodora había logrado abrir una compuerta secreta en la biblioteca donde, bajo una baldosa suelta, hallaron un baúl. Dentro, polvo, papeles arrugados... y un pequeño compartimento falso.

Allí estaba.

La otra mitad de la llave.

Caleb la sostuvo entre sus dedos, temblando.

—¿Esto es...? —preguntó.

Laziel asintió.

—La parte que Nolan no tenía. Lo sabíamos. Pero hay algo más.

Theodora sacó un cuaderno donde había reunido información recolectada durante semanas: registros alterados, nombres falsificados, contratos sellados con emblemas rotos.

—Kaito no es un príncipe legítimo —dijo, pasando una página—. Tiene vínculos con una organización disuelta. Y Nolan... Nolan no aparece en el registro real de ningún linaje.

—Entonces, ¿es un impostor? —preguntó Caleb, incrédulo.

—Parece que sí —dijo Theodora, pero sin entusiasmo. Decirlo en voz alta lo hacía aún más perturbador.

—¿Y tú qué harás con esta verdad? —preguntó Laziel, sin quitarle los ojos de encima a Caleb.

Caleb apretó la llave entre sus dedos.

—Proteger a los que aún creen en mí.

Eleanor, por su parte, estaba harta. De sí misma, de las falsas sonrisas, de Ylba. La relación con ella había sido un error desde el principio, una necesidad de sentirse querida tras su ruptura con Theodora. Pero Ylba apenas le hablaba ahora. Su presencia era casi decorativa, útil en las fotos, en los bailes, pero nada útil cuando quería sentirse querida.

Entró en su habitación, vio una caja con cartas que no había abierto. Una de su madre, otra de un viejo amigo. Ninguna le importaba. Miró el espejo. ¿En qué momento se volvió tan distante?

Buscó a Theodora entre las salas de pintura, pero no estaba allí. Solo encontró una hoja suelta con su nombre escrito encima de un símbolo que no reconocía. Era parte de la investigación. Y Eleanor, por primera vez, entendió que quizás Theodora ya no la necesitaba para seguir adelante.

Esa noche, en una sala sellada del ala sur, Deus, Harrison, Erkan y Blake observaban los planos con detenimiento. Había rumores de que cada habitación tenía un "corazón", un escondite sellado en piedra o madera, con mecanismos únicos.

—La llave no estaba en la habitación de Caleb —dijo Harrison—. Pero eso no significa que no esté en otro lugar seguro.

—¿Como dónde? —preguntó Blake, atento.

—Como debajo del marco de la cama —dijo Deus—. O en el respaldo de un armario.

—¿Porqué no unimos todas las investigaciones en una? Sabemos que Theodora y Luzian también están investigando.

—Sería una buena idea, pero, ¿Podemos confiar?

—Tal vez.

Kaito entró entonces, serio como siempre.

—El corazón de la habitación está detrás del espejo. Pero ya fue abierto.

—Entonces —intervino Blake—, si Nolan tenía una parte… y Caleb la otra… la pregunta es: ¿quién unirá las dos?

Kaito sonrió de lado.

—Nosotros.




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