La calma después del caos era casi irreal. Las paredes de Elysianek, que durante semanas habían sido testigos de traiciones, alianzas, hechizos y llantos, ahora respiraban en silencio. No había estruendo ni gritos. Solo ecos lejanos. Solo pasos suaves.
Era el principio del final.
Caleb se despertó en la enfermería, con Blake dormido en la silla a su lado, sosteniéndole la mano. Una venda cruzaba su abdomen donde se había herido en la carrera por detener a Kaito. Al verlo, sonrió.
—Aún aquí —susurró.
Blake abrió los ojos lentamente y asintió.
—Siempre.
Y esta vez no hicieron falta más palabras. Era oficial. Era mutuo.
Theodora se encontraba con Luzian frente a una de las torres laterales. Habían pasado la noche reforzando los sellos y estabilizando el vínculo del núcleo, ya bajo la protección de Ian y Erkan.
—Creí que esto sería un infierno eterno —dijo ella, cerrando los ojos un instante.
—Lo fue. Pero a veces... uno encuentra algo hermoso ahí también.
Theodora se giró. Luzian le tomó el rostro con suavidad. No se besaron, pero no hizo falta. El silencio entre ellos lo decía todo.
Eleanor había estado esquivando a Harrison desde la detención de Kaito. Pero esa noche, bajó al lago. Ahí estaba él, lanzando piedritas contra el agua.
—Pensé que vendrías —dijo sin girarse.
Ella no respondió hasta estar a su lado.
—Tantas cosas pasaron. Tantas cosas nos rompieron.
Harrison asintió. Entonces ella se sentó a su lado.
—Y sin embargo, ¡aún estamos aquí!
Ambos rieron con esa mezcla de dolor y alivio. Luego, sin aviso, Eleanor le tomó la mano. Y cuando Harrison se atrevió a mirarla, vio en sus ojos la esperanza de algo nuevo.
Mientras tanto, Ian Ralvek observaba el mapa astral de la sala sellada. Deus estaba junto a él.
—Aún queda algo... ¿verdad?
Ian asintió.
—El artefacto ya no representa amenaza. Pero las cicatrices de lo que Kaito hizo... tardarán en sanar. Y aún no sabemos quién lo ayudó desde el exterior.
Deus frunció el ceño. El enemigo no era solo uno.
—Entonces no hemos terminado.
Ian lo miró con gravedad.
—Pero estamos listos para el siguiente paso.
Días después, en el patio central, todos se reunieron por primera vez sin urgencia ni miedos.
El director del internado informó que Nolan había sido enviado fuera del recinto, escoltado por fuerzas del Consejo. Su verdadera identidad aún estaba bajo investigación, pero no volvería.
Kaito, encerrado en los calabozos del ala este, había quedado completamente desconectado del núcleo. Su plan había fracasado.
El internado respiraba de nuevo.
Y aunque la herida era profunda, también había espacio para la reconstrucción.
Caleb, Blake, Eleanor, Harrison, Theodora, Luzian, Erkan, Deus, Ian...
Todos habían cambiado. Ya no eran piezas dentro de un juego. Ahora eran los que lo habían sobrevivido. Y los que decidirían qué se haría con las piezas que quedaban.
Al final de ese día, mientras el sol se ocultaba en tonos violetas y naranjas, se reunieron por última vez en la torre norte.
Y entre sonrisas cansadas, miradas sinceras y silencios compartidos, entendieron que había empezado una nueva era.
Todavía quedan pasos por dar. Todavía quedan verdades ocultas.
Pero ahora estaban juntos.
Y eso era más que suficiente.