Narra Sarah Matheus.
Lo que siento en este momento no puedo describirlo en emociones, quiero gritar de felicidad, por fin la vida me sonríe. Voy camino a casa de vivian mi mejor amiga, ella siempre está ahí para celebrar mis triunfos y también cuando estoy triste, por eso la amo.
Bajo del autobús y camino al edificio donde ella vive, camino a la entrada doy unos pasos más, llego al ascensor, antes de entrar encuentro a un chico muy guapo la verdad, ambos tocamos el botón del ascensor al mismo tiempo, yo doy un respingo y sonrio nerviosa, él me abre el paso para entrar primero y le dedico una sonrisa amable. Ambos entramos y me quedo por un momento admirando a ese guapo chico, tiene cabello negro, los brazos bien marcados una buena estatua y ojos color café. La verdad es muy sexy y me parece extraño no haberlo visto antes en este edificio. —¿Eres nuevo en el edificio?— él me mira con una sonrisa y asiente —Oh, si me acabo de mudar apenas ayer— abro mis ojos sorprendidos y extiendo mi mano para presentarme —Eso es genial, bienvenido me llamo Sarah, pero todos me dicen meki— él aprieta mi mano y sonríe nuevamente, luego hace una mueca de intriga y abre sus labios perfectos para preguntar —¿Meki?— yo me rasco la cabeza un poco apenada y asiento.
—Ja, ja, ja si es que es un juego de palabras, meki porque me gusta mucho él moca y un día con mi mejor amiga estaba pidiendo uno y mi lengua se trabó y se me salió la palabra meki— ambos reímos y entendió la referencia del por qué de mi apodo —Ah, los amigos no perdonan las equivocaciones— yo asentí girando los ojos —Ni que lo digas, podrás imaginar yo diciendo dame un “meki helado”— ambos volvimos a reír —Oh, disculpa soy tan mal educado, me llamo Liam Harrison— dijo antes de llegar al piso 3 —Bueno, aquí me quedo, fue un placer hablar contigo meki— dice en medio de una sonrisa amable, yo le devuelvo la sonrisa —El placer ha sido mío Liam, espero volver a verte por aquí— digo antes de que las puertas del ascensor se cierren, sigo al sexto piso y salgo del ascensor para caminar a la puerta que da con el departamento de vivian. Toco una vez y escucho —Un minuto— responde antes de abrir la puerta, ambas nos miramos y nos abrazamos en medio de gritos histéricos por la emoción.
—Oh, por dios ¡no puedo creerlo!, ¿el restaurante de Alex Benson? ¿El mismo que tiene 4 estrellas Michelin?— yo asiento con una gran sonrisa —SIII ¿PUEDES CREERLO?— digo emocionada al saber que hoy será mi primer día de trabajo —¿Cuándo empiezas?— pregunta mientras se acerca al sofá de la sala y yo la sigo. —¡Hoy en la noche!— respondo con tanta emoción que no me cabe en el pecho —Wow, meki eso es genial— cuando mencionó mi apodo pensé en el chico que acabo de conocer —Oye ¿sabes que se mudó un chico nuevo a tu edificio?— negó con su cabeza —No, por qué ¿está bueno?— asiento lentamente y abre sus ojos como platos pidiendo detalles —¿Cómo es?— me senté a su lado y comencé a detallarlo —Es alto, 1,90 aproximadamente ojos café, cuerpo de modelo, brazos marcados, muy bien proporcionado su cabello es negro y está tan bueno que seguro quedarías babeando por él— ella se comenzó a soplar con sus manos de manera como si tuviera mucho calor —Uff debe ser un bombón ¿cómo se llama? ¿Le preguntaste?— asentí con una risa triunfante —Obvio, se llama Liam Harrison y así como su nombre es un papito—
Ambas pasamos la mañana hablando de hombres hasta que llegó el momento de irme a mi primer día de trabajo —Bien debo irme, tengo que ir a trabajar ¿puedes creerlo? Hoy es mi primer día— me abraza con cariño demostrando su apoyo incondicional —Estoy muy orgullosa de ti meki— por un momento siento melancolía y ganas de llorar, pero mi amiga no me lo permite.
—Nada de lágrimas señorita, usted luchó mucho por esto y se lo merece, así que no hay motivos para llorar— terminó aceptando que tiene la razón y la vuelvo a abrazar —Tienes razón vivi ya me voy— asiente y me acompaña a la puerta —Bien, espero verte en la noche, por favor ya vente a vivir aquí, no quiero que sigas viviendo en ese vecindario de mala muerte— suelto un resoplido y niego con mi cabeza —No vendré a molestarte— ella gira los ojos en redondo y me suelta un manotazo en el hombro —Idiota, tú no me molestas para nada—
—Bien, lo pensaré ya me voy—me despido de ella para salir del pasillo subirme al ascensor y luego tomar el autobús a mi vecindario, sé que no es el mejor de todos, pero es lo que he podido conseguir con el poco dinero que conseguí hasta ahora, y no quiero molestar a vivi en su departamento, ella es mi mejor amiga, pero no me gustaría incomodarla.
Me subo al autobús el cual toma la ruta en dirección a mi vecindario me siento en uno de los asientos de atrás y coloco mis audífonos para escuchar un poco de la música que me relaja, la verdad es que "Billie Eilish" es mi artista favorita en cuanto a música. Me inspira cuando estoy estresada y al meterme en la cocina siento que me vuelvo otra persona.
El autobús me deja en la parada y debo caminar unas 3 calles para llegar a mi pequeño departamento, veo a la señora forester y la saludo —Hola, señora forester ¿qué tal su día?— ella levanta la mirada, ya que está concentrada en su jardín y me saluda —Hola, Sarah cariño muy bien, aquí acomodando un poco mi jardín ¿y tú como te fue en tu entrevista?— yo sonrio al recordar el día maravilloso que tuve —Muy bien señora forester, ya tengo trabajo— Ella asiente feliz.
«Aunque todavía no me vayan a pagar»
—Oh, felicidades cariño espero que te vaya muy bien— hago un gesto de agradecimiento —Gracias señora forester, bueno debo entrar tengo que arreglarme— ella hace un ademán indicando que siga y continua con su trabajo.
Avanzo hasta el pórtico y subo los pequeños escalones hasta llegar a la puerta, introduzco la llave y giro la perilla. Entro al pequeño departamento dejando mi chaqueta en el perchero, luego camino hasta la única habitación que hay y me quito la ropa para entrar a la ducha, abro la regadera y meto mis manos para probar la temperatura. Meto todo mi cuerpo y me doy una buena ducha, salgo enrollando una toalla en mi pecho mientras mi cabello chorrea agua, tomo otra toalla para secarlo y salgo a la habitación, busco en mi clóset mi uniforme, uno que jamás pensé usar para trabajar en ese restaurante, hace años tras no hubiera de imaginar que esto podía ser posible y hoy es realidad.