Narra Alex Benson.
Camino al estacionamiento ella me sigue, luego llegamos a mi auto y le abro la puerta para se pueda sentar en el asiento del copiloto, veo que está luchando por colocarse el cinturón de seguridad y con mucho cuidado me acerco para colocarlo yo mismo, al estar tan cerca de ella el aroma de su cabello se mete por mis fosas nasales, me sorprende que no huele a comida y tampoco a la cocina, ese olor a coco empalagoso es muy agradable, la veo y está muy quieta le sonrio diciendo —Hueles muy bien niña— ella está paralizada y solo me vuelvo a acomodar para cerrar la puerta y subirme en el asiento del conductor.
Antes de conducir la miro para preguntarle a dónde la llevaré —Bien, niña ¿A dónde voy?— su rostro luce un poco ruborizado y no entiendo que le sucede —Estoy esperan que me digas ¿dónde carajos vives, o acaso te volviste muda?— niega con su cabeza para susurrar
—Vivo en Boherum— Me encogí de hombros y no entiendo por qué tanta vergüenza, yo pasé peores cosas que meterme en un barrio peligroso, además esos malhechores no me conocen, viví tantas cosas difíciles que soy inmune al miedo. Comienzo a conducir y ella permanece en silencio —Bien, ¿hace cuánto vives en Boherum?— pregunto para tratar de romper el hielo, ella me mira de esa forma que odio, porque parece niña buena y odio a las mujeres así, o mejor dicho creo que es mi debilidad. Esta chica hace ese rostro tierno que me saca de quicio y a la vez me llama la atención de una forma ridículamente atractiva.
—Hace 8 meses— dice sin más, yo giro los ojos y aprieto el volante —¿Puedes dejar de hacer esa expresión? Es algo irritante para mí de verdad pareces niña— digo algo molesto para que no me diga distrayendo, ella alza una ceja confundida y por lo visto no sabe que hacer
—No sé a qué se refiere, es mi expresión de siempre— responde en un tono bajo y calmado, la veo y no puedo creerlo.
—¿Qué? ¿De verdad esa es tu expresión de siempre? Creo que tendremos problemas, a mí me parece algo irritante ver cómo pones caras de niña— frunce el ceño y gira los ojos —¿Cuál es su estúpido problema? ¿Acaso le hice algo? De verdad se comporta como un imbécil—
«¡MIERDA! No sé cómo está chica puede provocar esto en mí, pero excita y mucho»
—¿Ves lo que digo?— ella luce más confundida que al principio —No, la verdad no sé a que se refiere— detengo mi auto por un momento y la veo directo a los ojos —Que puedes ser así, con carácter y te ves en serio, muy sexy... Carajo— digo en un tono bajo tratando de controlarme, no sé que rayos me está sucediendo.
—¿Por qué me dice que me veo sexy?— pregunta con ese rostro inocente de nuevo, me rasco la cabeza tratando de controlar mis emociones —Otra vez esa expresión de niña buena, me vas a volver loco, el caso es que no soporto las niñas buenas me gustan las mujeres con carácter— hace una mueca y encoge sus hombros.
—No cambiaré mi actitud solo porque no le gusta a usted, ahora ¿me llevará a mi casa o tengo que caminar?— miro el camino y vuelvo a encender el auto para seguir, durante el camino traté de concentrarme para no mirarla y descontrolarme de nuevo.
Llegamos a su vecindario y de nuevo luchaba para quitarse el cinturón —Espera un momento— dije antes de bajarme del auto lo rodeé y abrí la puerta de su lado, la abrí y volví a acercarme para ayudarla con el cinturón. Por un momento nuestras miradas se conectaron y ella rompió el silencio con un susurro —Creo que ya debo bajar— reaccioné y me moví para que ella pudiera bajar.
Antes de entrar a su casa se despidió —Gracias por traerme, lo veré mañana— yo me quedé silencio y creo que es la primera vez que sucede en mucho tiempo —Eh, si no faltes y recuerda estar temprano— es lo único que puedo responder, ella asiente y entra a su casa.
Me quedé parado por un momento distraído, pero luego reaccioné y volví a subir para conducir a mi casa pensando que eso había sido muy extraño, conduje por las calles de nueva York hasta llegar a mi casa. Llegué, me estacioné y luego bajé para entrar, caminé directo a mi habitación subiendo por las escaleras y atravesando el pasillo. Al estar frente a la puerta giré la perilla y lo primero que encuentro es a esta mujer recostada en mi cama semidesnuda esperando que yo llegara.
—¡Pero qué coño! Andrea ¿qué haces aquí?— pregunto lo bastante molesto para que ella me dé una buena explicación
«ahora irrumpe mi privacidad»
Se levantó de la cama con su pequeña lencería color rojo y eso despierta el deseo en mí, se acerca lentamente y coloca sus brazos alrededor de mi cuello
—Alex, me dejaste esperando y nunca llegaste ¿sabes los caliente que estoy? Te necesito— dice con una voz sensual mientras deja besos húmedos en mi cuello, yo la verdad siento un poco de estrés y necesito esto.
La tomé por la cintura y pegué mis labios contra los suyos, ella rodeó mi cintura con sus piernas y la sostuve con mis manos llevándola a la cama, la dejé caer besando cada centímetro de su deliciosa piel, sentía como se retorcía ante el placer, poco a poco bajaba hasta su zona más sensible provocando gemidos desesperados de ella, vuelvo a subir hasta sus labios y me doy cuenta de que mi mente me está jugando una mala pasada.
—Que caraj…— digo antes de ladear mi cabeza para reaccionar, por un momento el rostro de Andrea se volvió el de Sarah «En definitiva me estoy volviendo loco»
Pienso mientras vuelvo a tomar con fuerza a Andrea para poder hacerla mía, ella se sube encima de mí haciendo movimientos sensuales que rozan mi erección provocando más excitación de la que ya tengo, echó su cabeza hacia atrás y yo la tomé por el cabello obligando a qué me mire, pero me vuelve a ocurrir lo mismo, el rostro de Sarah aparece frente a mí y debo quitarme de encima a Andrea.
—¡Qué diablos Alex! ¿qué te pasa?— negué con mi cabeza señalando la puerta y pidiendo que se vaya, ella me mira estupefacta y no cree lo que está pasando —¿Pero qué sucede? ¿No te gusta? Puedo hacerlo diferente— dice antes de volver a lanzarse encima de mí, yo la quito con brusquedad gritando.