Narra Sarah Matheus.
Es hora de irme a casa para luego ir a mi trabajo, me despido de mi amiga dándole el concejo de llamar a la policía si veía a Brad cerca, ese tipo es peligroso y sé que estará rondando. Me pide mudarme con ella para cuidarla y ahora sí que usó la excusa perfecta, sabe que cuando se trata de su seguridad haría lo que fuera, terminó aceptando, pero con la condición que sea el fin de semana para tener tiempo de organizarme mejor.
Ella acepta y salgo de su departamento despidiéndome de con un gran abrazo y me dirijo al ascensor, toco el botón para que las puertas se abran, entro volviendo a oprimir el botón y marcando la planta baja, llego en segundos y salgo a la calle para caminar a la parada de autobús, me quedo esperando y el autobús llega minutos después.
Llego a casa para arreglarme, pero cuando estoy en la dicha escucho que tocan el timbre, levanto una ceja al no tener idea quien ha venido… No creo que sea vivi, solo ella sabe dónde vivo no se me ocurre nada y grito —Un momento por favor— salgo rápidamente del baño y me coloco algo rápido, paso el vestido metiendo mi cabeza y luego los brazos, me coloco unas bragas y salgo de inmediato.
Paso hasta la sala y me paro frente a la puerta para ver quién es, me sorprende ver qué es Alex quien esta afuera, abro la puerta y asomo mi cabeza
—¿Qué hace aquí?— pregunto curiosa, él sonríe
—¿Así tratas a sus visitas? Ni siquiera me invitaste a pasar— giro los ojos, pero me doy cuenta de que tiene razón, agradezco a Dios ser ordenada y siempre mantener mi casa pulcra aunque nunca recibo visitas de nadie —Disculpe mi mala educación, pase— abro la puerta y él pasa observando todo, luego detiene su mirada en mí y sonríe travieso, yo no sé que le parece gracioso y me encogí de hombros ofreciéndole asiento en la pequeña sala
—¿Quiere sentarse?— asiente y camina para sentarse en el sofá, me mira para preguntar —¿Te estabas bañando?— yo asiento algo confundida, hoy cuide de no mojar mi cabello
—Si, pero ¿cómo lo sabe?— vuelve a sonreír y me señala en los pechos
—Olvidaste el brasier— me miré abriendo mis ojos de par en par y cubriéndome enseguida, sintiendo que las mejillas me arden tanto que queman mucho, salgo disparada a mi habitación y cierro la puerta de inmediato
«Oh, diablos me vio los pechos casi desnudos»
Me veo en el espejo y me doy cuenta de que no me había secado bien y la tela del vestido se pegó en mis pechos mostrándolos claramente, suelto un resoplido queriendo meter mi cabeza en la tierra cual avestruz, pero no puedo hacer nada, ahora él vio y estaré apenada cada vez que lo mire al rostro…
Decido dejar de pensar en eso y me arreglo para después salir, lo veo sentado cómodamente en mi sofá de la sala me vuelve a ver y sonríe, al verlo no puedo evitar bajar la cabeza y sentir mis mejillas arder de nuevo
—No te sientas apenada, fue un accidente— dice en un tono bajo, yo vuelvo a subir mi rostro
—Gracias, pero creo que no lo voy a superar jamás, sabe a pesar de que es mi jefe ya esto se está poniendo raro— digo mirándolo con una expresión un poco sería, él solo encoge sus hombros para responder
—No diría que es raro— yo niego con mi cabeza
—En eso se equivoca, yo sí pienso que es rato, es que hemos tenido uno que otros eventos extraños que me confunden— se acerca a mí hasta quedar de frente y mirar abajo para fijar sus ojos en los míos —¿Quieres que hablemos sobre lo que sucedió hace rato? — niego varias veces con mi cabeza
—No, gracias yo solo quería olvidar eso— él sonríe y me guiña un ojo —Yo no— abro mis ojos como platos y trago saliva para controlar mis nervios
—Bueno, creo que debemos irnos ¿no?— asiente lentamente y avanza a la puerta, cierro mi casa y caminamos a su auto, él se adelanta y abre la puerta para poder subirme a su auto yo paso y se acerca para colocarme el cinturón de seguridad, vuelve a estar cerca de mi haciendo que mi respiración se detenga
—¿Qué carajos te echas en el pelo? Hueles muy bien—
«Otra vez la misma situación y yo solo quiero salir corriendo»
Se queda ahí unos segundos y siento como mi piel se eriza por completo, me mira a los ojos y por un segundo pienso que va a besarme, ladea su cabeza y se endereza para cerrar la puerta del auto. Se sube al asiento del conductor tomando camino al restaurante.
Llegamos, se estaciona y baja para ayudarme de nuevo está vez lo hace rápido y espera a que yo me baje, cierra la puerta y avanza dejándome atrás. Me siento algo confundida, pero lo sigo por la parte de atrás y entramos, yo empiezo en mis labores de sous chef hasta que se acerca la hora más pesada de la noche, veo a Liam que me saluda aunque está atareado y recuerdo la cita de esta noche con él.
Sonrío y Alex me grita —NIÑA, HA DEJA DE DISTRAERTE, CONCÉNTRATE EN EL TRABAJO— caigo en la realidad y sigo con mi trabajo, la noche no fue diferente Alex seguía gritándome como un salvaje, pero está vez estaba más concentrada y no deje que sus gritos me dañaran.
Cuando terminó la jornada de trabajo en la cocina y todo salió bien, Alex dio un anuncio sobre la noche siguiente un crítico gastronómico muy importante en nueva York llamado “John Alexander” vendría en la noche y Alex estaría más estresado para que todo fuera perfecto.
—Niña, tú encárgate de los demás pedidos y yo atenderé a Jonh— asentí respondiendo
—Si, chef— nos permitió poder marcharnos Liam y yo salimos del restaurante y caminamos a su motocicleta para ir a nuestra cita.
Al subirme sentí su abdomen duro como roca de nuevo y apreté mis brazos contra su cintura, comenzó a conducir y nos llevó a una pista de patinaje sobre hielo. La verdad no soy muy buena en eso, pero puedo intentarlo entramos, él me ayudó a colocarme los patines, pasamos a la pista y tenía que sostenerme de la barandilla para no caerme, Liam sí que era un experto patinando, se acercó a mí y sostuvo mis manos ayudándome cuidadosamente para ir al medio de la pista, podía sentir mis rodillas temblorosas y solo pensaba en no caerme de boca contra el hielo.