Sarah Matheus.
Siento sus labios dulces contra los míos y realmente se siente bien, la verdad es que no recuerdo cuando fue la última vez que besé a un chico y besar a Liam se siente bien, pero creo que no es correcto, él me gusta, pero no deja de ser mi compañero de trabajo y si Alex nos ve en esto dentro de su cocina seguro nos echa a los dos y adiós futuro de ambos…
Me separo de él y queda un poco sorprendido, me siento un poco incómoda por rechazarlo porque la verdad me gusta y mucho, pero no quiero complicar las cosas —Liam, de verdad me siento halagada con saber que te gusto y la verdad besas muy bien…—
«Espera ¿qué carajos estás diciendo meki? No le des alas»
—Bueno, yo… es que la verdad, no quiero complicar las cosas, no quiero que me malentiendas, pero es que somos compañeros de trabajo y pues…— veo su rostro muy apenado y no sabe que decir, abre su boca y no sale nada la vuelve a cerrar pensando unos segundos
—De verdad lo lamento meki, no sé que me sucede yo no quería incomodarte, es solo que me gustas mucho, pero no quiero hacerte sentir incómoda con esto— yo me rasco el cuello y sonrío nerviosa
—Eh, bueno no te preocupes, bien creo que debo… ya sabes entrar— digo señalando la puerta para huir lo más rápido posible, él se despide y yo prácticamente entro corriendo a mi casa. Cierro la puerta detrás de mi apoyo mi espalda contra la puerta y echo la cabeza atrás tapando mi rostro mientras expulso el aire que estaba conteniendo.
—Ash, carajo no que me faltaba — me quejo mientras avanzo a mi habitación para tirarme a la cama, ojalá todo fuera tan fácil me gustaría tener una varita mágica para resolver todos mis problemas y no complicar tanto mi vida.
Me tiro a la cama para tratar de dormir un poco y al cerrar mis ojos aparece Liam dándome ese beso, me coloco la almohada en el rostro para ahogar un grito —Ahhh, nooo carajo odio mi vida, de verdad—
«Es que Liam me gusta, pero siento que corresponderle, sería mezclar lo personal con el trabajo»
Cierro mis ojos aún con la almohada en mi rostro hasta que puedo quedarme dormida y dejar de pensar en eso, siento que las cosas se pondrán incómodas y por eso debo tratar lo más posible de no toparme con Liam.
La mañana siguiente vuelve mi rutina, hasta la tarde que llega. Momento de irse al trabajo, me pareció extraño no ver a Alex en la cafetería y le pregunté a Freddy por él, pero dijo que no lo vio, pienso que se debe a lo de hoy en la noche, quizás está nervioso por ese crítico gastronómico y por esa razón no tuvo tiempo de venir.
Ahora lo más importante es… «¿Por qué rayos lo echo de menos?»
Quizás es tan patán que me hace falta sus frases sarcásticas y su cercanía, dejo de pensar en eso para terminar de arreglarme y salir a tomar el autobús como siempre, camino a la calle, pero me parece extraño que hoy todo está más solitario de lo normal. Sigo avanzando y veo a Brad en una esquina con otros dos tipos, decido tomar otra dirección y al verme grita
—¡Hey! Perrita aquí— yo aprieto el paso y ellos corren detrás de mí, comienzo a correr para tratar de perderlos y mi mamá suerte me hace terminar en un callejón solitario donde no tengo salida… Me encuentro acorralada como un pequeño ratón asustado y siento como mis pulsaciones se incrementan, las piernas me tiemblan y trato de recuperar el aire que perdí al correr con tanta rapidez, pero inútilmente no sirvió de nada solo gaste valiosa energía.
Ellos se acercan y yo tomo un palo que hay en un montón de basura para tratar de amenazar
—! NO SE ACERQUEN CABRONES O LES JURO QUE LOS GOLPEO CON ESTO!— Brad solo suelta una carcajada
—La zorrita está asustada, mírenla chicos está fue la perra que me rompió el brazo y me las va a pagar ahora— les hace un asentamiento y me rodean y yo sigo levantando el palo moviéndolo a los lados para que no se acerquen, de pronto uno de ellos salta sobre mí y alcanzo a golpearlo, pero el otro se va sobre mí y me deja desarmada, sostiene mis brazos por detrás, yo lucho moviéndome bruscamente, pero él es imposible es mucho más fuerte que yo.
—DÉJAME VOY A GRITAR... ¡AYUDA!— grito tratando de que alguien me escuche para salvarme de estos locos, Brad se acerca a mí para mirarme con una sonrisa sádica en sus labios —¿Ahora quién es la valiente? ¿Defiendete zorrita?— le tengo tanto asco a este sujeto que solo puedo soltar una patada justo en sus pelotas, él cae al suelo quejándose de dolor, pero luego se levanta furioso y me propina una buena bofetada dejándome aturdida.
Siento el sabor metálico de la sangre debido al golpe y todo está como en cámara lenta —Ya veraz como te enseñaré modales pequeña zorra— en ese momento llega alguien, pero debido al golpe y lo aturdida que estoy no distingo a ver quién es. Yo caigo al suelo mientras esa persona me defiende de los abusivos, ellos huyen y él se acerca a mí sosteniendo mis hombros para hacerme reaccionar.
Lo veo al rostro y me doy cuenta de que es Alex
—¿Sarah estás bien?— yo pienso por un momento tratando de organizar mis ideas, no sé por qué sentí la necesidad de abrazarlo, pero lo hice…
Apreté tan fuerte como pude y queriendo traspasar su cuerpo con el mío, las lágrimas salían de forma incontrolable
—Tranquila, ya estás a salvo— me ayuda a levantar y me mira nuevamente al rostro examinando mi mejilla, siento dolor en esa área al parecer fue un golpe fuerte.
—Hijo de perra lo mataré, nada más mira lo que te hizo— yo lo veo a los ojos y trato de sonreír
—Estoy buen Alex, gracias por salvarme— niega con su cabeza y se quita la camisa que trae puesta, lo veo y pierdo completamente la concentración, ese hombre tiene un cuerpo de dios del Olimpo, sus bíceps marcados son perfectos, el pecho más provocativo sin lugar a dudas lo tiene Alex y ni hablar de su abdomen de lavadero con unas líneas que señalan en dirección a su… Estoy concentrada admirando su perfecto cuerpo y él me hace entrar en la realidad de nuevo