Narra Sarah Matheus.
Me encuentro en el aeropuerto, tengo mi pasaje de avión en las manos mientras espero que anuncien mi vuelo, juego con él en mis manos mientras pienso.
«¿Cómo fue que llegue a este punto?»
No hace falta ser un genio para saber que todo es por mi estupidez y mi falta de valentía, sé que todos tienen razón, pero es que no tengo la más mínima idea como manejar está situación. Ahora me encuentro regresando a las personas que me hicieron alejarme de ellos, mamá y papá siempre fueron de carácter fuerte y yo quería cumplir mis sueños de ser una chef profesional, pero para ellos eso era una perdida de tiempo, así que nuestras diferencias eran más que evidentes.
Todo comenzó bien, pero a medida que crecí las cosas se complicaron y más cuando mi madre notaba que yo me desarrollaba y ver qué su hijo y yo éramos tan unidos lo tomó mal, eso me trajo más problemas y empezó a tratarme como si yo fuera una total desconocida.
Cosas como esas fueron las que me hicieron tomar la decisión de largarme de casa, pero ahora estoy volviendo a mi hogar y a las personas que más me amaron e hicieron daño en esta vida, es algo extraño como tu familia a veces puede ser tu más grande pesadilla.
El vuelo ya está por salir, escucho por el parlante del aeropuerto la voz de una mujer anunciar mi destino y de inmediato me levanto para abordar el avión. En ese momento alguien toma mi brazo y reacciono inmediatamente... Al girar mi rostro observo a Vivi, ella no dice nada solo salta para abrazarme mientras habla a mi oído.
—Lamento haberte dicho esas cosas, solo estaba enojada ¿me puedes perdonar?— yo la veo a los ojos le dedico una cálida sonrisa respondiendo.
—Por supuesto tonta, no hay nada que perdonar ¿tú me perdonas a mí?— ella asiente y me vuelve a abrazar.
—Ya tú lo has dicho meki, no hay nada que perdonar, te quiero y siempreserás como una hermana para mí— ella sonríe y nos damos un último abrazo para despedirnos, ya que es el segundo anuncio que hacen para abordar el vuelo a texas.
— Así que ¿Texas?— yo asiento lentamente haciendo una mueca de tristeza.
—Es lo mejor que puedo hacer vivi, quiero aclarar mi mente, pero te prometo que regresaré— ella me golpea levemente el hombro mientras me dice.
—Eso espero, de otra manera yo iré a Texas y te traeré a nueva York por el cabello— sonrío y asiento para darle un último abrazo, camino por el pasillo, entrego mi boleto y sigo el pasillo para abordar el avión y antes de entrar me doy la vuelta de nuevo para despedirme de mi amiga, hago un saludo con la mano y ella me lo regresa con una sonrisa.
Siento tener que dejarla por un tiempo, pero es lo mejor para todos.
Luego de unas horas de viaje por fin estoy en Texas, me había comunicado con mamá antes de abordar el avión, así que ella envío a mi hermano menor para venir a buscarme, bueno digo menor, pero solo nos llevamos un año de diferencia.
Estoy esperando mientras observo a las personas que pasan de aquí para allá en el aeropuerto, eso me hace pensar que son los lugares más transcurridos en todas partes, sigo distraída y de pronto escucho que alguien dice mi nombre...
—¿Sarah?— yo giro mi rostro y sonrío, veo a josef que se ve muy bien, ya es todo un hombre y está guapo, se parece a papá, pero obviamente en versión mejorada. Él camina en mi dirección, yo me levanto y ambos nos abrazamos.
—¡Qué alegría verte Sarah! Estás muy hermosa, mira esos ojos tan bellos como la última vez que te fuiste— sonrío un poco apenada y coloco mis manos en sus mejillas.
— Mírate a ti, estás muy guapo, debes tener muchas chicas detrás de ti— digo bromeando, él ríe de forma engreída y asiente.
—La verdad sí, soy un galán— niego con mi cabeza para responder.
—Nunca cambias niño engreído— él suelta una carcajada, señala mi maleta y la carga, ambos caminamos para salir del aeropuerto para ir a su camioneta de 4×4 él siempre fue aficionado de las camionetas desde que era solo un pequeño mocoso.
Abre el maletero de la camioneta para colocar mi equipaje adentro, luego me indica subir en el asiento del copiloto y él se sube del otro lado para conducir.
Durante el camino no hacíamos sino hablar y hablar de tantas cosas que hicimos cuando éramos unos niños y recordar viejos tiempos, aunque solo tenemos 4 años sin vernos es como si hubiera pasado una eternidad, ni siquiera tuve comunicación con ellos y esa fue la peor parte de irme de casa.
—Oye ¿recuerdas cuando mamá y papá salían y nosotros nos echamos a la fuga para ir a los juegos mecánicos en el parque?— yo asiento recordando ese momento.
—Si, también recuerdo que mamá nos descubrió y ese día nos golpearon a los dos— ambos soltamos una carcajada.
—Ah, si y también recuerdo que te subiste al techo para que no te golpearan— casi escupe el vidrio delantero de la camioneta de la carcajada que soltó...
—Si, jajaja te juro que casi me cague en los pantalones, mamá sí que me daba miedo— en ese momento recordé las otras cosas que no quería recordar y mi risa se borró de inmediato, él lo notó y cambió el tema de conversación de inmediato.
—Bien, ¿cómo te va en nueva York?— yo hago una mueca de tristeza, pero a la vez intento fingir que ido está bien...
—La verdad bien, estoy trabajando en un restaurante muy reconocido en nueva York, pero decidí tomarme unos días es un poco estresante— él asiente y toma una ruta rápida para, llegamos a un vecindario donde hay casas muy bonitas la verdad, él sigue el camino hasta una calle sin salida y en el fondo está una casa grande al final con un gran terreno rodeado de césped verde.
Observo la casa y siento un nudo en la garganta, la verdad hace tiempo que no veo a mamá y papá. Josef se estaciona y ambos bajamos, él camina de nuevo al maletero de la camioneta y saca mi equipaje, a lo lejos veo un apuesto hombre sin camiseta podando el césped y obviamente sé quién es...
—¿Henry?— digo algo confundida, él gira su rostro mostrando una perfecta sonrisa blanca, sus ojos azules brillan bajo el sol de texas al igual que su pecho sudado.