Narra Alex Benson.
Ambos dormimos juntos, la consolé y abracé hasta que se quedó dormida, la verdad es que me duele mucho verla así, ella no dijo una sola palabra de lo que ocurrió, pero tampoco la voy a presionar para que me diga que pasó.
Hoy volveremos a nueva York y por una parte me siento aliviado, porque estar aquí con tanta cantidad de problemas que hay en la casa de meki no me gusta para nada, ella sufre mucho más aquí, y he comprendido que de ahora en adelante dejaré que ella tome sus propias decisiones y no influir en ellas para no lastimarla, he visto que muchas personas tratan de controlar su vida y ya debe estar cansada de esa situación.
Me levanto de la cama con cuidado, pero me doy cuenta de que ella está despierta, acaricio su cabello y beso su cuello dándole los buenos días, ella sujeta mi brazo para colocarlo alrededor de su pecho y entrelaza sus dedos con los míos, suspira profundamente mientras dice.
—Mi madre me adoptó porque perdió una hija— yo abro mis ojos de par en par y dejo que prosiga sin interrumpirla.
—Ella solo quiso llenar ese vacío que tenía por la perdida de su hija, pero al ver qué no era lo mismo se sintió arrepentida y solo odió haberme puesto como remplazo— aprieta más fuerte mi mano llevándola a su rostro, siento unas lágrimas que recorren por sus mejillas en mi mano, con mucho cuidado retiro mi mano para hacerla girar a mi cuerpo. Veo su rostro lleno de lágrimas y la expresión de dolor que se refleja en él y me duele mucho verla de esa manera, con ambas manos sujeto su rostro para decirle.
—Meki, sé que esto es doloroso para ti, también sé que no debe ser fácil enterarte de algo así, pero quiero que sepas algo…— beso su frente para proseguir.
—Tú eres una persona maravillosa, no puedes dejar que esto te destruya, al contrario debes hacer de esto algo que te haga más fuerte y levantarte, no olvides que cuentas con mi apoyo— ella hace un intento por sonreír, pero solo sale una mueca sin ánimo alguno.
Esconde su rostro en mi pecho, me deja un tierno beso en el cuello para decir.
—Gracias por estar aquí Alex, no sé que seria de mí si tú no estuvieras aquí conmigo— la rodeo con mis brazos y le dejo un beso en la coronilla.
—Siempre que me necesites aquí voy a estar meki— sube su rostro buscando mis labios y me empieza a besar con una increíble dulzura, yo sigo ese beso maravilloso que se profundiza con cada segundo que transcurre, pero antes que se vuelva lujurioso mi amigo Gabriel interrumpe tocando la puerta.
—Eh, chicos disculpen ¿están despiertos?— yo veo a meki, ella sonríe y le contesto a mi amigo.
—Si, gab estamos despiertos.
—Disculpen, no quiero molestar, pero su vuelo es a la 1:00 pm y ya son las 12:00 pm— ambos nos miramos al rostro y nos levantamos rápidamente de la cama...
—En un segundo salimos, disculpa es que nos quedamos dormidos— digo mientras empiezo a buscar mi ropa para vestirme, ella hace lo mismo, en ese momento suena su celular, ella lo atiende y al parecer era Vivian, ya que meki empezó a regañarla y decirle que tenían que hablar cuando ella estuviera en nueva York.
Cuelga el teléfono y se termina de arreglar para que ambos podamos salir de la habitación, pero al verla en ropa interior cambiándose pensamientos muy atrevidos se pasan por mi cabeza, la observo detalladamente y ella me mira preguntando.
—¿Qué sucede?— sonrío de forma traviesa y ella se da cuenta de mis planes, cierra los ojos a medias astas y luego niega con su cabeza...
—No tenemos tiempo, así que vámonos— se termina de vestir y me señala su equipaje.
—Vamos ya se hace tarde— hago un puchero lamentándome por no poder tener ese maravilloso cuerpo en este momento, pero cuando lleguemos a nueva York no se salvará de mí.
Salimos de la habitación y Gabriel nos está esperando en la sala, caminamos dando los buenos días y de inmediato vamos afuera para subir el equipaje al auto y poder ir al aeropuerto, nos subimos al auto y Gabriel empieza a conducir, en el camino hicimos una parada rápida para comprar algo de comer, ya que no habíamos desayunado nada, como siempre meki pidió lo que más le gusta que son los croissants y un moca helado. Seguimos el trayecto, yo le volví a hacer la propuesta a Gabriel para que él pudiera ir a nueva York para trabajar conmigo, pero dijo que lo iba a pensar.
—Sí, será mejor que lo pienses mucho Gabriel, este hombre es un ogro en la cocina, te lo digo por experiencia— dice meki mientras devora su desayuno, yo la veo negando con mi cabeza.
—Ya me disculpé por eso— ella hace una mueca de burla y responde.
—Si, pero sé que lo volverás a hacer, eres un ogro— suelto un resoplido y dejo de mirarla.
—¿Ves que fácil es hacerte enojar ogrito?— dice mientras se burla de mí riéndose, Gabriel no aguanta más y empieza a reír también, yo los ignoro diciendo.
—Como sea, igual hay que tener carácter para manejar un restaurante— con eso termino la conversación y ellos pasan lo que queda de camino burlándose de mí.
Por fin llegamos al aeropuerto, y nos bajamos del auto para entrar y esperar nuestro vuelo, cuando estamos dentro y ya teníamos nuestros pasajes en las manos es hora de despedirme de Gabriel, realmente estoy más que agradecido con su gran atención, espero volver a verlo en nueva York.
—Amigo mío, gracias por tu atención y apoyo de verdad eres una gran amigo, espero verte en nueva York pronto— él esboza una sonrisa, ambos nos abrazamos y responde.
—Voy a pensar tu propuesta, amigo, pero si iré a visitarte, la verdad me gustaría conocer mejor tu restaurante— nos damos un último a abrazo cuando anuncian nuestro vuelo, él se despide de meki con un abrazo también y luego meki y yo avanzamos para subirnos al avión.
Ya dentro en nuestros asientos ella mira por la ventanilla del avión, su rostro luce triste, yo tomo su mano y sonrío para animarla.
—Tranquila, todo estará bien, sé que vas a superar esto meki— hace una media sonrisa y asiente, el avión despega para poder ir de regreso.