Narra Sarah Matheus
—Ahora diré como el burrito de Shrek ¿En dónde dormiré yo?— pregunto observando la gran casa de Alex... Él sonríe y sé acerca a mí señalándome la parte de arriba.
—Pues en mi habitación clara está— yo arrugo la frente y niego con mi cabeza.
—De ninguna manera, yo quiero una habitación para mí, mira está casa Alex por todos los cielos es inmensa ¿me vas a decir que no hay otra habitación?— él se acerca a mí y sonríe de forma malvada y sé que viene su venganza.
—Si quieres tu propia habitación debes ganártela, haremos una pequeña apuesta ¿te parece?— yo cierro los ojos suspirando...
«Otra apuesta, si es como la del avión estoy muerta»
—¿Otra apuesta?— él asiente sonriendo satisfecho.
—¿De qué se trata?— no responde solo hace ademán para que lo siga, yo pregunto dónde dejaré mis maletas y él solo responde.
— Déjalas ahí, luego regresamos por ellas— me encogí de hombros para avanzar siguiéndolo a dónde sea que se dirija. Nos subimos a su auto y empieza a conducir sin decirme a dónde me llevará, yo estoy perdiendo mi paciencia y pregunto en un tono molesto...
—¡¿Me dirás a dónde vamos?!— él asiente y señala una tienda con un letrero grande con luces rojas que dice “SEX SHOP” al leer la frase casi me caigo de espaldas…
—No, definitivamente perdiste la cabeza, yo no voy a entrar ahí.— digo negando y cruzando mis brazos, él encoge sus hombros respondiendo.
—No es necesario que tú entres, sé lo que voy a buscar— yo abro mis ojos como platos y pregunto.
—¿Me comprarás un vibrador? Oye no lo sé, y no es por subirte el ego, pero tu tamaño está bien para mí— sonríe de forma divertida y asiente.
—Sé, que mi tamaño está bien meki, no te comparé eso, si quiero darte placer lo hago yo mismo— yo trato saliva y siento como una corriente recorre mi columna vertebral.
—¿Entonces? Señor 21 cm— él suelta una carcajada y me pellizca una mejilla.
—Tú más que nadie sabes que mi tamaño está bien ¿o no?— yo carraspeo para afirmar lentamente.
—Si, si ya no cambies el tema ¿qué hacemos aquí?— él se baja del auto sin responder y yo lo intento llamar, pero obviamente no lo sigo haciendo porque no quiero llamar la atención de nadie, ni en mil años me gustaría que alguien me viera aquí.
Luego de unos minutos él regresa con una bolsa en las manos y entra al auto, me entrega la bolsa con una sonrisa diciendo.
—Toma, esto es para ti— yo observo la bolsa de papel que tiene letras grandes la misma palabra que el anuncio, niego con mi cabeza y meto mis manos para revisar el contenido de la bolsa, saco una caja que tiene un color rosa en la parte de adelante…
—¿Qué carajos es esto?— pregunto a Alex levantando una ceja, él señala la parte de adelante y con su dedo indica las letras.
—¿No sabes leer o que?— yo pongo mala cara para leer lo que dice la caja…
“Vibrador a control remoto”
«¿Pero qué caraj?»
—¿Estás loco? Lo que sea que pienses no mil veces— él encoge sus hombros.
—Bien, dormirás conmigo en mi habitación— dice antes de quitarme la caja de las manos, yo la sostengo con fuerza suspirando profundo.
—¿Cómo funciona esto?— sonríe, abre la caja y toma el control remoto, el vibrador tiene forma de huevo y la verdad me parece algo extraño, ni siquiera sé cómo se usa eso.
—¿esto irá dentro de mí?— asiente con esa sonrisa malvada y presiona el botón del control remoto, el aparato empieza a vibrar y quedó boquiabierta.
—Oh, rayos ¿tú vas a tener el control cierto?— vuelve a asentir. Echo mi cabeza hacia atrás para recostarme en el asiento del auto.
—La apuesta es fácil, tú tienes ese aparato y yo el control, lo llevamos al trabajo yo decido las veces que voy a presionar el botón y el tiempo que lo dejaré presionado también, si logras mantenerlo puesto en toda la noche puedes elegir la habitación que quieras— yo arrugo la nariz y la frente.
—Carajo, Alex ¿por qué eres tan cruel y si alguien se da cuenta?.
—No seas tonta meki, nadie se dará cuenta, eso lo tendrás debajo de tu ropa, ve el lado positivo puedes tener múltiples orgasmos— cierro mis ojos a medias astas, pero está vez no le daré el gusto.
—Acepto la apuesta— digo extendiendo la mano, él la estrecha y aprieta el botón del aparato haciendo que yo de un salto, suelta una carcajada diciendo.
—Debes acostumbrarte, eso sucederá en la noche, pero la diferencia es que te va a gustar— sonríe y me besa en los labios, yo le doy un golpe en el hombro, él enciende su auto para regresar a casa…
Llegamos y caminamos hasta la puerta para entrar, yo miro señalando un costado de la casa mientras digo.
—¿Tienes piscina? Adoro las piscinas, bueno me gusta mucho el mar y todo lo que tenga que ver con agua— camino hasta la piscina, observo el agua cristalina dentro de ella, al girar me doy cuenta de que Alex está detrás de mí…
—¿Qué haces?— pregunto, tiene una sonrisa malvada y sé lo que está pensando...
—No, Alex, no por favor— digo antes de que me empuja para caer dentro de la piscina, siento el agua tibia y está bastante deliciosa a decir verdad.
—Eres un cretino— empieza a reír burlándose de mí.
—Dijiste que te gustaba, pensé que querías un chapuzón— arrugo la nariz, pero pronto se me ocurre una idea de venganza.
—¿Sabes que? sí, tengo mucho calor y deseo nadar desnuda ¿te parece bien?— abre sus ojos de par en par y yo empiezo a desnudarme, me quito la blusa, los pantalones, el sujetador y las bragas…
—¿Así te parece bien?— él se cruza de brazos admirando mi cuerpo, empiezo a nadar para que pueda disfrutar más de la vista.
—Eh, meki…— dice con una sonrisa traviesa.
—¿Qué, no te gusta?— pregunto más que satisfecha de mi cometido.
—Si, pero… tengo vecinos y están haciendo parrillada…— dice señalando la terraza de sus vecinos. Yo abro mis ojos y me cubro el cuerpo tratando de buscar mi ropa.
—¡Oh, mierda!— exclamo avergonzada, sus vecinos me saludan, lo peor es que todos son hombres y me miran como si fuera un pedazo de carne.