Bocados de amor

Un intruso nada deseado

Narra Sarah Matheus.

Los preparativos para la boda están casi listos, me siento tan nerviosa porque por fin ha llegado este momento tan esperado… Sé que no debo sentirme así, pero es un paso muy importante en mi vida, estoy a un solo día de hacerlo y siento mi estómago revuelto y mi cuerpo tenso, jamás me había sentido tan nerviosa en mi vida y eso que vivo en estrés diario en la cocina de Alex y más con ese ogro como jefe, sonrío al pensar que ya no será solo mi ogro idiota, sino que pasará a ser mi esposo ogro idiota.

No puedo creer que han pasado semanas desde esa propuesta y ese hermoso cumpleaños donde acepté casarme con él, me parece algo muy gracioso, ya que logró su objetivo mañana seré su esposa y ya no hay vuelta atrás, aunque...

«Puedo arrepentirme... Ja, si claro, jamás me arrepentiría de esa decisión»

Pienso mientras observo mi vestido en el maniquí, inclino mi cabeza un poco a la derecha y sonrío imaginando cuando lo tenga puesto, creo que se me verá muy bonito. Me levanto de la cama y camino a la puerta para girar la perilla y salir, cuando mis pies cruzan la puerta del lado afuera me encuentro con Alex, quedo paralizada sin saber que decir, se supone que él estaría en el hotel a esta hora, pero es tan terco que no se ha ido.

—¿Por qué estás en casa todavía Alex? Se supone que no debemos vernos hasta mañana— él sonríe y me sujeta por la cintura para dejarme acorralada en la pared.

—¿Segura que debo esperar hasta la luna de miel? Carajo meki llevo semanas sin tocarte y ya siento que me estoy quemando— cierro mis ojos porque eso que él siente también lo estoy experimentando, lo deseo y no puedo soportar tenerlo cerca sin querer que me haga suya, solo pienso que me tomé entre sus brazos y sumergirme en sus besos deliciosos y alucinantes.

—Por favor Alex, lo prometiste, dijiste que ibas a esperar hasta la luna de miel, ya solo faltan unas horas ¿puedes esperar?— me mira a los ojos y mueve sus manos hasta mis caderas, las desliza más abajo hasta llegar a mi trasero y la deja ahí para llevar mi pelvis contra la suya, siento lo duro que está y empiezo a imaginar la cantidad de cosas que podríamos hacer en mi habitación, solo tendría que abrir la puerta y ya...

—Meki, solo me tomará unas cuantas horas descargar todas estas ganas que hacerte mía, quiero poseerte hasta el cansancio, quiero penetrarme una y otra vez hasta darte tres o cuatro orgasmos que te hagan retorcer en la cama, déjame hacerlo ¿si?— dice llevando su boca al lóbulo de mi oreja, yo estoy casi dispuesta a ceder, ante sus palabras dulces y embriagadoras, su cuerpo es como un imán para mí y me atrae así como la gravedad nos atrae a todos a la tierra.

—Oh, carajo Alex, lo haces tan difícil...— sigue con su tortura llevando su boca a mi cuello y pasando su lengua juguetona con mucha agilidad.

—¿No quieres un poco de esto exactamente dónde te gusta?— yo abro mis ojos y de inmediato esa corriente pasa directo al medio de mis piernas, se posa en mi abdomen bajo con mucha intensidad, Alex lleva su mano derecha a esa zona sensible y mueve sus dedos por encima de mi ropa, yo me pego más a la pared y estoy a punto de caer en su red de placer...

«No, ya debo parar esto… ¿Por qué es tan difícil?»

Sostengo su mano y la quiso sé inmediato, lo empujo para que pueda liberarme y lo hace de inmediato.

—Diablos meki, no me hagas esto— dice en medio de una queja.

—Lo siento mucho Alex, pero debes aprender a cumplir lo que prometes, ahora ya debes irte— baja su cabeza como perrito regañado y camina de nuevo para despedirse de mí.

—Bien, ya me voy, pero solo te digo una cosa...— su voz suena misteriosa y a la vez juguetona.

—¿Qué cosa?— respondo con una ceja levantada.

—Mañana te voy a coger tan jodidamente duro que tendrás que usar silla de ruedas— yo suelto una carcajada y él se da media vuelta para irse.

—Idiota— digo en un susurro bajo, él me escucha gira su rostro para mirarme y responde.

—Ya verás mañana, enana— le saco la lengua y veo como se retira, ya mañana nos veremos en la iglesia, espero que no se vaya a alocar mucho con eso de la despedida de soltero, aunque solo estarán él, Josef y Gabriel su amigo de Texas.

Por cierto, me sorprendió mucho ver a Gabriel esta mañana en la sala, Alex no me había dicho que lo hizo padrino de bodas al igual que Josef, eso es un gesto muy bonito de su parte. Por eso lo amo, ha demostrado ser una persona totalmente diferente a lo que conocí y eso me enamora cada día más de él.

Mi teléfono suena, observo la pantalla y puedo notar un número desconocido, pienso unos segundos para contestar, pero a decir verdad siento un poco de miedo llevo días atrás recibiendo llamadas de un teléfono desconocido, sé que es henry, le he contestado pidiendo que hablemos y también que no le guardo rencor por lo que sucedió, pero no quiere razonar solo llama para quedarse en silencio y luego colgar...

—Hola, henry por favor responde, hablemos ¿si? Necesito saber que estás bien— trato de hacerlo hablar, pero definitivamente no tiene intenciones de responder. Vuelve a colgar la llamada y me quedo mirando la pantalla por unos segundos para luego llevar mi teléfono a mi bolsillo.

Camino a la habitación de mamá porque ella y yo nos hemos quedado solas con Lily en casa, los hombres se quedarán en el hotel, mientras que nosotras estaremos aquí, mamá insistió que deseaba sorprender a todos cuando yo apareciera con mi hermoso vestido en la iglesia.

Toco la puerta de su habitación y de inmediato ella responde con un.

—Pasa cariño— giro la perilla y avanzo para entrar, ella está de aquí para allá se le nota bastante estresada hablando por teléfono mientras anota cosas en una libreta.

—¿Qué sucede mamá, por qué tanto alboroto?— pregunto caminando hacia la cama para recostarme. Ella me observa pidiendo unos segundos para terminar su llamada, al hacerlo se dirige hacia mí para sentarse en la cama.




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