Bocados de tentación (cinco sentidos)

Capítulo 4

El sonido rítmico de las ollas y los cuchillos llenaba la cocina de Armonía, pero la mente de Seo Ha-Yoon estaba en otro lugar. Mientras cortaba un puñado de cebollas verdes, su mirada se nubló, atrapada en el torbellino de recuerdos que tanto había tratado de enterrar. La voz de Na-Ra, alegre como siempre, la sacó de su trance.

—¡Ha-Yoon! ¿Estás aquí o ya te fuiste de viaje mental otra vez? —bromeó al acercarse con una copa de vino en la mano.

La aludida suspiró, dejando el cuchillo sobre la tabla de cortar y contestó:

—Perdón, es que no puedo sacarlo de mi cabeza.

—¿"Él"? —Na-Ra arqueó una ceja—. ¿Quieres decir Ji-Woon?

La chef asintió en silencio. Su amiga, siempre directa, arrastró una silla para sentarse cerca y le dijo:

—Bien, ya es hora de que me cuentes qué pasó realmente entre vosotros. He escuchado partes, pero nunca toda la historia.

Su amiga se apoyó en la encimera, con su rostro tenso al recordar:

—Fue hace seis años. Trabajábamos juntos en Le Rêve, el restaurante más prestigioso de París. Éramos jóvenes, ambiciosos... y competitivos.

La cocina de Le Rêve era un hervidero de actividad. Ha-Yoon y Kang Ji-Woon eran dos de los sous-chefs más prometedores del lugar, constantemente empujando los límites de la creatividad culinaria. Aunque compartían un respeto mutuo por sus habilidades, también competían con ferocidad.

Sin embargo, había momentos en los que su conexión trascendía la rivalidad. Como la noche en que la chica, luchando por perfeccionar una nueva receta, encontró al joven esperando con un cuaderno lleno de anotaciones.

—¿Qué es esto? —preguntó ella, confundida.

—Mis ideas para tu receta. Te estás rompiendo la cabeza con esto, así que pensé que podría ayudarte —dijo él, con una sonrisa traviesa.

Aunque le costó admitirlo, las sugerencias del chico hicieron que su plato brillara en el menú. Esa noche, mientras celebraban su éxito con una copa de vino, la joven sintió que tal vez había algo más que competencia entre ellos.

Pero esa chispa fue efímera.

Unos meses después, el chef principal de Le Rêve anunció una competencia interna: el ganador tendría la oportunidad de liderar un proyecto especial para la próxima gala del restaurante. Ha-Yoon dedicó días y noches a desarrollar un plato único, una reinterpretación moderna del samgyetang, sopa de pollo ginseng, que fusionaba tradición coreana con técnicas francesas. Era un plato que hablaba de sus raíces y su visión innovadora.

El día de la presentación, Ji-Woon sorprendió a todos al presentar un plato similar. Demasiado similar. Aunque había variado ciertos detalles, la esencia y la estructura del plato eran inconfundiblemente de ella. Y para horror de la chica, el jurado elogió a su compañero y le otorgó la victoria.

Cuando la confrontó, Ji-Woon no negó su culpabilidad y dijo:

—Sabes cómo funciona este mundo, Ha-Yoon. No se trata de quién tiene la idea, sino de quién la ejecuta mejor.

La traición destrozó su confianza y su respeto por él. Después de terminar su contrato en Le Rêve, ella regresó a Corea, decidida a construir algo propio y olvidar al joven.

Ha-Yoon terminó de contar la historia mientras jugaba con nerviosismo con un paño de cocina. Su amiga, visiblemente indignada, dejó su copa de vino sobre la mesa y gruñó:

—¿Y lo dejaste ir así, sin más? Ese hombre te robó.

—¿Qué podía hacer? —respondió con un suspiro—. Sabía que si armaba un escándalo, me arriesgaba a ser etiquetada como alguien problemática. Y mi carrera apenas estaba comenzando.

La sommelier la observó con una mezcla de empatía y furia, y comentó:

—Ahora entiendo por qué estás tan alterada con lo de Elixir. Esto no es solo una competencia profesional, es personal.

—Es más que personal. No puedo permitir que Ji-Woon vuelva a pasar sobre mí.

—Y no lo hará —su amiga tomó su mano con firmeza—. Pero no puedes dejar que te consuma. Esa rabia que sientes... úsala. Convierte eso en el motor que necesitas para vencerlo, y hazlo con tu talento, no con venganza.

Ji-Woon estaba en su oficina revisando informes cuando una antigua fotografía llamó su atención. Eran sus días en Le Rêve, con el equipo de cocina celebrando una noche exitosa. Allí estaba él, sonriente, con un brazo alrededor de Ha-Yoon.

Se inclinó hacia atrás en su silla, con sus pensamientos regresando al pasado. Aunque había ganado la competencia en París, nunca había olvidado la expresión de ella cuando se dio cuenta de su traición. No lo justificaba, mas en aquel momento, había sentido que no tenía otra opción. Estaba desesperado por destacar en un mundo despiadado, y la ambición nubló su juicio.

Pero ahora, enfrentándola como rival en Corea, sentía que el pasado le seguía persiguiendo. Él sabía que no podía ignorar lo que había hecho, mas tampoco estaba listo para disculparse. No cuando su éxito dependía de mantener la imagen de un chef invencible.

Esa noche, después de que Na-Ra se marchó, Ha-Yoon se quedó en la cocina de Armonía, experimentando con nuevos ingredientes. Recordó por qué había elegido ser chef: no era solo por crear platos deliciosos, sino por contar historias a través de la comida.




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