El sol brillaba con intensidad sobre el skyline de Seúl para reflejarse en los rascacielos mientras un grupo selecto de críticos culinarios, chefs y periodistas se reunía en el exclusivo hotel Aurora, escenario de la conferencia más esperada del año: la presentación de las tendencias gastronómicas emergentes en Corea del Sur. Ha-Yoon, vestida impecablemente con un traje negro y una blusa crema, llegó acompañada de Na-Ra, cuya presencia siempre le brindaba seguridad.
El ambiente estaba cargado de anticipación. Ji-Woon, con su habitual aire de confianza y su chaqueta de chef blanca ajustada, ya estaba allí, conversando animadamente con un crítico famoso. A pesar de la multitud, ambos chefs se detectaron al instante. Sus miradas se cruzaron como espadas desenvainadas, provocando un murmullo entre los asistentes. La rivalidad entre Armonía y Elixir ya era un tema de conversación constante en los círculos gastronómicos.
—¿Lista para enfrentarte a él? —murmuró Na-Ra mientras sostenía una copa de champán.
—Siempre —respondió la chica, con una sonrisa que escondía su tensión.
El evento avanzó con discursos sobre innovación y tradición en la gastronomía coreana, pero el momento más esperado llegó cuando Ji-Woon subió al escenario para hablar sobre su visión para Elixir.
—La cocina no es solo un arte —declaró, con una voz clara y firme—. Es un duelo, un campo de batalla donde cada plato cuenta una historia. Y en el corazón de este duelo está la capacidad de sorprender y emocionar al comensal.
Su discurso estaba cargado de carisma, y los asistentes lo escuchaban embelesados. Sin embargo, él no había terminado.
—En este espíritu de competencia —continuó, con un leve destello en los ojos mientras miraba directamente a Ha-Yoon—, me gustaría proponer algo especial.
La chica frunció el ceño, sintiendo que algo se avecinaba.
—Seo Ha-Yoon —prosiguió Ji-Woon, pausando con dramatismo mientras las cabezas giraban hacia ella—. Tú y yo tenemos estilos distintos, visiones opuestas, y una historia que todos aquí conocen. Propongo que resolvamos esta rivalidad con un duelo culinario.
Un murmullo recorrió la sala. Las cámaras de los periodistas se volvieron hacia la joven, capturando cada matiz de su reacción.
Na-Ra casi dejó caer su copa y preguntó en un susurro:
—¿Está loco?
Su amiga se levantó con lentitud, con cada movimiento calculado. Aunque su mente estaba llena de dudas, no podía mostrar debilidad ante él o los presentes.
—Es una propuesta interesante, Kang Ji-Woon —respondió, con una voz que ocultaba su nerviosismo—. Pero ¿por qué debería aceptar?
Él sonrió mientras se inclinaba ligeramente hacia el micrófono y respondía:
—Porque ambos sabemos que el verdadero arte no teme a los desafíos. Y porque todos aquí quieren saber quién de nosotros es realmente el mejor.
La provocación era clara, y la presión de los ojos curiosos a su alrededor era sofocante. Ha-Yoon apretó los puños al saber que no podía retractarse sin parecer cobarde.
—Acepto —dijo al fin, con una sonrisa fría que escondía su furia.
La sala estalló en aplausos y exclamaciones mientras los organizadores se apresuraban a formalizar el evento. Ji-Woon la miró con una mezcla de respeto y satisfacción antes de abandonar el escenario.
Mientras los asistentes se dispersaban para el almuerzo, las amigas encontraron un rincón apartado en el salón.
—¿En qué estabas pensando? —exclamó Na-Ra, claramente preocupada—. Esto es exactamente lo que él quería. Ahora estás jugando en su terreno.
—No podía decir que no —replicó la chef mientras se masajeaba las sienes—. ¿Te imaginas cómo habría quedado mi reputación?
—Lo sé, pero tienes que ser estratégica —la sommelier suspiró y apoyó una mano en el hombro de su amiga—. Ji-Woon no hace nada sin un plan. Probablemente ya tiene su menú diseñado.
—Entonces tendré que hacer algo mejor —dijo Ha-Yoon con determinación, aunque el peso de la competencia ya se sentía sobre sus hombros.
Más tarde, mientras Ha-Yoon exploraba los pasillos del hotel en busca de un respiro, se encontró inesperadamente con Ji-Woon en la terraza. Él estaba solo, con una copa de vino tinto en la mano y una expresión reflexiva en su rostro.
—¿Disfrutando de tu victoria anticipada? —preguntó ella con los brazos cruzados.
Él se giró con lentitud, con una sonrisa que parecía más cansada que arrogante y contestó:
—No lo llamaría una victoria todavía. Pero debo admitir que estoy sorprendido de que aceptaras con tanta facilidad.
—¿Y por qué no lo haría? —quiso saber ella al acercarse con pasos firmes—. No le temo a un desafío, especialmente de alguien como tú.
El chico dejó la copa sobre la baranda y la miró con una intensidad que la hizo sentir incómoda.
—Siempre has sido valiente, Ha-Yoon. Pero esto no es solo un juego. Este duelo definirá nuestras carreras. Espero que estés lista para lo que venga.
Ella sostuvo su mirada, se negaba a retroceder.