Bocados de tentación (cinco sentidos)

Capítulo 8

La cocina de Armonía estaba envuelta en una sinfonía de sonidos: el chisporroteo del aceite caliente, el golpe rítmico de cuchillos sobre tablas de cortar, y el suave murmullo de Ha-Yoon mientras probaba una salsa en su cuchara de madera. La chica estaba en su elemento, completamente concentrada en la creación de un nuevo plato. Llevaba un delantal negro que contrastaba con su camisa blanca, y un mechón de cabello se escapaba de su recogido, rozando su mejilla.

—Esto necesita más acidez —murmuró, ajustando la receta.

Justo cuando estaba a punto de probar el resultado, un golpe firme en la puerta trasera la interrumpió. Miró a su sous chef, quien levantó las cejas en señal de curiosidad. Antes de que pudiera preguntar quién era, la figura alta de Kang Ji-Woon apareció en el marco de la puerta, irradiando su habitual confianza.

—¿Te molesto? —preguntó él, aunque su tono sugería que no le importaba mucho la respuesta.

—¿Qué haces aquí? —ella dejó la cuchara y cruzó los brazos.

—Vine a hablar sobre el evento culinario. Creo que deberíamos establecer algunas reglas para el duelo.

La sola mención del duelo hizo que la tensión en la cocina subiera varios grados. Los ayudantes de la chef intercambiaron miradas incómodas antes de encontrar excusas para salir del lugar.

—No necesito que me expliques cómo hacer mi trabajo —replicó Ha-Yoon al regresar a su estación de trabajo.

Ji-Woon no se inmutó. Se apoyó en la encimera cercana, observándola con esa mirada que siempre parecía capaz de penetrar sus defensas.

—No dudo de tu capacidad, Ha-Yoon. Pero el evento necesita espectáculo, algo que mantenga a los críticos y al público al borde de sus asientos.

—¿Espectáculo? —repitió ella al girarse hacia él con una ceja levantada—. ¿Por qué no dejas de preocuparte por el show y te concentras en el sabor?

El hombre dejó escapar una risa baja, esa que ella encontraba irritante y fascinante al mismo tiempo.

—¿Sabes? Ese fuego tuyo es lo que siempre me gustó de ti.

La confesión tomó a la muchacha por sorpresa, pero no permitió que su expresión traicionara lo que sentía.

—Y eso es lo que siempre me sacó de quicio de ti —respondió, intentando mantener la compostura.

A pesar de sus constantes enfrentamientos, había algo en la forma en que Ji-Woon hablaba que hacía que ella cuestionara su enojo. Mientras discutían los detalles del duelo, su tono se suavizó y las palabras comenzaron a fluir con menos hostilidad. Incluso se sorprendió cuando él comentó con admiración sobre su proceso creativo.

—Siempre has tenido un don para equilibrar sabores. Ese toque ácido en tus platos es único —dijo él mientras observaba el plato que estaba probando.

La mujer sintió un calor en las mejillas, pero lo atribuyó al calor de la cocina.

—¿Es eso un cumplido? —preguntó, con una ceja arqueada.

—No te acostumbres —respondió él con una sonrisa.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. La rivalidad se desvaneció, dejando solo a dos chefs apasionados compartiendo un espacio cargado de energía. Mas como siempre, Ji-Woon no podía resistirse a romper el momento para decir:

—Aunque todavía creo que necesitas arriesgarte más con tus combinaciones.

El comentario hizo que la chica resoplara, volviendo a concentrarse en su trabajo.

—Y tú necesitas aprender a no ser tan arrogante.

Horas después, cuando la cocina se había calmado y el bullicio del día quedaba atrás, Ha-Yoon se encontró sentada con Na-Ra en un rincón del comedor de Armonía. Su amiga y empleada, siempre con su aire relajado y su copa de vino en la mano, escuchaba con atención mientras la chef le relataba el encuentro con Ji-Woon.

—Es como si no pudiera evitar provocarme. Cada palabra que dice parece diseñada para molestarme —dijo Ha-Yoon, dejando escapar un suspiro frustrado.

Su amiga sonrió con picardía y preguntó:

—¿Y no será que en el fondo te gusta que te provoque?

La chef la miró con incredulidad e inquirió:

—¿Estás loca? ¡Es Ji-Woon!

—Exactamente —replicó Na-Ra, dando un sorbo a su vino—. Por eso mismo te tiene tan alterada.

La chica negó con la cabeza, mas no podía evitar que las palabras de la sommelier resonaran en su mente. Había algo en Ji-Woon que despertaba emociones que ni siquiera ella podía entender.

—¿Sabes lo peor? —continuó la chef, apoyando la cabeza en sus manos—. A veces creo que realmente quiere arreglar las cosas, pero luego abre la boca y lo arruina todo.

Na-Ra dejó la copa en la mesa y miró a su amiga con seriedad para responder:

—Tal vez deberías darte una oportunidad para escucharlo, de verdad. No significa que tengas que perdonarlo, pero tal vez… entenderlo podría ayudarte a cerrar ese capítulo.

Ha-Yoon reflexionó sobre las palabras de su amiga, aunque sabía que era más fácil decirlo que hacerlo.

Esa noche, mientras cerraba el restaurante y revisaba los últimos detalles para el siguiente día, Ha-Yoon no podía sacar a Ji-Woon de su mente. Pensó en sus palabras, en su actitud, e incluso en esos breves momentos en los que parecía genuinamente admirarla.




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