La noche del evento benéfico llegó con una energía palpable en el aire. El lugar elegido era un elegante salón de eventos en el corazón de Seúl, con techos altos, candelabros de cristal y mesas decoradas con manteles de lino blanco. Los aromas del vino, especias y flores frescas llenaban el ambiente, mientras invitados de alto perfil, críticos culinarios y entusiastas de la comida se paseaban con entusiasmo.
Seo Ha-Yoon, con su uniforme de chef impecablemente planchado, estaba en la cocina improvisada del evento. Sus manos trabajaban con precisión mientras sus pensamientos se centraban únicamente en el duelo que estaba por comenzar. Las cámaras ya estaban listas para captar cada detalle, y los murmullos del público aumentaban a medida que se acercaba la hora.
En el otro extremo del salón, Kang Ji-Woon estaba rodeado por su equipo, revisando los últimos detalles de su plato. Llevaba una chaqueta de chef negra con bordados dorados que contrastaban con su presencia imponente. Su sonrisa confiada nunca desaparecía, y cada vez que cruzaba la mirada con Ha-Yoon, parecía estar disfrutando del momento.
Un presentador subió al escenario, tomando el micrófono para captar la atención de todos:
—¡Damas y caballeros, bienvenidos a este emocionante evento benéfico! Hoy, tenemos algo muy especial para ustedes: un duelo culinario entre dos de los chefs más talentosos y apasionados de nuestra ciudad. Por un lado, tenemos a la visionaria chef de Armonía, Seo Ha-Yoon.
El público estalló en aplausos mientras la aludida subía al escenario, con su expresión profesional y serena a pesar de los nervios que sentía en el estómago.
—Y por el otro, el innovador chef de Elixir, Kang Ji-Woon.
Los aplausos continuaron, esta vez acompañados de algunos vítores, mientras el chico caminaba hacia el escenario, ofreciendo una inclinación de cabeza a los presentes antes de dirigir una mirada cargada de significado a la muchacha.
—La dinámica es sencilla —continuó el presentador—: cada chef tendrá 90 minutos para crear un plato que encapsule el tema de esta noche: conexiones inesperadas. Los jueces, un panel de críticos de renombre, evaluarán creatividad, sabor y presentación.
Los dos chefs se colocaron en sus estaciones, listos para comenzar.
—¡Que comience el duelo! —exclamó el presentador, dando la señal.
Ha-Yoon respiró hondo, dejando que sus manos hicieran lo que sabían. Su plato sería un ravioli de calabaza con un consomé de té de jengibre y lima, un balance entre lo dulce y lo ácido que representaba la conexión entre opuestos. Sus dedos se movían con destreza mientras amasaba la pasta y preparaba los rellenos.
A su lado, Ji-Woon trabajaba con igual intensidad. Optó por un tartar de atún sobre espuma de alga nori y gel de sake, un homenaje a la unión de la cocina tradicional y moderna. Sus movimientos eran rápidos pero elegantes, como si cada paso estuviera coreografiado.
De vez en cuando, sus miradas se cruzaban. Había desafío en sus ojos, mas también una chispa de admiración mutua que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir.
Cuando faltaban solo veinte minutos, un accidente en la estación de Ha-Yoon casi compromete su plato. Mientras revisaba el consomé, su asistente, por accidente, derramó una porción. Aunque la pérdida era mínima, el tiempo perdido la hizo tensarse.
Ji-Woon lo notó desde su estación, y por un instante, pareció debatirse entre continuar con su trabajo o aprovechar la oportunidad para provocarla. Finalmente, optó por lo segundo.
—¿Problemas, Ha-Yoon? —preguntó con una sonrisa burlona.
Ella lo fulminó con la mirada.
—Nada que no pueda manejar, Ji-Woon.
A pesar del contratiempo, la chica se recompuso con rapidez, ajustando las proporciones del consomé y concentrándose en los últimos detalles.
Los platos fueron presentados uno por uno a los jueces, que los recibieron con ojos críticos pero interesados. Ha-Yoon observó cómo los críticos probaban su ravioli de calabaza, captando cada matiz de sabor con expresiones de satisfacción. Sin embargo, cuando fue el turno del tartar de atún de Ji-Woon, sus rostros parecían iluminarse aún más.
Por fin, el presentador regresó al escenario con los resultados en la mano:
—Ambos platos han sido impresionantes y han capturado el tema de esta noche de maneras únicas. Sin embargo, después de una deliberación difícil, los jueces han decidido que el ganador es… ¡Kang Ji-Woon!
Los aplausos llenaron el salón mientras el aludido aceptaba la victoria con una inclinación elegante. Ha-Yoon, aunque decepcionada, mantuvo la compostura mientras ofrecía un apretón de manos.
—Buen trabajo —dijo él con una sonrisa sincera.
—Disfrútalo mientras dure —replicó ella, con una determinación renovada en sus ojos.
Esa misma noche, después de que el evento había terminado, Ha-Yoon se encontró en el pequeño y acogedor apartamento de Na-Ra, donde una botella de vino y una bandeja de quesos las esperaban.
—¿Así que ganó Ji-Woon? —preguntó Na-Ra mientras servía una copa para cada una.
Su amiga asintió al dejar escapar un largo suspiro.
—Sí, pero fue por poco. La próxima vez no tendrá tanta suerte.