Bocados de tentación (cinco sentidos)

Capítulo 15

La noche se cernía sobre Seúl, y Armonía estaba en completo silencio. El murmullo de los cuchillos sobre las tablas de cortar y el crepitar de una sartén al fuego eran los únicos sonidos que llenaban la cocina. Ha-Yoon y Ji-Woon llevaban horas trabajando, mas la fatiga parecía no alcanzarlos. Ambos estaban inmersos en una corriente creativa que hacía que el tiempo pasara como un suspiro.

—Añade un poco más de sal al caldo —dijo él al inclinarse para oler el vapor que subía de una olla humeante.

—Está equilibrado. No quiero que el sabor del ajo negro se pierda —respondió ella sin apartar los ojos del plato que estaba ensamblando.

Sus intercambios, antes cargados de tensión, ahora fluían con una sincronía que sorprendía incluso a ellos mismos. Habían dejado atrás el orgullo y las barreras, encontrando en su pasión compartida un terreno neutral donde trabajar juntos, y era lo único que importaba.

Todo comenzó con una chispa de inspiración. Mientras perfeccionaban su plato para el evento internacional, Ji-Woon sugirió un cambio inesperado: sustituir un elemento clave con un ingrediente poco convencional.

—¿Qué tal si en lugar de la base tradicional usamos una crema de calabaza fermentada? —propuso, con su tono lleno de entusiasmo.

Ha-Yoon lo miró, al principio escéptica, no obstante, luego entrecerró los ojos, considerando la idea.

—Es arriesgado, pero podría funcionar... si añadimos un toque de jengibre encurtido para cortar la dulzura.

—Exacto —dijo él con una sonrisa—. Sabía que lo entenderías.

Ese intercambio dio inicio a una cascada de nuevas ideas. La cocina se transformó en un laboratorio creativo donde los dos se desafiaban mutuamente, cada uno elevando la propuesta del otro. La tensión competitiva seguía ahí, mas ahora estaba teñida de algo más: respeto mutuo y una camaradería que comenzaba a tomar forma.

A medida que la noche avanzaba, el cansancio no parecía detenerlos. El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando la chica encendió el horno por enésima vez para probar una nueva versión del plato. El joven, sentado en un taburete, observaba el proceso con atención.

—¿Te das cuenta de que no hemos tomado un descanso en horas? —preguntó al inclinarse hacia la mesa para probar un pequeño bocado de una salsa.

—¿Te estás quejando? —respondió ella, con una sonrisa ladeada mientras revisaba la temperatura del horno.

—No, solo... disfrutando del momento.

Sus palabras la tomaron por sorpresa. Durante años, el chef había sido para ella una fuente constante de frustración, sin embargo, en ese instante, al verlo tan relajado, casi vulnerable, no pudo evitar sentir algo diferente.

—¿Qué? —preguntó él, notando su mirada.

—Nada —dijo ella con rapidez, antes de volver a concentrarse en el horno.

Cuando el plato final estuvo listo, ambos lo probaron en silencio. Los sabores eran complejos y balanceados, una mezcla perfecta de tradición e innovación. Ha-Yoon dejó escapar un suspiro de alivio.

—Esto es increíble —admitió, relajada al fin.

—Es nuestro mejor trabajo hasta ahora —respondió él, mirándola con una intensidad que hizo que la chef se sonrojara ligeramente.

Había algo en el ambiente, una electricidad que parecía surgir del agotamiento compartido, del esfuerzo combinado. Ji-Woon dio un paso más cerca, con su mirada fija en ella.

—Ha-Yoon... —empezó, pero fue interrumpido por el sonido de una espátula al caer al suelo.

Ambos se rieron, rompiendo el momento. Aunque ninguno lo mencionó, ambos sabían que algo había cambiado entre ellos.

A la mañana siguiente, Ha-Yoon llegó a su apartamento con una mezcla de emociones. Aunque estaba exhausta, no podía dejar de pensar en la noche anterior. Na-Ra la esperaba en la sala, con una taza de café en la mano y una expresión curiosa en el rostro.

—¿Noche larga? —preguntó con una ceja levantada.

—Larguísima —respondió Ha-Yoon al dejar caer su bolso en el sofá.

La sommelier no tardó en notar algo diferente en su amiga. Había un brillo en sus ojos, una liviandad en sus movimientos que no veía desde hacía mucho tiempo.

—Déjame adivinar —dijo al cruzarse de brazos—. Tiene que ver con Ji-Woon.

La chef intentó negar con la cabeza, mas la sonrisa que se formó en sus labios la delató.

—Solo trabajamos juntos. Eso es todo —dijo, tratando de sonar casual.

—Ha-Yoon, llevamos años siendo amigas. Sé leer entre líneas. ¿Qué pasó realmente?

La aludida suspiró y, por fin, se rindió. Le contó a Na-Ra sobre la noche en la cocina, cómo habían encontrado una conexión inesperada a través de su trabajo.

—No pasó nada romántico, pero... siento que algo cambió. Es como si, por primera vez, realmente pudiéramos entendernos.

Su amiga la miró pensativa. Aunque había sido la primera en advertirle que no bajara la guardia, ahora veía algo diferente en ella.

—¿Crees que ha cambiado? —le preguntó.

—No lo sé. Pero creo que está intentando redimirse —respondió la chef.




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