Boceteando Un Camino

Capítulo 10: "Contenido Inesperado"

-¡2!

-¡2!

"¡Condenada sea mi suerte!"

Al unísono ambos nombramos el número 2, lo que significa que he perdido, ella puede hacerle lo que le plazca a mi delantal.

-¡Si! ¡Gané! ¡Gané! ¡Gané! ¡Qué buena soy en este juego!- Exclamaba dando voces de júbilo y gozo ante su victoria.

-¡No eres buena! ¡es que yo soy malo en este juego!- repliqué inconforme con el resultado.

-¡Qué mal perdedor eres!- comentó - Bueno... ¿ahora qué haré con este delantal?- cuestionó balanceando el delantal de un lado a otro, sin dejar en ningún momento su arrogante sonrisa ganadora.

Cabizbajo, a la espera de su decisión, ya podía visualizar mi pobre delantal caer en cámara lenta debajo del puente y ser arrastrado por la corriente del agua a Dios sabe dónde.

-¡Bien! ¡Ya sé que quiero hacer con él!- Exclamó Emily sonando muy decidida.

No pude ver su expresión, mis  lamentaciones dirigidas al suelo de piedra de aquel viejo puente resultaba más terapéutico que captar la despedida involuntaria de mi viejo compañero.

"Sólo es un tonto delantal..."

"No tiene nada de especial..."

"Puedo comprar otro... Entonces..."

"¿Por qué me siento tan... triste?"

Las memorias comenzaron a bombardear mis pensamientos en forma de pequeños clips recopilatorios. Cosas como las veces que manché de pintura ese delantal, las veces que lo lavé a mano porque la lavadora maltrata su tela, la emoción de ponérmelo y sentir que era alguien... Mi identidad, a punto de ser desechada como la hoja arrugada que contiene un dibujo insatisfactorio que, hasta su propio creador aborrecía.

Cuando ya estaba resignado a perderlo, sin previo aviso, sentí un trozo de tela caer sobre mí, cubriendo gentilmente mi cabeza.

Tanteando dubitativamente por encima de mi gorro, logré palpar la textura tan familiar de aquella tela, y apartándola con prontitud de mí, la visualicé... Era mi delantal.

-Éste es...- alcé la mirada para apreciar a Emily con un brazo extendido, prueba de que ella había arrojado mi delantal hacia mí - Pero ¿no lo ibas a arrojar debajo del puente? - cuestioné aún estupefacto.

-¡Nah! eso no es lo que realmente quiero...- hizo una breve pausa antes de continuar -Lo que quiero, es te pongas ese delantal ¡y lo manches de pintura! ¡mucha pintura! ¡No de manchas de tierra!- Demandó con autoridad, aunque también había cierta alegría en su orden.

-Pero yo...

-¡Sin peros!- protestó - Ese fue el acuerdo, que podría hacer lo que quisiera con el delantal, y eso es lo que quiero - Afirmó, sin tener en ella ni una pizca de duda respecto a su inesperado pedido.

Estoy conmovido, ya había dado por perdido mi delantal y ahora lo tengo entre mis manos nuevamente.

Cuando creo que ya conozco del todo a mi descabellada amiga, siempre logra demostrarme de que no es así.

Creo que el verla fijamente sin decir nada la puso nerviosa pues, comenzó a hablar cosas sin mucho sentido.

-¡B-bueno! ¡¿Sabes?! ¡No es bueno negarle a un pez el agua! ¡Tampoco lo es el quitarle a un gordo su hamburguesa! de esa misma manera ¡No es bueno negarle a un delantal las manchas de pintura! ¿No crees? - alegó con obvios signos de nerviosismo tanto es su expresiones corporales como en su voz.

El silencio de la escena realmente la incomodó al punto de decir cualquier cosa que se le cruzase por su alocada cabeza en un intento de liberar los aires pesados.

-Aunque ahora que lo pienso...- prosiguió son sus narrativa forzada- ¡El segundo ejemplo no estuvo tan bueno! creo que si estaría bien quitarle la hamburguesa al gordito y ponerlo a hacer ejercicio por su salud, sería peligroso si su colesterol subiera y le diera un infarto o algo...- en este punto, ya sólo divagaba refutando el pobre argumento que ella dio hace unos pocos momentos- ¡Pobrecita su familia! ¡Se preocuparía mucho por él! y...

-¡Gracias!- interrumpí su balbuceo, ya me estaba dando pena ajena; por suerte, ninguna persona cruzó el puente mientras estábamos montando ese espectáculo infantil.

-...- su mente al parecer no estaba preparada para escuchar esas palabras de mí -¿Eh?- hizo una mueca de confusión bastante rara, me resultó cómico, pero no reí porque tenía cosas que decirle.

-Gracias por devolverme el delantal, aunque ¿No pudiste darme esa lección de vida hace unas 12 cuadras antes? ¡Estoy exhausto!- exclamé con tono humorístico, porque si dejo que ella sea la que calme el ambiente, duraríamos todo el día.

-¡Hey! no cuestiones mis métodos, son fuertes, pero efectivos; además, ya te hacía falta hacer ejercicio ¡Tú resistencia física es un asco!- comentó aferrándose a la oportunidad para bromear que le ofrecí, el aire definitivamente es mucho más liviano ahora -¡Y no hay de qué! para eso estamos las representantes ¿no?- me regaló una cálida sonrisa antes de darse la vuelta.

-Si, supongo que para eso están- Le dí la razón sin entrar en debate sobre lo que dijo de mi condición física, comparto su opinión, soy un asco.

-¡Bien!- Dijo antes de darse la vuelta - estoy cerca de mi trabajo, voy una hora tarde, pero si corro en serio llegaré en un minuto y medio más tardar... -balbuceó para sí misma mientras contaba con sus dedos.

-Tú estás muy cerca y tienes energía ¡Yo estoy muy lejos y cansado!- añadí esperando una respuesta por parte de ella.

-¡No seas llorón!- inquirió volteando su cara hacia mí - Pero para que veas que soy amable...- hurgó en sus bolsillos y sacó unas monedas, las cuales arrojó hacia mí - ¡Ten! ¡Toma una bus y deja de quejarte! ¡Ya me tengo que ir! ¡Con un poco de suerte no me despedirán! -exclamó antes de salir corriendo a rumbo a su trabajo-

-Pues... ¡Gracias!- grité con la esperanza de que mis palabras alcanzaran su rápido andar.

-¡De nada! ¡Y apenas acabe mi turno, pasaré por tú casa!- vociferó antes cruzar una esquina y perderla de vista.



#31759 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, romance, drama

Editado: 01.11.2020

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