Boda de Sangre y Amor

Capítulo 2

Capítulo 2

Emilia.

Los preparativos para la boda avanzaban con una rapidez absurda. Mi madre con ayuda de la tía Fiorella, se encargaban de todo con una eficiencia y cuidado, como si esta boda tuviera que salir a la perfección.

Veía a mi madre dar órdenes con una expresión que mezclaba la serenidad y orgullo, como si este matrimonio fuese un trofeo que alzara en alto.

A ella tampoco le importaban mis deseos, mi dolor o mis sentimientos en general. Para ella, solo existía el deber, la imagen, la familia y su renombre. Ella veía todo esto como mi segunda oportunidad, una que no pedí y no quería.

Yo estaba presente en las pruebas de menú, en la selección de las flores, en la decisión del lugar para la recepción. Pero no participaba. Me daba igual, que ser serviría en la recepción, como se decoraría la iglesia y el lugar de la recepción, no me importaba y no quería fingir que lo hacía.

Mi madre era la que hablaba, decidía, asentía, y yo me limitaba a observar en silencio y esperando que terminara todo de una vez por todas. Me sentía como si no hubiera nada que decir. Al final todo esto era un circo montado sobre mi desgracia, y yo solo era la pieza clave de un juego de poder entre dos familias poderosas.

El día que fuimos a elegir el vestido de novia, solo fuimos mamá y yo, no quería a nadie más, no quería estuchar comentarios ya que el hecho de ir por otro vestido fue lo que más dolor me trajo, me hizo recordar lo ilusionada que estaba con mi vestido de novia. Pero ahora solo era venir y comprar uno, ya no buscaba que fuera perfecto o tener una conexión con el vestido.

Entramos en una boutique privada, donde las dependientas parecían conocer de memoria los gustos de mi madre. Me mostraron vestidos blancos, de encaje, recatados, tan puros que parecían burlarse de mí.

—Este tiene un aire clásico. —comentó mi madre, deslizándose entre percheros con su mirada ilusionada y brillante. —Algo apropiado para una boda importante.

Yo no respondí. Caminé por la tienda sin prestar atención a las telas delicadas y cortes tradicionales. Entonces lo vi.

Un vestido de color marfil, no blanco puro. Ajustado al cuerpo, con un profundo escote en V que resaltaría mis pechos sin pudor. Sin mangas. Su tela abrazaría mis curvas con una sensualidad que nunca me había permitido. Y la falda, aunque larga, tenía una abertura en la pierna, lo suficientemente reveladora para dejar en claro que no era la novia inocente que todos querían ver.

—Ese no. —dijo mi madre de inmediato.

—Ese quiero —respondí sin dudar.

Mi madre abrió la boca, pero la cerró al ver mi expresión. Algo en mí se había quebrado, y si iban a forzarme a casarme, al menos lo haría a mi manera. No me vestiría como una buena y pura novia cuando no lo quería de esa forma.

…………………….

…………………….

Alessio

Un mes se había pasado rápidamente, para mí fortuna, hoy era el día de mi boda, y estaba tan feliz como un pez en el sartén.

La iglesia estaba llena de figuras poderosas, estaban presentes los capos y el capo di tutti Capi, era lo esperado. Esperé en el altar, sintiendo el peso de sus miradas sobre mí, más el de mi cuñada Giada De Laurentis, su aura siempre me pareció densa, pero hoy me miraba con una mezcla de odio y resentimiento, aunque creo que es comprensible, después de todo me estoy casando con su hermana que hace unos meses se iba a casar con otro hombre y que por supuesto sé que aún no está lista para empezar de nuevo, ¿Pero quién está listo?

Y entonces, la marcha nupcial empezó y fue cuando la vi entrar con su padre.

Emilia entró con un vestido color marfil, su cabello estaba recogido dejando su cuello al descubierto. Su escote demasiado profundo, que era un atrevimiento que ningún hombre en esa iglesia podía ignorar. Sus curvas se marcaban con cada paso que daba, era como una segunda piel con pliegues y la abertura en la pierna mostrando destellos de piel. No se veía recatada, ni pura. Se veía malditamente sexy.

La Emilia que había estado a punto de casarse hace meses atrás parecía una sombra comparada con esta. No sé si fue a propósito, si lo hizo para desafiar a su familia, para desafiarme a mí. Pero me encontré disfrutando el espectáculo.

Después de que su padre la dejara a mi lado en el altar, la ceremonia avanzó conforme a lo esperado y llena de formalidad. Los votos fueron dichos, las palabras llenas de significados y promesas vacías para nosotros. Cuando llegó su turno de responder a la pregunta final, que la ataría a mí, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero su voz salió firme.

—Sí aceptó.

Era una mujer rota que se negaba a dejarse caer. Admirable.

………………….

La recepción fue un despliegue de opulencia. Comida, música, sonrisas fingidas. Me acerqué a Emilia cuando finalmente nos quedamos solos un instante.

—Espero que estés lista para nuestra noche de bodas. —le dije con un tono neutro, observándola con atención.

Ella tomó su copa y bebió un sorbo antes de responder.

—No pasaré la noche contigo Alessio.




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