Capítulo 12
Emilia
La mañana siguiente amanecí más descansada y tranquila de lo que esperaba.
Desperté envuelta en las sábanas, aún con el calor de Alessio a mi lado. Mismo que dormía boca arriba, con una mano descansando cerca de la mía, su pecho subiendo y bajando lentamente.
Por un instante, quise pensar que lo peor había pasado. Que quizás, solo quizás, estábamos encontrando un equilibrio entre tanta tensión, tanto deseo y tanto resentimiento no resuelto. Y que ya no tendremos peleas que duren días, pero sabía que no podía ser así de fácil.
No lo desperté, quería que descansara un poco, no sabía a qué hora llegaba después de sus salidas nocturnas y no sabía si lo que hacía en esas salidas lo cansaba o si... no, no voy a ir por ese camino de pensamientos malos. Hoy es un día realmente bueno como para pensar en eso
Me levanté en silencio y tomé una ducha corta, y sali rápidamente de baño para encerrarme en el closet, me puse un vestido sencillo de color verde oliva que se amarraba por el cuello, ya vestida volví al baño y frete al espejo me recogí el cabello en un moño desordenado y flojo.
Me sentía extrañamente liviana. Como si después de tantas palabras no dichas, tantas peleas y sexo cargado de rabia pasional, hubiera un poco de aire fresco entre nosotros.
Cuando sali del baño, Alessio aún estaba dormido, quise dejarlo un poco más. Bajé a la cocina por un café. Sara y las demás sirvientas, que aún no se me sus nombres, me saludaron con una mezcla de sorpresa y alivio, era como si por fin me vieran en paz y no enojada, como en los últimos días. Porque así me sentía.
Cuando tome mi taza, pensé en llevarle una a Alessio, pero en eso él llego a la cocina.
—¿Eso es para mi? — dijo mientras se acercaba a mi ignorando todo lo demas y me daba un ligero beso en la frente.
—Este es mío, pero estaba pensando en llévate uno, pero ya que viniste hasta aquí, puedes tomar el tuyo. — —dije mientras le daba una pequeña sonrisa.
Soltó un gruñido al mismo tiempo que tomaba mi tasa y le daba un sorbo.
—Lo siento Cuore, pero tengo prisa, quede de verme con Enzo y Fabio, estamos revisando exhaustivamente todos los casinos, después de lo que paso en las vegas, no quiero problemas. Y por las noches no tenemos la mejor cooperación de los encargados.
Mi corazón se detuvo por un instante, no por su explicación, sino por cómo me llamo, me dijo Corazón. No sobre pienses, quizá se le salió el apodo y ya. Me dijo a mi misma para tratar de detener mis fuertes latidos.
—Entonces…. ¿Por sales mucho por las noches? — pregunte tratando de no sonar afectada y cambiar de tema, para pensar en otra cosa.
—Sí, mi… padre dejo una mierda en todo, al parecer todos hacen lo que su maldita gana se les da.
—Eso… suena a mucho trabajo.
—Lo es, pero pronto terminaremos, y me gustaría quedarme hoy contigo, pero tengo que irme a preparar para salir. — dice antes de tomar otro sorbo de café.
Lo veo irse y me molesta un poco el hecho de que no se despida de mí con un beso o algo así. Pero ¿por qué lo haría? No quedamos en eso.
Trato de borrar esos pensamientos y tomo un sorbo del café que quedo.
A pesar de todo me dijo Cuore, y no puedo evitar que una sonrisa tonta se asome, no me importa que Sara o las otras chicas den miradas en mi dirección furtivamente.
…………………..
Pasé parte de la mañana en la biblioteca, hojeando los libros sin muchas ganas, solo quería encontrar algo que me distrajera, pero no lo logre, ya era medio día, cuando por fin decidí salir a comprar algunas cosas, necesitaba simplemente salir, le pedí a Enrico que preparara el auto. Lo hizo sin protestar, pero puede ver una sonrisa pequeña sonrisa asomándose cuando se dio la vuelta. Quizá estaba preocupado, ya que no había pedido salir desde que vi mi hermana. Estaba recluida en la casa por mí misma. Pero eso se acabó.
El día era claro, cálido, con el cielo de un azul limpio que me recordó mis vacaciones de infancia en la costa. Era como si el día estuviera en sintonía conmigo.
Cuando llegamos al centro de la ciudad, fui directo a una tienda de perfumes. Caminé entre los estantes de la tienda exclusiva, escogiendo un perfume nuevo, aunque en realidad no necesitaba uno, pero quería cambiar un poco mi fragancia.
Luego fui a una tienda de velas aromáticas, quería que la casa oliera de diferentes formas, en especial mi habitación. Compre de olor a lavanda, otra de vainilla y una de coco con canela. Cuando salía de la tienda, a lo lejos vi una que vendía lencería, pensé en comprar un par de conjuntos sexis…
Por dios no, eso me va hacer parecer una lujuriosa desesperada por atención. Bueno no es como que lo que haga con Alessio sea puro y casto. Pero no, no voy a comprar nada… por ahora.
Mejor di media vuelta y fui a una tienda de postres y compre un par de cannoli.
Cuando estuve al lado de Enrico le ofrecí uno y en lugar de tomarlo solo me miro.
—Si no tomas uno, me comeré los dos, y me sentiré muy ofendida, porque no aceptaste mi ofrenda de paz.