Capítulo 13
Emilia
Después de que Gianluca se fue, me sentía agotada, como si hubiera corrido por toda la ciudad, sentí mis piernas entumecidas, mi garganta seca, y las manos temblorosas. Enrico se acercó como si quisiera estar cerca por si necesitaba ayuda, pero no quise que nadie me tocara. Ni siquiera Alessio.
Especialmente Alessio. Sentía que esto podría ser causa para otra discusión y no quería que eso pasara. No después de lo de anoche, no quería retroceder.
Subí de nuevo al auto para poder llegar hasta la casa. Alessio subió al suyo, y cuando Enrico estaciono frente a la casa baje rápidamente y me encamine casi corriendo a las escaleras sin mirar a Alessio, sin decir ni una palabra.
Entré a mi habitación y cerré la puerta con firmeza. Pero no con llave. No estaba tratando de encerrarme y dejarlo afuera, sino que quería respirar y deshacerme de toda la tensión.
Me senté en la cama y me cubrí el rostro con las manos.
¿Por qué diablos seguía afectándome tanto todo esto?
No Gianluca, claro que no. Su presencia era solo sinónimo de furia y no me afectaba su estúpido discurso sobre amor. No. Lo que me dolía era la forma en que Alessio me miró justo después. Como si dudara de mí. Como si todavía creyera que, en algún rincón sucio de mi alma y mi corazón, seguía perteneciendo a ese hombre.
Eso me carcomía.
Eso me hería.
Y también me enfurecía.
¿No vio cómo sufrí? ¿Cree que soy tan fácil de convencer?
……………………..
Pasaron dos horas. Quizá un poco más no lo sé, cuando finalmente bajé, la casa estaba en silencio. Era como si los empleados y guardias se hubieran ido, aunque todavía estuvieran en la propiedad.
Buscaba a Alessio, tenía que hablar con él, agradecía que me hubiera dado espacio para calmarme, aunque no lo hubiera hecho con intención de hacerlo. Y lo encontré allí, en su despacho, revisando papeles como si no acabara de presenciar el encuentro más tenso de la semana.
—Necesito hablar contigo. —dije sin rodeos nada más entrar.
Levantó la mirada con lentitud. Su expresión era tan relajada, como no hubiera nada que decir.
—Habla.
—¿Qué carajos fue eso?
—¿”Eso”? —repitió con frialdad y como si no entendiera de que hablara.
—Sí, Alessio. Eso. Tu espectáculo de macho posesivo. Tu manera de actuar como si Gianluca fuera alguien importante en mi vida y tuvieras que alejarlo.
Cerró con un golpe fuerte la carpeta que tenía frente a él y se levantó. Lentamente con ese maldito poder que emanaba, con el que manejaba todo.
—Te salvé de una situación que pudo salirse de control con ese hombre.
—¡No necesitaba que me salves! ¡Él no me iba a hacer nada! Lo tenia controlado.
—¿Estás segura?
—¡Sí!
—Porque yo no lo estaba. —dijo mientras empezaba a caminar hacia mí. —Y no pienso correr el riesgo de que ese imbécil te toque un solo pelo.
—¡No era tu decisión!
—¡Tú eres mi esposa!
—¡Tú no actúas como si lo fuera!
—Lo eres Emilia y si veo a ese hombre de nuevo se va a arrepentir.
—Puedes hacer lo que quieres, no me importa lo que le pase.
—¿De verdad?
—Si.
—Entonces si lo mato no te va a importar.
Me congelé, por lo fácil que salieron esas palabras de él.
—No necesitas llegar a esos extremos, en algún momento Gianluca se rendirá definitivamente y mucho más si yo no le hago caso.
—¿Por qué me suena a que lo estas protegiendo?
—De verdad me estás diciendo eso… Mira Alessio, si en mi mente cruzara la más mínima idea de perdonar y volver con Gianluca, ni siquiera me hubiera casado contigo.
Alessio respiraba con fuerza y lo vi apretar la mandíbula hasta el punto de que se le marcaron las venas. Se acercó otro paso, solo hacía faltaba que estirara su brazo para poder tocarme.
—Y espero que esa idea nunca pase por tu mente o él lo pagara muy caro, pero tú Emilia, no me vas a dejar.
—¿Por qué dices eso?, ¿Es por qué te importo o simplemente para mantener tu estatus de Capo?
—Si no me importaras no tendría problemas en que sigas viendo a ese bastado.
—Si tanto te importo, ¿por qué demonios te portas como si yo fuera una intrusa que solo buscas para tener sexo? ¿Por qué me haces sentir que no te importo?
Su rostro cambió. Se endureció. Pero no de rabia. De algo más oscuro.
—Porque me das miedo, Emilia. —dijo después de unos segundo de silencio. —Porque contigo… no sé cómo no perder el control.
—Entonces piérdelo.
Y antes de que pudiera responder, le empujé el pecho.