Borden

Capítulo 17.

El viento soplaba con una suavidad que en ese momento se me hizo relajante. Aquel olor a rosas iba envuelto en un concentrado olor a óleo, vagaba con naturalidad en el aire, y al inhalar, pude sentir como aquel momento parecía ser parte de mis días. Pero no lo era en lo absoluto, y aquellos maravillosos paisajes que mis ojos lograban observar tampoco lo eran.

Rosas. Diferentes tonalidades de rosas. Blancas, rojas, rosadas, e incluso brillaban algunas azules. Era bonito. Y el silencio a mi alrededor me susurraba que todo aquello me pertenecía. Lo hacía también la mujer a mi lado. Sus ojos verdes, cálidos, fundidos en un profundo cariño me observaban desde su altura. Una sonrisa se dibujaba en sus labios mientras susurraban:

Naciste para reinar.

Y contrario a lo que creía, era un recuerdo que me había llegado en la madrugada, mientras observaba hacia afuera esperando que los medicamentos surtieran efecto.

***

Ese día especialmente me desperté con un extraño sentimiento en el pecho. No sabía definirlo bien. Quizá era por el recuerdo, no podía ser por otra cosa.

El colchón debajo de mí me producía una sensación de relajación absoluta. Aquel momento donde no te quieres despegar de tu cama, porque tu cuerpo se encuentra adormecido, embobado por la suavidad de las sábanas. Así me sentía ahora. Aunque la relajación se veía opacada por el creciente dolor en mi cabeza. Me vi obligada a levantarme en busca de algo que lo calmara. Al sentarme, sentí como todo a mi alrededor dio vueltas, las dos figuras que permanecían al fondo de la habitación se vieron borrosas.

Cuando mi vista se aclaró un poco, vi que eran Dave y Scolly, hablando muy serios en susurros. Mi cabeza no daba para querer tratar de escuchar lo que decían, sin embargo, cuando ambos sintieron mi movimiento se giraron hacia mí. Me puso nerviosa el saber que me preguntarían qué había sucedido o por qué mi cabeza reaccionaba de esa manera, con ese tipo de episodios violentos hacia mí misma, pero cuando Scolly vino a mí, vi de todo en su rostro menos reproche.

—¿Cómo te encuentras? —Su voz salió con suavidad, sin demostrar la preocupación a la que sus ojos estaban sometidos.

Intenté poner una sonrisa en mis labios, pero no pude, mi cabeza dolía tanto que solo hice una mueca dolorosa.

—Me duele la cabeza— susurré, llevando mi mano a ella, a ver si así el dolor se iba. No funcionó. — necesito algo, por favor.

Scolly se apresuró a sentarse en la cama junto a mí. Agarró mis manos justo cuando Dave salió de la habitación. Su calor me reconfortó, pero estaba confusa por la preocupación que veía reflejada en sus ojos. ¿Acaso él sabía lo que me pasaba?

—Te pondremos algo para las heridas.

Eso logró confundirme, hasta que mis ojos repararon mis brazos. Mi piel permanecía rojiza, hinchada donde las heridas que había hecho con mis uñas estaban, había pequeñas media luna que se veían profundas, seguramente causadas al enterrar las uñas, y también había rasguños. El más largo iba de mi hombro hasta casi llegar a mi muñeca. Era horrible ver lo que me había provocado. En mis piernas también tenía cortadas. Y no pude evitar las lágrimas que rodaron por mis mejillas al ver el daño que me había hecho, ver como yo podía ser un arma para mí misma.

—Tranquila— me dijo Scolly, quitando mis lágrimas con sus pulgares— por suerte todo pasó luego de un rato.

Lo miré a los ojos.

Esos ojos verdes.

Me transmitían seguridad. Tranquilidad. Como si junto a él no estuviera bajo ningún tipo de peligro. Y probablemente estaba bajo muchos, pero lo que sus ojos me decían los dejaba por completo en segundo lugar. No importaban. Importaba que él estaba ahí, cuidando de mí, cuidando de todos. Estaba a salvo con esas personas a las que todavía no llegaba a conocer por completo. Aquellas que me habían mantenido oculta del verdadero problema. Por alguna extraña razón, no me daba miedo enfrentarlo, no mientras estuviera con ellos.

Dave volvió a entrar la habitación después de un rato, por lo que Scolly se vio obligado a retroceder. Me sentí fría cuando sus manos se alejaron de mí, pero aún me sentía segura. Sus ojos me gritaban: no estás sola. Quizá mi madre no estaba ahí, pero estaba él, y la calidez con la que sus ojos me miraban podían hacerme sentir en casa. Quizá lo estaba.

Dave tenía en una de sus manos un vaso con agua, en el fondo del vaso se podía ver una pastilla efervescente. Fruncí mi ceño cuando vi el nombre en una de las cajas que el chico traía. Reconocí el empaque de inmediato porque mi madre me había dado un montón de veces ese medicamento. Me lo habían recetado a los trece años, cuando tuve mi primera crisis al intentar recordar a mi padre y eran una especie de calmante. No me había gustado la primera vez que los usé porque sus efectos eran sueño profundo, posterior a eso mi cuerpo permanecía adormilado, mis movimientos los percibía ralentizados y la calma de mi cabeza era angustiante. Solía pasar intentando recordar, era así como mi cerebro funcionaba, y cuando no lo hacía, no me sentía yo misma.

—Tómala— me dijo el pelinegro, extendiendo el vaso hacia mí— estarás mejor.

Estuve a punto de tomar el vaso, pero me detuve cuando iba a la mitad. Mis sentimientos estaban colisionando dentro de mí. ¿Debería tomarla? Dave notó la inseguridad en mis movimientos cuando miró a Scolly preocupado.

—Estoy bien— les aseguré a ambos antes de que cualquiera dijera algo— pero no puedo tomarla.

Scolly me miró con desaprobación cuando decliné el vaso que Dave me ofrecía, pero no cambié de opinión ante su mirada llena de reproche. Suspiró seguramente tratando de encontrar las palabras adecuadas para decir lo que pensaba.

—Debes hacerlo, Stacey — la calidez con la que me habló me dejó desconcertada por un momento. Mi mente viajó a un hermoso pasillo lleno de decoraciones doradas con blanco en los tapices de las paredes, recordé por un momento una hermosa voz, igual de cálida, suave y dulce, una sonrisa se coló en mis labios cuando los ojos tan parecidos a los que miraban ahora destellaban con sentimientos hermosos dentro de mi cabeza. Parecía ser de alguien en mis recuerdos, sin embargo, distinguir a la persona en medio del río turbulento que era mi memoria en ese momento parecía imposible — ¿Stacey?




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