Borden

Capítulo 21.

Scolly

Miraba con atención a la castaña que en ese momento había decidido demostrarme que tan buena era su puntería. Pues le había contado sobre mi duda respecto a sus verdaderas habilidades para disparar un arma y aunque ya la había visto haciéndolo, era simplemente divertido ver como se irritaba y trataba de demostrarle a todo mundo lo buena que era.

—¿Eso es todo? — en mis palabras flotaba un tono de incredulidad. Su cuerpo delgado se giró por completo hacia mí, sus pisadas fueron lentas, pero precisas y parecía que querer romper la tierra con cada una de ellas. Y ni hablar de su rostro. Se hallaba contraído en una mueca de irritación, pero adivinaba que también estaba así por el cambio tan brusco de humor.

Hice un esfuerzo por ocultar la sonrisa en mis labios, pero cuando se puso delante de mí, esta simplemente salió natural.

—¿Qué mierda quieres decir con esto es todo? — dijo con los labios apretados, sus puños estaban fruncidos y estaba aguantándose las ganas de darme un puñetazo.

Con los brazos cruzados en mi pecho me incliné un poco para quedar a centímetros de su rostro.

—Que esperaba que fueras mejor— me erguí volviendo a mi puesto— eso quise decir.

—Soy lo suficientemente buena para ser considerada una de las mejores aprendices de la comisaria.

Su ceño fruncido, a punto de abrirse a la mitad y darme un puño en el rostro como si tuviera vida propia, me hizo alzar las cejas, fingiendo sorpresa.

—¿Debería sorprenderme eso?

Eso pareció hacerla enojar más. No perdió tiempo al momento de dar un paso adelante y alzar su puño que terminó estampado en mi mejilla, haciéndome girar el rostro por el impacto y apretar los ojos por el dolor. Mi mano en el lugar afectado me avisó que luego se formaría un horrible morado gracias a la fuerza que Mia había aplicado en el golpe.

—Joder— me quejé haciendo una mueca para comprobar que tanto me dolía hacer cualquier movimiento y el resultado fue una punzada terrible de dolor que me dijo: no vuelvas a intentar algo así o el dolor será triplicado. — por lo menos sé que no te harán mierda fuera de aquí.

Mia me veía con diversión que seguramente estaba exagerando para fastidiarme. Lo cierto era que no podía decirle nada que pudiera poner la situación a mi favor, ella simplemente se había llevado la victoria y había demostrado ser lo suficientemente buena en lo que fuera.

Solía decirles a las personas que eran buenos cuando realmente lo eran, pues no había nada de malo que en las mejores personas supieran que eran buenas y aún podían exigirse todavía más, pero con Mia simplemente me ganaba el orgullo por lo que terminé girando mis ojos cuando ella sonrió.

—Vamos— me animó con las manos a hacer algo que no entendía. Y cuando no me esforcé por entenderlo, ella lo aclaró— dime que he estado genial.

Solté un bufido que hizo borrar su sonrisa, y cuando estuve a punto de soltarle un comentario mordaz, alguien interrumpió la conversación. Alguien que no era ninguna de las personas que entrenaban junto a nosotros y que, de hecho, nos puso en alerta a Mia y a mí.

—Buenas tardes.

Una sonrisa suave, confiada y que detestaba con mi vida decoró sus labios. Su semblante estaba relajado, no mostraba ningún asomo de preocupación ante la amenaza que era Mia, pues desde que se había percatado de su presencia lo apuntó con la pistola. El nivel de mi molestia era tanta que no me preocupé en decirle a Mia que bajara el arma, y aunque hubiese estado lo más calmado posible no lo habría hecho tampoco, ver a Adriaen con un tiro entre las cejas era una de mis fantasías más grandes.

—¿Qué haces aquí? — fue Mia quien le preguntó.

Su cuerpo estaba tenso y el odio que sus ojos disparaban hacia Adriaen solo podía significar que habían estado relacionados y no sabía por qué el no saberlo causaba que mi irritación creciera aún más. Aun así, me mantuve sereno.

«Tus enemigos jamás deben saber lo que producen en ti, mantén el control»

Adriaen agrandó su sonrisa, como si supiera que eso me hastiaba y en efecto, lo hacía.

—Necesito hablar con Scolly— ladeó la cabeza, dirigiendo su mirada hacia mí. La chica a mi lado pareció relajarse un poco. — ¿o tengo que pedir una audiencia con el alcalde primero?

Mis labios se apretaron ante la mención de mi padre, a quien tampoco tenía en buena estima. Steve Borden solía ser un hombre regido por el hambre de siempre ser el primero y el único, el mejor, el más poderoso, y yo creía en esas palabras igual, pero Steve no había logrado nada de lo que siempre hablaba, pues su capacidad para gobernar era nula, solo era una persona sedienta de poder que muy seguramente si llegase a tenerlo se lo daría a otro para que supliera la responsabilidad. Y esa persona era mi madre, quien siempre levantaba la cara por el apellido, aun cuando mi padre ni siquiera sabía llevar tal responsabilidad. Steve no era un líder. Solo quería un título con renombre para que alguien más lo trabajara mientras él estaba echado en el sofá leyendo su maldito periódico.

Siempre leía su periódico. Y nunca nos había brindado la atención necesaria a mí y a Scarlett.

—De acuerdo, te concedo la audiencia— dije sin dejar que su pregunta me afectara en lo absoluto. Su sonrisa se borró de golpe— te recuerdo que el título de mi padre me pone en mejor posición que tú, así que sigues estando ante una autoridad.

El juego de poder siempre había cegado a Adriaen. Desde que éramos niños la competencia por saber quién podía manejar con excelencia el poder era exigente, yo siempre le ganaba. Era superior.

«Tu madre no pensaba lo mismo»

Ella sabía que era cierto, pero se conformaba con las estúpidas migajas.

Adriaen dio una vuelta para alejarse molesto y meterse entre los árboles. Paró donde aún podía ver su espalda y ni quiera se molestó en girarse para pronunciar:




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