Borradores - 01

Mi lógica del Amor.

Primer intento:

Apreté fuertemente el sobre entre mis manos, aún tenía muchas dudas. No puedo solo dejarla y ya, hay demasiadas posibilidades, en su mayoría malas.

Porque si la dejo, solo me humillaría.

Más que de costumbre.

Nono. Innecesario.

Mejor no, después de todo fue una tontería. Si dejo de pensarlo se me pasará, sí.

Solo debo alejarme con mucho cuidado, no debo verme extraña. Claro, solo pasaba casualmente por los casilleros más lejanos de mi salón, sí, una total casualidad.

Suspiré y revise a los lados con cuidado. No había ninguna persona. Aún podría hacerlo.

Nono, es una tontería.

Elevé mi mano y observé el sobre. Está bastante aplastado, aunque quisiera no debería dejarlo así, sería una mala imagen…

Sí, quizá en otra ocasión.

Volví la vista al pasillo y logré ver a Conrad y Matteo.

Rayos.

Solo debo retroceder con cuidado, solo debo irme muy tranquilamente. Sí, la calma es vital.

Al diablo, ¡corre!

.

Segundo intento

.

Asomé mi cabeza nuevamente al salón. No hay nadie. Bien.

Me adentro con los nervios a mil. Casi parecía una bandida que venía a robar algo del salón. Oh, solo espero que nadie me haya visto.

Veo los nombres en los pupitres y, al ver su nombre, sonrío y me acerco con emoción.

Estoy tan cerca, tan, tan cerca…

—¿Mary?

Giro rápidamente ante el llamado.

¡No!. Es él

Bien, tranquila, solo respira y da una respuesta rápida y sensata.

—¡¡Solo vine por la libreta de Matteo!!

Sí, ahora… ¡corre!

.

Tercer intento

.

Ato mi cabello en una coleta y me preparo. Espero que mis prácticas en Educación Física rindan sus frutos.

¡Yo puedo!

Me coloco en posición y espero al pitido del profesor para poder empezar a correr.

Será un recorrido en las canchas externas, no es algo pesado o demasiado importante, pero es mi oportunidad. Él está encargado de la recolección de correo de la academia, según lo que me dijo Matteo, estoy segura de que pasará cercano al carril izquierdo para poder ir a los adentros de la academia. Así que puedo aprovechar para dejar el sobre encima de los otros papeles.

Él verá su nombre y lo leerá. Sí, ¡eso funcionará! Quizá me identificará, pero yo estaré corriendo, así que puedo huir.

¡Sí! Es un gran plan.

Al escuchar el pitido, comienzo a correr con agilidad y me coloco cercana al carril izquierdo. Hace más difícil el recorrido, pero vale la pena.

Continuo con una ligera sonrisa.

Voy a mitad de vuelta cuando me percato de que los chicos encargados comienzan a llegar, así que presiono mi paso.

—¡¡Si lo logras te compraré algo!! —Veo a Matteo, quien había gritado, a lo que asiento. Claro que ganaré. Y él tendrá que comprarme algo.

Estoy cerca de finalizar la primera vuelta, justo a tiempo para que él pase.

Va yendo todo bien.

No puedo evitar que mi pecho se infle ante el orgullo de que mi plan sea tan funcional.

Continuo bajando el paso un poco mientras saco el sobre de mi sudadera. Estoy lista. Al verlo, comienzo a extender mi brazo, me nivelo un poco más y… ¡Sí! Lo he dejado en el cesto.

Me siento victoriosa, sí, sí. Ahora solo debo ganar esta carrera. Vuelvo a acelerar el paso y me siento más ligera. ¡Lo hice!

Al estar a mitad de vuelta, veo cómo él se ha detenido. Parece apenas procesarlo.

Continuo sintiendo mi corazón bombeando con premura.

Al finalizar la vuelta lo veo, aunque rápidamente busco alejar la mirada con algo de vergüenza.

Acelero aún más y comienzo a respirar con algo de cansancio. Bien, estoy cerca.

Al verme a la mitad de la tercera y última vuelta, decido ver hacia él. No está.

Oh, va más adelante y no.

Él no la abrió.

No, él no…

Por un momento pensé escuchar un grito. Seguro que es para otra persona.

¡Oh, no!.

De un momento a otro, solo puedo ver cómo el suelo está tan cerca.

Me lleva. La suerte me ama.

Hmm, pues perdí. En ambas cosas.

Mantengo mi rostro entre mis brazos, siento dolor en mis rodillas y brazos, pero es mayor mi vergüenza.

Ya… déjenme aquí.

.

Cuarto intento

.

Bien, normalmente, pasado el tercer intento me rindo, al menos la mayoría de veces.

Veo la vendita en mi rodilla, ya dos días de eso. Aunque bueno, al final Matteo sí me compró algo.

Suspiré desganada.

Ahora, ¿qué podría hacer?

Si intento… Nono.

Y si… Nono.

Bueno, podría intentar enviarlo con alguien.

Mmm, no, eso no funcionaría. Me delatarían.

Hmm…

Ya sé. Sí, será lo mejor.

___

No lo fue.

Ni el quinto, ni el sexto, ni el séptimo. Mucho menos el octavo, y qué hablar del noveno.

Y llegar al décimo sería demasiado.

Lo mejor será rendirme… Debí entenderlo antes.

Ahora solo debo dejarlo.

Hago una bolita con el sobre y lo tiro en una canastilla de basura cercana.

No soy garrapata para ser tan aferrada.

Mejor reír para no llorar.

—Mary.

Giro y veo a mi amigo castaño.

—Matt.

Él se acerca y me sonríe ligeramente.

—¿Almorzamos juntos?

Lo miro con el ceño fruncido.

—¿No te sentarás con tus amigos? —cuestiono. Casi nunca almorzamos juntos en la academia.

—Oh, vamos, ellos entenderán. También puedo sentarme con mi amiga —dice tranquilo mientras pone su brazo en mi hombro—. Vamos, Mary Mary.

—Ya que.

***

.

Harry Romson

.

Solía verla de lejos. Era alguien muy competitiva y expresiva. Entendía por qué era tan buena amiga de Matteo.

Mary Looner.

Demasiadas opiniones de ella. Algunos le decían pesada, otros que era alguien increíble, mandona, rara, competitiva, razonable, impulsiva, impaciente, inteligente. Bueno, en serio, eran muchas opiniones.




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