“Espejos”
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Hay algo frío y vacío
Detrás de su sonrisa
Está de pie en un paso elevado
En una milla milagrosa
Porque eras de un mundo perfecto
Un mundo que me tiró hoy
Para huir lejos.
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Descendó del auto con ademán cansado y aburrido, aferrando su mochila en una mano y ajustándose la capucha de la chamarra para protegerse de la llovizna que caía amenazando tormenta.
Torció el gesto y soltó un suspiro al contemplar el lugar que desde ahora llamaría hogar. Por fuera, la casa se veía enorme, demasiado para dos personas. Parecía algo rústica, pero los altos ventanales le daban ese toque moderno que la hacían ver menos como sacada de una película de Hitchcock.
Siendo que su padre prometió un nuevo comienzo y una vida lejos de la agitación de la ciudad, era por demás irónico que la bienvenida resultará en un paisaje gris y helado.
Subió la fila de escalones y pegó su cuerpo contra el portón de madera para protegerse del agua, un momento después su padre se acercó, sosteniendo únicamente dos maletas, pues el resto de sus pertenencias habían sido llevadas con antelación, así que oficialmente hoy se instalaría en la que antes hubiera sido la casa de su abuela.
Jungkook nunca tuvo demasiado contacto con ella, por lo que el lugar le era ajeno e impersonal, al igual que la persona que se los había heredado.
El señor Jeon introdujo una llave de aspecto antiguo dentro de una cerradura igualmente oxidada, la cual hizo un sonido chirriante al momento de girarla. Jungkook no sabía si eso era una buena señal, pero se contuvo en protestar o hacer algún comentario, puesto a que el tema de la mudanza había sido el motivo de discusión de las últimas semanas, así que no valía la pena amargarse un día de por sí ya opaco, para emitir protestas que de cualquier manera no serían escuchadas.
Cuando por fin pudo echar un vistazo al interior, le sorprendió que en realidad el sitio no era tan anticuado como aparentaba la fachada. Supuso eso había sido más por idea de su padre que otra cosa, ya que aunque ligero, aún podía percibir el olor de la pintura.
Un tono azul cielo decoraba las paredes, aunque era claro que predominaba mucho más el blanco.
Debía admitir que el hecho de tener un pequeño closet junto al pasillo de entrada y un mueble dónde colocar el calzado, había sido un detalle que le agradó bastante, ya que en el anterior departamento, las cosas siempre terminaban tiradas de cualquier modo junto a la puerta.
Se quitó los zapatos los cuales estaban manchados de barro y los coloco fuera del mueble junto a los de su padre.
De manera curiosa, comenzó un pequeño análisis del recibidor, el cual no salía de lo común, con los sillones blancos y una mesa de cristal en el centro. Había algunas plantas a manera de adorno y algunos cuadros que solo estaban ahí como parte de la decoración. Tan salido de un catálogo que parecía poco real, pensaba Jungkook.
Sin embrago y pese a lo anteriormente dicho, había algo resultaba aún más fuera de lugar y eso eran los espejos, pues para su gusto, habían demasiados.
Arqueo una ceja y camino por la estancia para verlos más a detalle, sin embargo fue una sorpresa darse cuenta que al parecer estos no fueron colocados por capricho de su padre, sino que estaban fijos en la pared.
-- No es posible quitarlos. -- dijo la voz tras él. -- Son parte de la casa.--
-- ¿A la abuela le gustaban esas cosas?-- preguntó de una manera algo arisca.
-- Mi madre tenía cierta fascinación por los espejos. Le gustaba coleccionarlos, pero cuando tu abuelo falleció, ella llevo su gusto por estás cosas en la construcción de esta casa. -- dijo su padre con un encogimiento de hombros.-- Guarde varios de los espejos en una de las habitaciones, pero me temo que hay muchos que están firmes a las paredes, así que fue imposible removerlos.--
-- No sé si esto me agrda.-- confesó, dándose vuelta y mirando de frente a su padre. Seung Heon era un hombre severo y por demás serio, así que Jungkook se sorprendió un poco al ver fragilidad en esos oscuros ojos. Sin embargo, así como lo vió, se fue. Vaya novedad, el hombre de hielo tenía sentimientos.
-- Tu habitación está en el tercer piso, la primera del pasillo.-- dijo su padre un poco más duro de lo que pretendía, mientras apartaba la mirada y entregaba una de las maletas a su hijo.
-- ¿Tan arriba? ¿Es en serio?--
-- Así no volverás a quejarte de que no puedes dormir por el ruido. --
Hizo una mueca y negó con un gesto de la cabeza, pero no respondió. Era increíble como su padre no entendía que no era el ruido el que le molestaba, sino el hecho de que aún después de llegar tan tarde de la oficina, utilizaba la casa para volver a trabajar. De por sí, le había tomado años que respetará por lo menos la cena y dejará el maldito teléfono o el papeleo, lo triste fue que cuando por fin lo consiguió, ya era demasiado tarde, Jungkook ya no era un niño que necesitara que su papá le aconsejará o que por lo menos lo escuchará, y es que simplemente ya no lo conocía, por lo que su relación había sido sepultada en largos y cansados silencios.