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Don't

 

"Soledad"
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Tal vez yo, nunca podré volar
Como esos pétalos de flores de ahí
Las alas, como otras cosas, son imposibles
Tal vez yo, no puedo tocar el cielo
Pero aun así, quiero estirar mi mano
Quiero tratar de correr, solo un poco más

Solo estoy caminando y 
caminando en esta oscuridad
Los momentos felices me preguntan:
¿Estás realmente bien?
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Los grandes ojos miran a su alrededor tratando de distraer sus nervios. Casi nunca estaba en esa sala, pero en las últimas semanas parecía ser algo bastante frecuente. Ese día, sin embargo, era su cumpleaños diecisiete, por lo que él había pasado a ser mayor de edad, según los estándares del orfanato. No podía negar que le aterraba lo que venía, pues dejaría ese lugar, pese a lo horrible que era, también era todo lo que conocía. 
Quizá no estaba acostumbrado a comer tres comidas diarias, pero tenía un plato diariamente de algún guisado, también tenía una cama, pese a que está no era la más cómoda; tenía un techo y, pese a todo, un hogar. No estaba listo para irse de ahí, sobre todo porque no estaba siendo adoptado, sino que sería arrojado sin más al mundo.

Jin era un chico muy dulce, educado y trabajador, el problema es que era bastante enfermizo. Tenía una estatura muy baja, para su edad un metro cincuenta y cinco era demasiado poco. Eso sin contar que era excesivamente delgado y pálido, lo único que le gustaba de él era su cabello castaño rizado. Su apariencia que parecía eternamente infantil no ayudaba en nada.

Una vez casi fue adoptado, pero la pareja se desanimó al saber que Jin tenía quince y no once años. Aún ahora con la edad que tenía, parecía no tener más de quince años. Esta situación lo desesperaba, era tan frustrante.

– Seok-Jin –

Levantó rápidamente la mirada hacía la hermana Jisso, ella no le agradaba mucho, no porque fuera mala, sino que de todas las monjas que cuidaban de los niños, ella era la más severa con los mayores de edad, tenerla ahí no era bueno.

Se acomodó los lentes, pegados con celo, gracias al mal estado debido a los años, y soltó un suspiro tembloroso.

– Si, señorita…– respondió titubeante.

– Cómo sabrás, y es duro decirlo, al orfanato ya han llegado más niños de los que podemos cuidar, y tú, Seok-Jin, has alcanzado la mayoría de edad.--

– Solo tengo diecisiete.-- respondió con un hilito de voz, que ya lo esperará no lo hacía más fácil.

– Eunwoo se fue a los dieciséis, y Félix a los quince. Tú ya has cumplido tu tiempo aquí, deberías ser considerado y pensar en los demás niños.--

Jin se encogió en su lugar como un animalito herido, angustiado, completamente perdido.

– Pero… ¿A dónde voy a ir?--

Jisso resopló con algo de fastidio, sabía que sacar a ese chico sin más sería complicado.

– Nuestra responsabilidad termina aquí, Seok-Jin. Por favor, termina tu cena, ve por tus cosas y retírate.--

Jin no tuvo mucho que decir a su favor, se puso en pie y fue hacía el comedor, no tenía hambre, pero considerando su situación, tenía que obligarse a ingerir algo, pues realmente no sabía cuándo podría volver a comer. Ese día había sopa de arroz, era su favorita, porque era de las pocas veces que tenía un poco de pescado, pero ni siquiera eso evitó que sintiera como si pasara piedras a través de su garganta. Guardo la gelatina y la barrita de dulce, después de todo, mañana también necesitaba conseguir algo.

Suspiro y miro a los demás niños, siendo él el mayor y el único que quedaba de su generación. Los ojos se le llenaron de lágrimas ante ese pensamiento. Tan malditamente raro era que ni una sola persona le dió la oportunidad de ser hijo, de demostrar lo capaz que podía ser.

No pudo seguir ahí, fue directo por sus cosas, lo cual realmente tampoco era mucho, unos cinco cambios de ropa, un pijama bastante remendado, un libro de cuentos, un par de zapatos que solo utilizaba cuando iba a misa, un peine para el cabello, un pedacito de espejo, su osito de peluche y el estuche de su aparato para el oído. Quiso reír de lo absurdo que resultaba, meter tu vida entera en una bolsa de plástico.

Se dió la vuelta para salir, justo cuando vió al niño que se asomaba desde la ventana, Jin sonrió con tristeza, Yeonjun era bastante callado, pero realmente bueno en sus clases de arte, siempre tenía que ayudarlo a guardar las pinturas en su lugar, ya que este siempre olvidaba hacerlo. Le echaría de menos.

Apenas salió de la casa hogar, el mundo que se le presentaba le era atemorizante, sin saber muy bien a dónde ir y sin una dirección, siguió su camino sin un rumbo fijo, simplemente buscando un lugar donde pudiera pasar la noche, aunque pronto descubriría que no era tan fácil como solo elegir un callejón, pues el primer lugar donde lo intentó, una señora lo corrió porque no quería un sucio vagabundo viviendo a un lado de su negocio. Jin no comprendía, él no estaba sucio, se cuidaba bien, no es como si fuera a dar la peor imagen.

Pero las cosas solo se iban complicando cada vez más. "Es contra la ley, no puedes quedarte ahí.", Le dijo un policía cuando tuvo la intención de acomodarse en la banca de un parque. Le dolían los pies, llevaba horas dando vueltas, y la noche estaba bastante fría; lo mejor que se le ocurrió para tener un poco de calor, fue colocarse encima toda la ropa que tenía. Se veía ridículo, muy seguramente, era incómodo caminar, pero era mejor que nada. Ese solo era el día uno de su infierno. 
 



#3248 en Fanfic

En el texto hay: jin jungkook jinkook

Editado: 23.11.2024

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