"Suplicas"
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Igual a una droga, así era estar en su presencia.
No debería sentirse tan bien caminar en el filo del abismo; no era correcto, ni sano, dejarme seducir por su obscuridad.
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La noche había resultado terriblemente helada y silenciosa, nada a parte de los sollozos del chico, se dejaba escuchar en aquel lugar. Parecía como si él mundo exterior estuviese a miles de kilómetros de ahí. Peter estaba temblando, no sabía si por el frío o por el miedo.
Tony no había vuelto a abrir la puerta, algo que también lo estaba angustiando porque estaba seguro de que habían pasado varias horas; era capaz de sentirlo en el cansancio de su cuerpo, en dolor palpitante de los golpes que había recibido, los cuales Peter estaba más que seguro que le habían dejado moretones horribles, si es que tan solo acomodarse en la cama había sido todo un reto, ya que las cadenas limitaban sus movimientos, aún más cuando Tony lo había obligado a girarse para quedar boca abajo, pues el aro que rodeaba sus muñecas se había apretado por el tirón que su propio peso ejercía para adoptar aquella incómoda posición. Eso había provocado cortes y había inflamado sus manos la falta de circulación.
Estaba ahí, tirado en una cama, desnudo, adolorido, asustado; tenía frío y pese a todo también tenía sed y mucha hambre. Eso le parecía tan estúpido, ¿Quién en su situación era capaz de tener apetito?
La habitación estaba en penumbra, lo que limitaba su visión obviamente, y eso era algo que tampoco le ayudaba a saber exactamente en qué situación se encontraba, si había algo a parte de las cadenas y la cama. ¿Cómo rayos iría al baño?
Se había estado aguantando por un buen rato pero el tiempo seguía pasando y Tony no aparecía.
Cuando se orinó encima, lloró como un niño pequeño. ¿Y si no nadie lo encontraba? ¿Y si Tony no volvía? ¿Cómo iba a sobrevivir en ese sitio?
Cuando más desolado se encontraba, las luces se encendieron, lastimando sus ojos por la intensidad de la iluminación. Parpadeó varias veces para acostumbrar su mirada, entonces la puerta se abrió. Tony estaba ahí, parecía que acaba de regresar de la escuela, pues las mangas de su camisa estaban arremangadas y el cuello estaba abierto de una manera más cómoda. El hombre tenía una charola en la mano la cual contenía un sándwich, una botella con agua y una naranja. Dejo la charola en una pequeña mesa al otro lado de la habitación y luego se acercó a Peter.
El castaño se encogió en la cama, miraba con temor a quien antes era su profesor favorito.
-- Mirá nada más que has hecho, pequeña zorra. -- dijo con una mueca de asco.
Los ojos del chico se humedecieron, dolían de tanto llorar. -- Perdón... es que no pude aguantarme... Perdón...-- Recibió una fuerte bofetada en respuesta, por un momento su entorno se había tornado borroso.
-- Vas a limpiar lo que hiciste y hoy dormirás en el suelo, hasta que aprendas a no mojar la cama.--
Tony volvió a salir por la puerta y un momento después regreso con una cubeta con agua y un cepillo, los cuales puso a un lado en el suelo junto a la cama. Pero no era lo único, el hombre tenía una sonrisa burlona en los labios mientras mostraba a Peter una correa de castigo, la cual era utilizada para los perros. Cuando intento ponérsela, el castaño trato de forcejear, no quería utilizar esa cosa, era una humillación.
-- ¿Qué le hice para que me haga esto? ¿Porqué? yo no soy malo...yo no soy malo... déjeme ir, le juro que no le diré a nadie.--
Pero Tony no quería escucharlo, sino que tomo el castaño cabello del chico en un puño para obligarlo a levantar la cabeza y por fuerza le colocó el collar. Entonces procedió a soltar las cadenas liberando así las manos magulladas de Peter.
-- Limpia tu porquería. --
El chico apenas si había podido incorporarse de la cama, se arrodilló en el suelo y tomo el cepillo el cual sumergió en el agua jabonosa para después comenzar a tallar el colchón, algo que le fue difícil porque la sangre seca de las muñecas al humedecerse, pintaba el líquido de un tono marrón rojizo, lo que se notaba mucho en la blanca superficie.
-- No puedes hacer nada bien, inútil. -- soltó Tony con una voz severa, dando un brusco tirón a la correa, algo que ahogó al chico por un instante.
Peter soltó el cepillo y llevo sus manos hacia su cuello para aflojar la correa, pero en ese momento recibió una patada en la parte baja de la espalda.
Sus labios dejaron escapar un gemido de dolor, tal parecía que nada de lo que hacía le agradaba al hombre.
-- Por favor... ¡Basta! ya basta...-- sollozó el chico.
-- Pues entonces has las cosas bien.--
Peter se armó de valor, soltó un codazo con todas sus fuerzas, golpeando dolorosamente a Tony en la pierna. El hombre profirió una maldición y soltó la correa, algo que él castaño aprovecho, obligandose a ponerse en pie y corriendo fuera de la habitación. Pero en ese lugar solo habían unas escaleras que llevaban a una trampilla y está tenía un candado. Peter estaba aterrado. No había manera de salir, no había manera de escapar. Se giró para ver hacía la puerta, Tony estaba ahí, de pie, con una mirada llena de infinito odio. Se había quitado el cinturón y lo sostenía en la mano, Peter se hizo un ovillo en la esquina de la habitación, temeroso del castigo.
El cinto lo golpeó una y otra vez. Había gritado, había llorado, había suplicado, pero Tony no se detuvo hasta que Peter se desmayo.
Abrió los ojos con mucha dificultad. Todo su cuerpo se sentía dolorido, no era capaz ni siquiera de moverse. Estaba tirado en el suelo, solo en esa habitación, ya debía ser de noche, pero eso no podía importarle menos.
-- May... perdóname... yo no quería dejarte sola...-- murmuraba en su delirio, antes de volver a caer inconsciente.