La escena que se contemplaba al otro lado de las puertas de cristal era tensa, incluso sin escuchar lo que ambos adultos hablaban, Jungkook sabía que no era grato, y era más que consiente que él era la causa de todo eso.
Sintió sus manos temblar mientras se aferraba con su vida a su mochila; aún tenía el uniforme puesto de lo repentino que había resultado todo.
El abogado Kim SeokJin no se encontraba mejor.
Hace años que no sabía nada de su madre y ahora no solo se enfrentaba a la noticia de su muerte sino de tener ahí al resultado de la infidelidad. Jeon Jungkook no era desconocido para Jin, sabía de su existencia aunque solo una vez lo había visto, y es que su madre lo sostenía en brazos en el juzgado tras el fallo de la batalla legal por los vienes en el matrimonio. Fue devastador ver cómo su padre lo perdía todo, su casa y su empresa, todo con tal de mantener la custodia de su único hijo.
Odio era la palabra más cercana a lo que sentía por Kim JiWoon.
La muerte de su madre no le dolió en lo más mínimo, no te puede doler alguien que nunca estuvo, ese Jin que sufrió por la partida de su mamá, había quedado 20 años atrás. Lo que le afectaba era precisamente los papeles que la mujer frente a él le había entregado, la custodia de Jeon Jungkook.
JiWoon y Jeon Hyun habían muerto en accidente de camino al aeropuerto, pero claro que habían dejado un testamento, y es que la casa y la empresa que le habían quitado a Kim Soo-hyun, pasaban a manos de Kim SeokJin con la condición de que esté se hiciera responsable del cuidado de Jeon Jungkook hasta que esté tuviera 21 años, momento en el cual tendría edad suficiente para cobrar un fideicomiso que lo ayudaría a valerse por si mismo de ahí en adelante.
Jin sostenía aquellos papeles con una mezcla de emociones poco agradables.
Tenía unas ganas enormes de romper con el papeleo, entonces Jungkook sería llevado a un hogar de acogida, la empresa y la casa serían vendidas y una pequeña cantidad dada a Jungkook como el único beneficiario, dinero el cual no podría tocar hasta sus 21 años. Hasta entonces el menor estaría desamparado. Si era sincero, eso no le importaba, pero la casa y la empresa eran suyas por derecho y no las soltaría con tanta facilidad.
-- Usted es su único familiar, el joven Jeon no tiene a nadie más en el mundo, sus padres tenían una vida muy ajetreada entre viajes de negocios, nunca pudo establecerse en ningún lado por mucho tiempo, si no lo recibe, el sistema tendrá que tomarlo bajo su cuidado. --
-- Quizá es lo mejor.-- dijo Jin en tono seco, pero aún sin levantar su mirada del papeleo.-- No soy una buena opción. No tengo ningún lazo de afecto hacía él, si vive o muere me es completamente indiferente, lcomo ve, no soy alguien fiable. Ahora puede llevárselo.--
La trabajadora social soltó un suspiro profundo y se cruzó de brazos en un gesto cansado.
-- ¿Desdé hace cuánto nos conocemos? ¿Diez u once años?--
-- Jisso, no quiero escucharte.--
-- Dices que no te interesa, pero sigues aferrado los papeles de custodia, tus ojos solo van de mi hacía la puerta y no eres capaz de afronatrme como bien sabes hacerlo. Te interesa, no se de que manera pero sé que ese chico te interesa.--
--No me puede interesar alguien que no conozco.--
-- Es tu hermano.--
-- Es un bastardo, yo no tengo hermanos.--
-- De acuerdo. -- soltó por fin Jisso, poniéndose en pie y quitándole los papeles de las manos a SeokJin. -- Tiene dieciséis, le corresponde el centro de Ansan, no tengo cabida para él en otro distrito.--
-- Ansan es una zona militar activa, no es segura.--
-- Lo sé, pero todo está lleno y a él se le pasó la edad para ser asignado a un centro de adopción. En Ansan le enseñaran un oficio, le darán alimento y techo, además de un trabajo de medio tiempo hasta que él cumpla 18 y tenga que irse. --
Jin miró una vez más a la figura del chico pelinegro sentado fuera de su oficina. En un uniforme arrugado, cabello revuelto, los grandes ojos hinchados de tanto llorar, mirndose tan pequeño mientras se abrazaba a una mochila. Se pasó las manos por el rostro francamente agotado antes de ponerse en pie y salir con paso firme de la oficina. Se paró frente a Jeon Jungkook quién intentaba mirarlo de manera retadora, aunque sería más conveniente si no estuviera temblando.
-- ¿Sabes quién soy yo?-- preguntó secamente al menor.
Jungkook asintió levemente con un gesto de la cabeza,