FETICHE
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💬 "Di mi nombre."
Era solo un mensaje, unas pocas palabras flotando en un chat de live, pero el silencio que siguió fue denso, casi palpable. Jungkook tragó saliva, sus dedos temblando ligeramente sobre el teclado. Cada corazón que latía frente a la pantalla parecía resonar en él. Ese “mi” no era casual: era posesivo, cercano, casi peligroso.
-- JIN -- Lo dijo, en un tono juguetón que aligeraba un poco lo que en su cabeza era un torbellino de sensaciones.
Porque lo sabía, sabía lo mucho que Jin amaba oír su nombre en la voz de Jungkook, sobre todo cuando lo tenía en la cama, desnudo, gimiendo y rogando placer.
Jungkook respiró hondo, un escalofrío recorrió su espalda, y aunque trató de reírse, su corazón latía demasiado rápido.
-- Es un poco vergonzoso que hayas venido durante mi transmisión en vivo.-- murmuró un tanto avergonzado porque era consciente de los millones de ojos que veían su interacción.
💬 Me iré satisfecho.
Esas palabras eran peligrosamente simples, y aún así Jungkook sintió cómo el calor se extendía por su rostro. Su pulso se aceleró, y sin poder contenerlo, respondió con un dejo de picardía:
-- ¿Estuviste satisfecho? -- preguntó con una pequeña risa.
El chat seguía llenándose de emojis y mensajes, pero para Jungkook solo existía Jin. Y, sin pensarlo demasiado, agregó:
-- Si hyung está satisfecho, haré cualquier cosa.--
Y justo en ese instante, Jungkook comprendió que ese “cualquier cosa” no era una broma. La tensión entre ellos estaba colgando en el aire, palpable, íntima, casi imposible de ignorar.
Afortunadamente apreció Taehyung, quién aligero bastante el ambiente, Jin no volvió a escribir en el chat del live.
Jungkook terminó el live con una sonrisa cansada y una despedida rápida. Apenas apagó la cámara, el cuarto se sintió extraño: demasiado silencioso, demasiado cargado. Aún tenía el teléfono en la mano, con la última notificación brillando en la pantalla:
“No tardes mucho, estaré ahí en un par de horas.”
Su respiración se volvió irregular solo de leerlo, la mente repitiendo esas palabras, el significado escondido en cada letra.
Trato de mantenerse en calma y darse una ducha rápida para aligerar un poco el dolor de los músculos, francamente si había optado por correr durante el live, era por el simple hecho de aclarar un poco su mente.
Cuando abrió la puerta del baño, aún sosteniendo la toalla en la cintura, Jin estaba allí. No con la sonrisa traviesa que suele mostrar frente a todos, sino con esa expresión intensa, casi depredadora, que Jungkook conocía demasiado bien. Ni siquiera se saludaron; el silencio fue la única bienvenida. Jin cruzó el umbral con paso seguro, y Jungkook retrocedió instintivamente, sabiendo a dónde lo llevarían.
Cada paso retumbaba en el suelo, cada movimiento tenía un peso distinto. Jin cerró la puerta con un chasquido suave, y el aire entre ellos se volvió espeso.
--Fue un buen live -- dijo Jin finalmente, con voz baja, casi un ronroneo.
Jungkook no respondió. Sus mejillas ardían mientras lo veía acercarse. El espacio entre ellos desapareció demasiado rápido, como si siempre hubieran estado destinados a chocar.
Jin no preguntó. Simplemente lo guió con una mano firme en la nuca, la otra empujando suavemente hacia el pasillo que llevaba al dormitorio. Jungkook lo siguió sin resistencia, con la respiración entrecortada y la piel erizada por el contacto.
Al entrar en la habitación, Jin lo acorraló contra la puerta, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo, el perfume conocido que lo envolvía.
--“Harás cualquier cosa, ¿no?” -- susurró Jin, citando lo que Jungkook había dicho en el live. Sus labios rozaban apenas el borde de su oreja.
Jungkook cerró los ojos y asintió, temblando, sintiendo que en esa noche cumpliría con cada palabra prometida.
No necesitaba pedir, porque Jungkook ya sabía lo que seguía. Lo empujó suavemente hasta hacerlo arrodillar frente a él, imponiendo su altura, su mirada, su control absoluto.
-- abre esa bonita boquita tuya.-- la voz de Jin fue grave, baja, un susurro que helaba y quemaba al mismo tiempo.
Jungkook obedeció aunque apenas era capaz de sostenerle la mirada.
Jin sonrió, inclinándose apenas para rozar con el pulgar la comisura de sus labios.
Con manos temblorosas, Jungkook desabrochó el pantalón y lo bajo junto con los bóxer dejando libre el pene erecto de Jin.
No hubo espacio para la duda. El pelinegro lo guió con firmeza, entrelazando los dedos en su cabello y Jungkook abrió la boca obediente, recibiéndolo sin resistencia. El calor húmedo lo envolvió, y Jin dejó escapar un gemido ronco, complacido de inmediato.
Al principio fue torpe, Jungkook intentando tomar todo lo que podía en su boca y retrocediendo instintivamente por las arcadas, se sostuvo de las piernas de Jin, intentando marcado un ritmo pero sin lograrlo realmente, entonces Jin aferró su cabello con un poco más de fuerza, obligándolo a descender y ascender con la cadencia exacta que él quería. Cada vez más profundo, cada vez más lento, alargando la tortura hasta que Jungkook apenas podía contener sus propias lágrimas.
-- Así… -- murmuró Jin, cerrando los ojos con un suspiro de placer--. Justo así… eres perfecto cuando me obedeces.
La lengua de Jungkook rozaba el frenillo con cada embestida guiada, arrancando jadeos más ásperos de Jin, quien no apartaba su mano de su nuca, dominando cada segundo. El sonido húmedo, la respiración acelerada y el ligero temblor en las rodillas de Jungkook llenaban la habitación.
La tensión era abrumadora. No había lugar para la vergüenza, porque Jin se aseguraba de borrar cualquier resistencia con cada tirón de cabello, con cada palabra de dominio susurrada entre dientes.
-- Mírame -- ordenó al fin, forzándolo a alzar la vista mientras aún lo tenía dentro. Jungkook obedeció, sus ojos húmedos y sumisos encontrándose con la mirada intensa de Jin.